Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de julio de 2010 Num: 800

Portada

Presentación

“El resto es silencio”
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Un gato de trapo para Carlos
RICARDO YÁÑEZ

Días de guardar con Carlos Monsiváis
MIGUEL HUEZO MIXCO

Respiren aliviados los malditos
JORGE MOCH

1966, el año cero de Carlos Monsiváis
HERMANN BELLINGHAUSEN

Carlos Monsiváis: conciencia y compromiso
JESÚS RAMÍREZ CUEVAS

Sobre Pedro Infante....
ENRIQUETA CABRERA entrevista con CARLOS MONSIVÁIS

Querido Carlos
LUCINDA RUÍZ

Famas póstumas de Carlos Monsiváis
MARGARITA PEÑA

Melancolía de las conversaciones pendientes
ALEJANDRO BRITO

Columnas:
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Jorge Moch
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Ciclotímica República con antigol

Para Juan Villoro y sus secuaces …y para aliviarnos un poco el luto

Hoy experimento regocijo apátrida y perverso pero que disfruto porque saboreo una especie de aplazada venganza. Perdió México allá en un torneo mundial de fut que me importa un pepino. Y entonces la histeria colectiva se desinfla, se despeja ese enloquecimiento de todos que paraliza ciudades, negocios y, en el colmo de la enajenación convertida en política pública, paraliza también las escuelas, a cuyas aulas se cuelan los televisores que saturan a nuestros niños de futbol, de parafernalia chovinista y de un inmenso mar de porquería publicitaria (esto en escuelas que no ha cerrado la violencia callejera). La excitación tribal se apaga, se disipa en un grito ahogado de muy humano sufrir, y con la desilusión de la masa que trasmina como humedad sobre caliche viene el silencio: no se escuchan ajajayes ni vivaméxicocabrones, ni la estulticia berreada del “sí se pudo”, ni el zumbido demencial de las vuvuzuelas o sus símiles mexicanos hechos en China, porque no se pudo, y los hermanos uruguayos, al zamparle un gol asesino a sus carnales mexicanos, obraron el telepático milagro: la paz de nuestras calles, más de acuerdo con estos que, parafraseando al profeta, precisamente por la importancia de su muerte cada vez más distante pero no menos dolorosa, deberían ser días de guardar. Hoy el Ángel de la Independencia puede descansar, preservando su dignidad sin borrachos que vociferen a sus pies.

Perdió México –ignoro el resultado del partido de ayer, pero lo adivino si tocó enfrentar a los argentinos (si me equivoco y México ganó evitaré encontrarme con Juan Villoro por un tiempo)– y el galope desbocado del imaginario colectivo angostado en la posibilidad de un gol y esa desquiciada devoción por tipos de parca cultura, pero con habilidad para patear pelotas, vuelve al cauce de la normalidad, de un estar ecuánimes para enfrentar la crudeza de una realidad ingrata, porque no era posible, ni deseable, ni moralmente permisible que fuese más importante una pelota metida a patadas dentro de una red que el contubernio de la Corte que avala una masacre de niños por indolencia, por omisión y por apáticas influencias; no es posible que sea más agravio nacional un balón en la portería del  Conejo Pérez que la imbécil, endeble defensa diluida en la locura mediática del futbol que hizo el secretario de Gobernación de los balazos con armas reglamentarias, de uso exclusivo y probada tenencia de soldados del ejército mexicano que asesinan niños. No puede pesar más una pelota que un gobernador ratero, cazado al meter mano en el trapicheo electorero de esta semana.

Pero sobre todo pierde México y al mismo tiempo pierde inercia una de las campañas de propaganda oficialista más vergonzante que jamás se pudo ver en la televisión Mexicana, ésa en la que un entrenador de la selección aparece, al pie del Ángel humillado al ser convertido en escenografía, en utilería ruin del gobierno, en tramoya de Televisa y TV Azteca, y esa mamarrachada putrefacta que es la Iniciativa México, cantando loas al país de sus sueños, al país que existe solamente en la aguardentosa imaginación de un presidente de dudosa legitimidad y una recua de oportunistas –entre ellos primerísimos los dueños de las televisoras– que se han pasado años enriqueciéndose, con puestos públicos, con “asesorías”, con turbios negocios y amañadas licitaciones públicas a base del ya tradicional expolio a las arcas públicas que suponen el gobierno y sus panegiristas y cortesanos. Pierde inercia el Vasco Aguirre, que pontifica su México imaginario y feliz a cuadro, porque su cheque es de tres millones trescientos mil euros, unos sesenta y seis millones de pesos, nomás por una temporada futbolera en un país donde el salario mínimo vigente es de menos de cincuenta y cinco pesos diarios para un trabajador… Pierde México y pierde su pedestal ese entrenador metido a cantor de églogas de bisutería que él mismo desmintiera poco antes cuando, en una entrevista hace unos meses, decía a los europeos cuán jodido país es éste. Vuelve, con el futbol históricamente mediocre de la selección nacional, un necesario baño de realidad para que hagamos frente a la rutina trágica. Que el abatimiento del fanatismo tricolor sublime en odio, en rabia silente, en rencor furioso, a ver si por fin le empezamos a cobrar a la pandilla de traidores que nos desgobiernan una de cal por las de arena. Porque ya no debe haber circo que valga. Ni tarugos que se lo crean. Aunque nuestra propia realidad sea lo último que queremos ver.