Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de junio de 2010 Num: 797

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El verdadero patriota argentino
LAURA GARCÍA

La pasión de Concha Urquiza
JAVIER SICILIA

Breve antología
CONCHA URQUIZA

Cine y zapatismo
JUAN PUGA entrevista con ALBERTO CORTÉS

Las güeras, de José Antonio Martínez
INGRID SUCKAER

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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con Alberto Cortés


Foto: Juan Puga

Cine y zapatismo

Juan Puga

Alberto Cortés, cineasta mexicano, nació en 1952, en México DF, estudió cine en el CUEC y en su filmografía destacan Amor a la vuelta de la esquina,Ciudad de ciegos, Violeta y recientemente Corazón del tiempo. También ha hecho documentales como La institución del silencio, La tierra de los Tepehuas, que le valió un Ariel; Imágenes, El fuego la palabra, México, ciudad hip hop, De migrantes, barro, papel y otras historias en Oaxaca, Teatro campesino, Resistencia… somos gente del maíz, Territorio Zapatista, nuestro futuro que viene después y Cerro el Huitepec, porque somos origen de acá. Después de esperarle por un cuarto de hora en una sección del restaurante donde nos citamos, pesqué a Alberto en la fuente de sodas mientras desayunaba. Después de casi treinta años de no vernos, su primer comentario fue sobre el estampado de mi playera, regalo de un viaje a Brasil, con las palabras “Garota de Ipanema” escritas sobre un pentagrama con la letra y notas de la canción…

 

–¿Sabes que esa muchacha ahora apareció? Era una chavilla y unos cuates que se iban a tomar unas chelas a un bar la veían pasar, y estaba guapísima, y después pasó en bikini y pues acabaron por hacerle una canción y nunca se supo quién era y ahora, cuando la canción cumplió veinticinco años, apareció la chava. Entonces ya era cuarentona pero aún guapísima, salió hasta en el Playboy

–Hablando de música, ¿quién hizo la música de Corazón del tiempo?

–Un par de cubanos: Descemer Bueno y Kelvis Ochoa.

–¿Las canciones fueron hechas especialmente para la película?

–Todas, no hay nada de lo que suena en la película que no haya sido compuesto especialmente para ella por estos dos cuates.

–¿Quién o quiénes las interpretan?

–Bueno, la música fue hecha por ellos aun antes de iniciar el rodaje. Se hizo a partir del guión y de que conocieran el lugar; los llevé a la selva a conocer los pueblos, y un poco, en una sesión larga que tuvimos, se fueron componiendo las canciones una a una, como de cada uno de los personajes, y una vez que se terminó una versión, ya como canción con guitarras, y luego durante el rodaje todavía, llegó Descemer. Ahí también se unió otro músico que es Xavi Turull que es el percusionista y el responsable del grupo español Ojos de Brujo; es catalán.

–¿Cuánto tiempo estuviste en la selva?

–Fue un período muy largo, durante el tiempo en que se estuvo escribiendo el guión; de que entramos a conocer los pueblos y todo eso, pasaron como siete u ocho años, pero terminamos unos dos años antes de la filmación que es cuando estuvimos viviendo ya permanentemente en Chiapas, en San Cristóbal, pero íbamos y veníamos mucho, y ya durante el rodaje se grabaron algunas voces de niños, de mujeres, algunos coros, unas marimbas, y después la música se grabó en un estudio en Cuba; luego esas bases musicales las trabajamos en México para meterles voces, como la de Cecilia Toussaint y la de Marina, cantante de Ojos de Brujo.

–¿Qué tanto hace que conoces a Hermann Bellinghausen?

–Esta es la segunda película que hacemos juntos; él escribió también Ciudad de ciegos, entonces sería natural que hiciéramos este guión juntos. Cuando empecé a ir a visitar estos pueblos, pues fue un poco a través de Hermann.


Escenas de Corazón del tiempo

–¿Qué despertó en ti el interés por los pueblos zapatistas?

