Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 17 de octubre de 2010 Num: 815

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El último cierre
FEBRONIO ZATARAIN

18avo día o El nuevo
orden de cosas

KATERINA ANGUELAKI-ROUK

Mitos y realidades
de la masonería

ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con MA. RUGENIA VÁZQUEZ SEMADENI

Antonio Plaza, un poeta descastado
LEANDRO ARELLANO

Bertrand Russell, el caballero de la lógica
MARIO MAROTTI

Russell epistológrafo
RICARDO BADA

Alianzas para la gobernabilidad
HERNÁN GÓMEZ BRUERA

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

Dramafilia
MIGUEL ÁNGEL QUEMAIN

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Hugo Gutiérrez Vega

MÁS SOBRE LA CASA DEL LAGO

Hace unas semanas asesté a mis queridos lectores un rollo de regulares dimensiones sobre la Casa del Lago de la UNAM y su actividad teatral en la época en que fui su entusiasta, preocupado y, con frecuencia, errático director. Se me quedaron en el tintero las reseñas, breves y memoriosas, sobre otras puestas en escena que dieron a la Casa una fama buena para muchos, y escandalosa y hasta perversa para los defensores de las buenas costumbres y para los muchos tartufos que nos vigilaban mientras practicaban su consabida y (esa sí) perversa doble moral. Enumeraré mis pequeñas notas sobre el teatro en la Casa del Lago, para evitar que la memoria me juegue una mala pasada.

1. Octavio Paz asistió a varios ensayos de su obra La hija de Rappaccini. Su pequeña pieza era una adaptación de un cuento de Hawthorne, y lo verdaderamente valioso era el lenguaje de Octavio que había poetizado la prosa del excelente escritor estadunidense. El director era Ignacio Hernández, valioso hombre de teatro que había trabajado con esmero y talento la obra dramática de José Revueltas. La anciana y vivaz bailarina Yolizma (nos contó que había bailado para el “primer jefe” de la revolución constitucionalista) hacía un ama llena de inquietantes premoniciones; Dunia Zaldívar era la hija del angustiado botánico, Raúl Zermeño galaneaba con pasos de bailarín, el amigo Águila era el doctor consejero del galán y este bazarista hacía un Rappaccini siniestro y desasosegado. Octavio recordaba el estreno de su obra dirigida por el maestro Héctor Mendoza. La escenografía era de Leonora Carrington y los papeles principales los hacían Beatriz Sheridan y Juan José Arreola (fue una de las puestas en escena emblemáticas de Poesía en voz alta). Al terminar el ensayo, caminaba al lado de Octavio por los vericuetos del bosque. Hablábamos de la puesta en escena y de la ardua construcción de un personaje tan siniestro, lamentable y casi patético como lo era el sabio, malvado y arrepentido Rappaccini. Recuerdo que Octavio aprobaba el tono de voz un poco apagado que utilicé, le gustaba la escena en la que el sabio profesor hablaba con sus plantas venenosas y celebraba sus coloridos disfraces. Ignacio dirigió con precisa fidelidad y Dunia dio al papel una profusa variedad de matices y de tonos.

2. Peter O’Toole y Max von Sydow ocuparon sus asientos en la primera fila del teatrino lacustre. Habían venido a México para trabajar en Foxtrot, la película de Arturo Ripstein. Invitados por Nicolás Núñez que, según su propio dicho, hacía en la película el papel de “sombra que pasa en la lejanía”, asistieron a la puesta en escena del Cornudo, apaleado y contento, la adaptación del cuento de Boccaccio hecha por Alejandro Casona. Helena Guardia, María Clara Zurita, José Ángel García y este bazarista formábamos el reparto de la entretenida y muy bien hecha adaptación de Casona (don Alejandro fue siempre mejor en sus adaptaciones que en sus propias obras). Tengo muy presentes la escena del jardín y la paliza que me daba Anichino para cumplir los habilidosos planes que él y Beatriz habían urdido para engañar a un cornudo que, al final, quedaba muy contento. O’Toole y Von Sidow se sentaron en la escalinata de la Casa para comentar con nosotros algunos aspectos de la obra, pero su interés principal era conocer las formas de funcionamiento de un centro de difusión cultural situado en el corazón del bosque que, todos los domingos, recibía la multitudinaria visita de los habitantes de la enorme ciudad.

3. Mi amigo Édgar Vivar, actor de televisión, ganaba muy buen dinero en los programas del Chapulín Colorado. Sin embargo, le quedaba la inquietud de hacer buen teatro. Por eso, con gran generosidad, produjo y dirigió en la Casa del Lago la obra de Thornton Wilder, La larga cena de Navidad y la adaptación hecha por Casona de los juicios de Sancho Panza en la Ínsula Barataria. Édgar hizo un Sancho tan convincente, astuto y bondadoso como el construido por Paco Rabell hace muchos años con Los Cómicos de la Legua de Querétaro.

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