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Una vida por el arte de México

Expertos, alumnos y amigos celebran a la decana de la danza por su 90 cumpleaños

La maestra Bravo es una militante de la libertad y tenaz mujer de enorme visión

La comunidad artística reclama a las autoridades culturales que le escatimen un homenaje

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La fundadora del Ballet Nacional de México, en 1938, cuando fue discípula de Nellie Campobello en la Escuela Nacional de Danza, en imagen tomada del libro Guillermina Bravo: iconografía, de la investigadora Patricia CardonaFoto Lucio Sánchez Bravo
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Guillermina Bravo en un ensayo con Jaime Blanc, Lorena Glintz y Luis Arreguín, en 1979Foto Maritza López
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La decana de la danza contemporánea en el país, en imágenes tomadas del libro Guillermina Bravo: iconografías, de Patricia CardonaFoto Walter Reuters y Maritza López
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de noviembre de 2010, p. 3

Este sábado 13 de noviembre es día de fiesta para la cultura mexicana: la maestra Guillermina Bravo, decana de la danza contemporánea en México, cumple 90 años.

Para festejarla, La Jornada convocó a especialistas, bailarines, alumnos y amigos de esta figura central, quienes a continuación rinden tributo a la artista ante el señalamiento de la comunidad artística de que las autoridades culturales le escatiman un homenaje nacional a la notable bailarina y coreógrafa.

El investigador y crítico de danza, Alberto Dallal ubica a Guillermina Bravo como la figura preponderante de la danza mexicana de concierto en la segunda mitad del siglo XX y primeros años del XXI, hasta que cerró el Ballet Nacional de México (BNM).

“Ella perteneció como bailarina al grupo que comandaba Waldeen y que desató el Movimiento Mexicano de Danza Moderna desde 1940, que aglutinó a coreógrafos, bailarines, compositores, diseñadores, pintores, escritores y fotógrafos.

En 1947 inició con Ana Mérida la Academia de la Danza Mexicana (danza moderna y contemporánea) y al año siguiente, 1948, fundó con bailarines libres y disidentes el BNM, del cual salieron Raúl Flores Canelo, Gladiola Orozco, etcétera. Fue el primer grupo independiente de danza moderna que transitó a la danza contemporánea en los años 60.

Epicentro, la cúspide de su obra

Para Dallal, Bravo fue una creadora e inconfundible intelectual de la danza. Si el Colegio Nacional no fuera una institución tan elitista, antidemocrática e incongruente con los tiempos mexicanos, la asumiría como uno de sus miembros.

Dallal considera coreográficamente a la maestra Guillermina como la más sólida y profesional de la danza mexicana por sus inacabables investigaciones. Asimismo, la más mexicana por sus obras El paraíso de los ahogados, Reportaje de la Patria, Los magos (sobre las víctimas del 68), El llamado, sobre la situación en América Latina.

“Para mi gusto, Epicentro representa la cúspide de su creatividad: formas aparentemente abstractas que tratan de la animalidad y de la sexualidad del ser humano mediante una estructura coreográfica perfecta.

La coreógrafa trabajaba como nadie lo ha hecho la música, el tema, el tiempo, y le imponía un sentido claro a través del movimiento de los bailarines, además de que no improvisaba.

El investigador evocó la época en que Guillermina Bravo inició en el BNM, junto con la Universidad Nacional Autónoma de México, los primeros cursos intensivos de la técnica Graham, danza contemporánea, hasta la creación del Colegio Nacional de Danza Contemporánea en Querétaro, para asegurar la vida profesional de bailarines y coreógrafos.

Según el autor del libro La danza en México, a Bravo le interesa mucho la profesionalización del bailarín: Sus seguidores y muchos coreógrafos actuales saben, gracias a su obra, que a la danza hay que entregarse en cuerpo y alma. Por más talento que se posea, se debe capacitar el cuerpo y la mente.

Además de organizadora y creadora, Dallal considera a Guillermina Bravo como militante de la libertad y de la discusión emprendedora. “Muchas veces discutimos y nos peleamos en torno a una sola idea. Tiene hasta la fecha un gran sentido del humor (puede bromear y tener frases chuscas en torno a los episodios y personajes más importantes de la vida) y un sentido político de la existencia. Se encuentra preocupada por la ausencia de negociación en las actuales circunstancias del país y del mundo.

El experto en danza recuerda que Bravo no se gustaba mucho después de que dejó de bailar en 1961 y tuve que convencerla para que Rafael Doniz le tomara fotografías exclusivas.

Guillermina Bravo se distinguió por experimentar con los temas sociales y nacionales en sus obras, le interesaba la raíz del mito de la danza indígena, pero nunca hizo danzas copiadas. Con el Ballet Nacional de México se presentó en pueblos, ejidos, escuelas y en plazas de toros porque tenía claro el tipo de danza que ofrecía.

La investigadora Patricia Cardona considera a Bravo una mujer vital, absolutamente divertida, que no se toma en serio la vida en el sentido de que no es melodramática, sino que tiene una ironía natural exquisita y estar con ella es un placer, contagia alegría, fuerza y pasión.

Guillermina Bravo es una pieza angular, fundadora de la danza profesional en México. Siempre ha sido una mujer de gran visión y de carácter tenaz, lo que la llevo a construir el Ballet Nacional de México y literalmente se ubicó entre las figuras históricas de la cultura en el país más importantes, al recibir el Premio Nacional de Artes 1979.

