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Ver día anteriorJueves 2 de diciembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Cosméticos Cancún?
E

l planeta tiene fiebre, y los diagnósticos de su situación no son halagüeños. Esta alza en la temperatura es síntoma de que se han roto los delicados equilibrios del ecosistema global. Los efectos son indeseables. Ahí están en las décadas pasadas los incendios forestales de 1988-1989, la inesperada ola de calor que dejó en 2003 más de 30 mil muertes en Europa, los huracanes cada vez más potentes y el deterioro de arrecifes en los mares tropicales, la desaparición y reducción de especies, las sequías. Y ahí están, esperando entrar en escena, el derretimiento y desaparición de los glaciares, que son las principales fuentes de agua, las costas inundadas por la fundición de los cascos polares, la oscilación inexplicable y extrema de las temperaturas o las lluvias.

Estos fenómenos no son ya procesos naturales, sino un invento de los seres humanos. Y sin embargo, no se puede afirmar que todos seamos culpables, humanidad o especie, como pregona la retórica superficial que domina los medios masivos y los discursos de los políticos. Los culpables tienen nombre y apellido, como mostró Tim Dickinson en la revista Rolling Stone (febrero de 2010) para el caso de Estados Unidos. Dickinson analizó las actividades de 17 personajes para evitar que el Congreso estadunidense cambiara su política sobre cambio climático. El contingente de estos asesinos del clima incluyó a funcionarios de Exxon; a la senadora Mary Landrieu; a Marc Morano, fundador de Climate Depot, asociación empeñada en negar el calentamiento global; a David Ratcliffe, presidente de Southern Company, segunda empresa de electricidad más contaminadora del país; a Rupert Murdoch, el magnate de los medios e impulsor del canal Fox; a representantes de la industria petrolera, carbonífera y gasífera, y al senador John McCain. Todos estos gastaron millones de dólares haciendo cabildeo y promoviendo reportajes periodísticos y estudios sesgados para influenciar las decisiones del congreso.

Y es que la causa principal del desequilibrio ecológico global son los mecanismos del ogro industrial que tienen como fin la acumulación, concentración y centralización de capital. Este hecho alcanza su mayor contundencia en el caso del campo, pues hoy las áreas rurales del mundo son escenarios donde se realiza la batalla entre la vida y la muerte… del planeta. Los agronegocios, basados en el modelo agroindustrial, calientan. La agroecología de los pequeños productores tradicionales, enfrían. Este dilema representa las dos opciones del mundo agrario: uno basado en la conversión de la naturaleza en un piso de fábrica para la producción especializada en medianas y grandes propiedades y utilizando todo el arsenal agroindustrial: fertilizantes y pesticidas químicos, maquinarias, petróleo y gas, y variedades genéticamente modificados incluyendo organismos transgénicos. El otro, buscando la relación recíproca con la naturaleza y sus procesos, tomando en cuenta las sabidurías locales y tradicionales, respetando la diversidad biológica y genética, utilizando energía solar, realizada en pequeña escala por familias, cooperativas y comunidades.

El calentamiento del planeta se debe no sólo a la producción industrial y al transporte. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, de 25 a 32 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global, provienen de áreas rurales: hasta 18 por ciento debido a la deforestación, principalmente en las regiones intertropicales, es decir, la conversión de bosques y selvas en áreas agrícolas y pecuarias, y hasta 14 por ciento por la agricultura y ganadería, pues ciertos cultivos y las reses generan o eructan metano, gas más dañino que el bióxido de carbono. El modelo agroindustrial contribuye de manera cuádruple al calentamiento global, porque es la principal causa de deforestación al extender los extensos monocultivos agrícolas y de pastos; aumenta la cabaña ganadera a niveles excesivos: hacia 2001 se reportaban más de mil 500 millones de reses en el mundo; utiliza petróleo y gas como fuentes casi únicas de sus prácticas, y al inducir la especialización de enormes regiones agrarias, estimula el transporte de alimentos desde largas distancias aumentando la quema de combustibles fósiles. En contraste, la práctica de la agroecología, como la agricultura orgánica y sustentable, la ganadería holística y el manejo ecológicamente certificado de bosques y selvas, fundadas en la agrodiversidad y en la búsqueda de localidades y regiones autosuficientes, que producen casi todos sus alimentos y evitan el uso de energía en su transporte, contribuyen a aminorar el calentamiento global.

La reunión de Cancún está condenada a convertirse en un escaparate gigantesco de cosmetología, si no se reconocen fenómenos como el aquí descrito y si no existen compromisos concretos de gobiernos y empresas para modificarlo. Mientras el Presidente pinta su discurso de verde, su política agroalimentaria, como la de otros gobiernos neoliberales, está en favor de los grandes propietarios agrícolas, ganaderos y forestales, de las empresas monopólicas y los consorcios alimentarios, es decir, del sector que produce alimentos emitiendo los máximos niveles de carbono. Tan sólo la renuncia oficial a la soberanía y autosuficiencia alimentarias provoca la importación de 45 por ciento de alimentos de Estados Unidos, con alto costo en transporte y energía. Esta debilidad por los agronegocios se complementa con la falta de apoyo a la agricultura orgánica, a la forestería comunitaria, a los proyectos de sustentabilidad rural (en el país existen 2 mil), a los sistemas agroforestales de café, en fin, a las formas que menos contribuyen al calentamiento global del planeta.

Hoy, cada figura gubernamental adorna su discurso e imagen de diferente manera para ocultar su falta de compromiso. El mexicano se ha hecho fotografiar inaugurando una planta de biocombustible y debajo de una enorme turbina eólica. Otros harán actos similares o diferentes de simulación. Cancún se convertirá en una fábrica universal de cosméticos que la humanidad mirará con enojo, angustia y mucha preocupación. ¿Cosméticos Cancún?