Opinión
Ver día anteriorDomingo 15 de agosto de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Der bunker
L

a palabra alemana bunker la usamos de manera indiscriminada con poco conocimiento de su significado real: refugio, fortín, pañol. En el argot común y corriente se entiende, con un significado peyorativo, como el abrigo secreto desde donde además de protegerse ciertas fuerzas, planean y ejecutan acciones en contra de alguien o de algo.

La Secretaría de Seguridad Pública ha estado presumiendo a lo largo de este año de una instalación así en Constituyentes 947, en el Distrito Federal. Se solazan en denominarla así, bunker, aunque han usado también el término anglosajón war room. Presuntamente ese espacio de la dependencia es una construcción subterránea, dicen ellos, a prueba de toda agresión. En ella se encuentran las más avanzadas tecnologías en la detección e identificación de instalaciones, grupos, personas o vehículos vinculados con el crimen organizado, y en reacciones conducentes a su neutralización.

El tal bunker está equipado con sistemas computacionales que permiten interpretar la información que se deriva de satélites para los propósitos antes señalados, que también sirven para consultar e interpretar información sobre rasgos antropológicos, sociales, económicos, residenciales, académicos, etcétera, de las personas de interés por estar presuntamente conectadas con alguna forma de delito. Está organizado bajo el concepto de cuatro paneles o espacios destinados a manejar información sobre cuatro formas de delito, de manera que esta especialización permita hacer más fácil la derivación e interpretación de la información.

El costo de su construcción, de la instalación de los recursos, capacitación de especialistas y operación de esta maravilla se ubica en el rango de muchos millones de dólares. A ello hay que agregar los costos fijos de los satélites que, estén siendo utilizados o no, habrá que pagar constantemente los canales que le tengan asignados. En el caso de esas maravillas tecnológicas se ignora, ya que están en el mercado abierto, cuáles serían las medidas de contrainteligencia aplicadas para evitar que el crimen organizado se entere de cada incidente, ya que tiene igual o mayores recursos financieros y puede acceder a todo.

Además de estas innovaciones tecnológicas, también de punta, están los recursos para la intercepción telefónica ilegal, ya sea de los medios alámbricos o celulares. Hay, de la misma manera, recursos como el llamado hacking, o sea, la habilidad de un programador informático y su equipo para intervenir criminalmente comunicaciones entre computadoras. Están también disponibles sistemas para identificar a los poseedores de huellas obtenidas en ciertos lugares.

Toda esta tecnología obliga a alguna reflexión:

Aun siendo de punta, semejantes maravillas ya están al alcance de cualquier adolescente medio adinerado. Son sistemas que –aunque mucho menos sofisticados, más comunes y corrientes como Global Positioning System o el Google Earth– permiten determinar en todo el mundo la localización de personas, vehículos y hasta objetos menores con precisión de centímetros, o bien leer, como tanto se presume, hasta las placas de un auto, todo ello por medio del satélite Navstat americano o del Glonass ruso, o próximamente del Galileo de la Unión Europea, que sirven hasta para guiar misiles nucleares, detectar explosiones de este tipo o conducir operaciones de búsqueda y rescate, todos ellos en el mercado. Esto es, los recursos del bunker deslumbran sólo a quien no sabe lo que un adolescente sí.

El problema es el mismo que con los radares instalados en la frontera sur, o el anuncio hecho por el secretario de Marina sobre el proyecto de instalar un sistema de ellos en la costa del Golfo para proteger las instalaciones petroleras de actos de terrorismo. Simplemente, el problema es que detrás de ellos no hay nada suficientemente actualizado. Los aparatos sirven para mucho, siempre y cuando tengan objetivos predeterminados que examinar en el caso de los satélites, como residencias, vehículos a seguir, placas que leer, o bien bancos de huellas a comparar con las obtenidas, siempre que esos bancos existan.

En general se requiere de bases de datos de gran riqueza y actualizados al minuto, así como comunicaciones satelitales y fuerzas de reacción para actuar contra los supuestos objetivos. No existen ni las bases de datos con la riqueza y actualización inmediata requerida, ni los elementos de comunicación y de reacción en caso de detecciones. De la misma manera, tampoco existen los vastos bancos de huellas de personas en supuesta relación con el crimen, cuya acumulación cotidiana demanda de años de trabajo altamente especializado.

Entonces, ¿de qué se trata? Quizá de ambiciosos aprendices de brujo dotados de enormes facultades y recursos pero sin ningún control, o bien de la megalomanía en extremo de un ilusionista, o ¿de qué? Parece un caso clínico financiado con recursos del pueblo.