Cardona señala que una de las cualidades de Bravo ha sido su autenticidad en todos sus proyectos, pues nunca realizó una coreografía por capricho o compromiso. Agrega: Todos los pasos que dio Guillermina fueron de una lealtad hacia sí misma y es un ejemplo de cómo un artista vive su vida y va forjando obra.

Al igual que Dallal, Cardona subraya el interés de Bravo en la profesionalización del bailarín mexicano y explica que el Ballet Nacional de México fue una de las compañías más importantes en América Latina, no solo en el país, incluso la considera el equivalente a la de Martha Graham, por el repertorio que tuvo y por su presencia cultural aquí.

La bailarina y coreógrafa Rossana Filomarino asegura que ha sido una gran enseñanza de vida trabajar con Guillermina Bravo, a quien admira por su tesón y disciplina. Es una mujer que trabaja mucho por lo que quiere. Esta voluntad también se refleja en su voluntad creadora, en perseguir un ideal.

“Recuerdo –abunda Filomarino– que me maravillaba sobremanera la capacidad mental con que podía realizar todo, su capacidad de abstracción. Jamás la vi con un papel en la mano, tenía en la cabeza los movimientos que nos iba a poner, el trazo escénico, la velocidad, la música estudiada; tenía toda la información almacenada y esto es algo muy particular de ella.”

Una niña sabia

Filomarino se considera cómplice de Guillermina Bravo en descubrir la importancia de la técnica en las coreografías porque ahí nace el movimiento y convierte en el medio de expresión, y en un reto para los bailarines.

“Recuerdo –prosigue Filomarino– perfectamente El llamado: jamás dijo ella para qué era la obra; los bailarines tenemos la convicción de que el movimiento por sí mismo habla y es portador no sólo de emociones, sino de ideas.”

Muchos son los bailarines y coreógrafos que Guillermina Bravo que ha formado, “ya es un ejército que conforma la danza contemporánea posterior a la mía. Todos nos hemos nutrido de esta veta que ella ha construido.

Bravo fue la primera coreógrafa de vanguardia en México; cuando llegué a este país en 1966 decidí quedarme porque su propuesta era novedosa, ni en Nueva York estaban tan adelantados. Bravo pasó del nacionalismo, que no me tocó a mí, a esta nueva época de la abstracción total de la composición. Esto fue innovador porque prescindió totalmente de las anécdotas y brincó directamente a la contemporaneidad.

Filomarino también resalta la minuciosidad con que Guillermina Bravo ha estudiado el cuerpo y todo lo que representa la técnica dancística y su aprendizaje.

“Cuando Bravo tenía 80 años –recuerda Rossana– un día no impartió su clases porque estaba resfriada y me dijo: ‘estoy triste, porque hoy no puedo hacer clase, tanto que tengo que aprender de la técnica todavía’. Para mí fue una última gran lección, porque su tristeza se debía a que no descubriría algo nuevo sobre la técnica. Fue una gran enseñanza.”

El coreógrafo Jaime Blanc, quien colaboró desde 1969 en el BNM, reconoce que en México no existen creadores como Guillermina Bravo que utilicen solos en coros, diferentes a los que se realizan en el ballet clásico, inclusive en la danza moderna.

No se ha seguido esa veta por mil razones; esa es la creatividad de sus obras, ese modo particular de enfrentar el movimiento, las variaciones, el desarrollo en el tiempo, en el espacio, en la forma. La investigación la llevó a esos puntos coreográficos.

Asimismo percibe gran influencia de la coreógrafa en el Colegio Nacional de Danza Contemporánea, que fundó en 1991 en Querétaro.

A su vez, la bailarina y coreógrafa Bárbara Alvarado describe que cuando conoció a Bravo se deslumbró por el sentido técnico que maneja, la precisión de su mensaje y el concepto estético que utiliza en sus obras.

Al llegar a Querétaro encontré mi casa. Bravo siempre ha vivido en una total disciplina mediante una técnica que forma bailarines, su entrega a la danza es total y su exigencia. Siempre me ha retado a ser buena estudiante, bailarina y maestra. También a ser buena coreógrafa, pero no sé si lo he logrado.

Alvarado califica la obra de la maestra Guillermina Bravo de contundente, estructurada y auténtica.

Estoy muy orgullosa de tener su legado, su visión de lo que significa ser profesional y que la única forma de lograrlo es trabajar inteligentemente a pesar del cansancio, con o sin dinero. Ella lo ha dicho, la danza es lo que cura, es el medio y el fin último.

A la decana de la danza mexicana contemporánea la define como una niña sabia que se sorprende con el mundo. pero sus creencias no las cambia, y no se deja deslumbrar por por nada.

Por su parte la coreógrafa Cecilia Lugo está convencida de que Guillermina Bravo marcó a la danza contemporánea con sus creaciones, y es la maestra más grande, porque bailarines y coreógrafos tienen cierta influencia en su trabajo.

La obra de Bravo es de una excelente factura y con gran rigor físico e impacto estético. Son coreografías realizadas con talento y madurez espiritual porque tienen un concepto y están rodeadas de aspectos de la vida. Me da gusto que celebremos sus 90 años y le agradezco todo lo que ha dejado para la cultura en México y para la danza.