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El compositor estrenará hoy ocho obras de su autoría en la Sala Nezahualcóyotl

Para ser jazzista se debe tener un alma suprema, afirma Tino Contreras

Aunque el programa está integrado por piezas alusivas a la historia nacional, no poseen rasgos de música tradicional: es mi óptica, de cómo observo al país, al cual veo muy joven, explica

 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de octubre de 2010, p. 5

El jazz, contrario a lo que muchos afirman, dista de ser una expresión clasista, elitista. Así lo sostiene Tino Contreras, quien precisa: Es una música ecléctica; la suya es la historia del planeta.

Al lado de su grupo, el legendario compositor e intérprete se presentará este domingo, a las 18 horas, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, a dos años de su más reciente actuación en ese recinto.

Será un acontecimiento histórico dentro del ámbito jazz mexicano, pues en el concierto tendrán lugar los estrenos mundiales de ocho obras de la autoría del músico chihuahuense, las cuales fueron escritas para la ocasión.

Las piezas se distinguen por tener como hilo conductor referencias y alusiones a diferentes pasajes y personajes de nuestra historia nacional, si bien predominan los de la Revolución.

El programa lleva por título Jazz bicentenario y fue concebido por Tino Contreras para festejar los 200 años de la Independencia, los 100 de la Revolución y el siglo de vida de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de servirle para presentar su más reciente disco compacto, homónimo.

Fantasía del bicentenario, Viva Zapata, Las adelitas, Los dorados de Villa, Ángeles de metralla, Madero, Mi México querido y La noche de los dioses son las obras a estrenar, las cuales compartirán programa con sendas versiones de El jarabe tapatío y La marcha de Zacatecas, de Jesús González Rubio y Genaro Codina, de forma respectiva.

“Estos estrenos celebran que soy mexicano y quiero mucho a mi patria. Soy gran admirador del legado de (Emiliano) Zapata, el agrarismo; de las adelitas, grandes soldaderas”, señala el pianista, trompetista y baterista.

Al ser originario del norte, crecí en medio de muchas conversaciones sobre la Revolución, en la cual participaron mis abuelos, quienes además me hablaron mucho de Madero, a quien admiraban profundamente. En resumen, soy más mexicano que los tamales.

Sobre la naturaleza sonora de aquellas ocho obras, Tino Contreras comenta en entrevista que prescindió de elementos o rasgos de la música tradicional y popular nacionales, lo cual no las excluye de ser música mexicana, aunque contemporánea.

“Es mi óptica, mi filin, de cómo observó al país, al cual lo veo muy joven –apunta. Pasamos por un tránsito complicado; entonces, con esta música busco propiciar la reflexión, además de traer a cuenta aspectos de nuestra historia.”

A su decir, en México prevalece un gran legado de lo que fue Mesoamérica, el cual está en espera de ser redescubierto y valorado por las generaciones actuales.

Es decir, fuimos en el pasado lo mejor que hubo de principio a fin en este continente. México tiene derecho a tener su renacimiento cultural, musical, político. Somos un país muy joven, y para quienes creen y dicen que no la vamos a hacer, les contestó que aún no hemos comenzado.

De 75 años, Fortino Contreras González es el nombre de este músico que ha puesto en alto el nombre del país en el mundo, en su condición de precursor, creador y sobre todo virtuoso intérprete de la batería. En su haber cuenta con giras por todo el mundo y casi una cincuentena de grabaciones, además de que a él le tocó abrir las puertas del Palacio de Bellas Artes al jazz.

De este género musical opina que se trata de una de las grandes creaciones culturales del siglo XX, y rebate que sea una música elitista, ajena o difícil, como algunos aseveran.

Esta es una música ecléctica; la suya es la historia del planeta. Para ser jazzista primero se debe tener un alma suprema, entender y razonar que ésta es una música infinitesimal; para nada es una música de moda; conlleva conocimientos de física, matemáticas y lingüística, entre otras disciplinas y ciencias, indica el músico.

También obliga al artista a ser muy consciente con lo que hace, porque cuando nos paramos ante el público es nuestro deber hacerlo sentir, no pensar; está es una música para vivirla y sentirla, no para entenderla. Si no logramos llegar a la víscera cardiaca de quien nos escucha, entonces estamos perdidos.

Regresar a la UNAM es siempre motivo de emoción y bellos recuerdos para Tino Contreras, pues aquí recibió su primera copa de oro, hace 50 años. De igual manera, considera un privilegio tocar en la sala Nezahualcóyotl, a la que describe como instrumento excepcional.

Para concluir, el maestro destaca el alto nivel que tiene el jazz en México y, sobre todo, que hay gran cantidad de chavos con mucho talento. Sostiene que lo único que hace falta son espacios y oportunidades, ante lo cual recomienda a los jóvenes intérpretes que se atrevan a dar el salto al extranjero, porque “en el jazz –parafraseando a Shakesperare–, to beat or not to beat, y nosotros los mexicanos, claro que lo tenemos”.