–Yo llegué tarde al zapatismo, por el año 2000, y para mí era como una asignatura pendiente por no haber ido antes y por haber estado tan lejos de toda esa revolución que se estaba dando adentro y todo lo que había pasado, o sea, yo no había visitado los pueblos nunca, y bueno, fue un momento en el que ya tuvimos chance de movernos. Me fui para allá, llegué incluso a casa de Hermann en San Cristóbal, y él nos dio más o menos las coordenadas de cómo podíamos llegar y por ahí llegamos…

–¿Tuvieron problemas al internarse en la selva?

–No, porque la película es una película zapatista, es una coproducción con ellos, entonces, una vez que obtuvimos el permiso de la junta del EZLN, muchísimas cosas se facilitaron al contar con su apoyo.

–¿Conociste a Marcos?

–Lo conocí, hablé con él unas cuantas veces, al principio, para proponerle el proyecto de hacer cine en la selva después de muchos años, y luego tuve un par de encuentros en algún momento en que la película encontró problemas; entonces él ayudó a resolverlos. Siempre tuvimos el apoyo de la comandancia y a veces, cuando no sabíamos bien por donde jalar, ellos nos ayudaban.

–¿Durante las escenas en las que aparece el ejército mexicano y los operativos, ¿cómo lograron negociar con el ejército para poder filmarlo?

–No hubo negociación con el ejército, todos son actores, son los mismos “compas”, disfrazados de guardias, con sus propios camiones pintados, las armas son de plástico, todos los que aparecen en la película de principio a fin, todos los que ves, son zapatistas.

–¿Cuánto tiempo te llevó estructurar el guión, hacer las tomas, editar la película?

–Son tres procesos muy diferentes, por ejemplo, el guión llevó mucho tiempo, muchos años, fue un proceso muy lento, había meses más intensos en que nos lográbamos juntar Hermann y yo y escribíamos. Pero pasaron años, cinco o seis años. En cambio, el rodaje, si cuentas con la preparación y el rodaje mismo, han de haber sido cuatro meses. La edición de la película nos llevó como diez meses; es un proceso que le llaman ahora de media digital; se filmó en súper 16 mm en cine, negativo, después se pasó todo a un soporte digital y una vez editado, postproducido y corregido el color, se volvió a regresar a cine, pero ya en 35 mm.

–Hay alguien de apellido Cortés que aparece en el reparto, ¿es hijo tuyo?

–Sí, está a cargo del sonido, fue una película muy familiar; la productora y directora de arte es mi mujer; en el camino nació Bruno, que ahora tiene siete años, Emilio y muchos de sus compañeros de generación participaron como técnicos importantes; productor, fotógrafo, asistente de dirección; todos de una misma generación. Emilio, quien cumple ya treinta y dos, es hijo de mi primer matrimonio; tengo otra hija, María, que es hija de Cecilia Toussaint y de hecho, todos esos años en que estuvimos yendo mucho a la selva y algunos meses viviendo allá adentro, lo hicimos Ana (mi mujer), Bruno y yo.

–¿Es la primera vez que una de tus películas aparece en cartelera?

–Yo creo que de las experiencias que he tenido de exhibir comercialmente, esta es la más afortunada. Estuvo en La Cineteca, Lumiere, Cinemanía, y ya empezó a girar en provincia; ha estado en Tuxtla, en Chiapas, en Metepec, en Toluca y en Cuernavaca y próximamente va a Guadalajara.

–¿Por qué existe tanta dificultad para que la película se exhiba en horarios fijos?

–Porque las cadenas y distribuidoras de cine que están a cargo de la exhibición en México están pensadas para explotar el cine de Hollywood, entonces cualquier otra cinematografía, incluso la nacional, les estorba. Esa es la razón por la que no vemos películas sudamericanas, ni europeas, salvo raras excepciones; entonces una película mexicana, sobre todo en un momento como el actual, donde se está produciendo mucho, donde hay muchas películas mexicanas, en que hay cola para las películas que se exhiban, cuando lo logramos pues lo hacemos, ya de entrada, en condiciones muy desfavorables, porque competir con el aparato publicitario de Hollywood es prácticamente imposible. Y por otro lado, el cine actual se ha convertido en otra cosa, ya no como lugar de ocio, de disfrute, pues además de ser muy caro, la gente no va específicamente a ver una película, va al lugar, y ya ahí, decide qué quiere meterse a ver, que de todas maneras no hay tanta oferta, pues siempre giras alrededor de diez o doce películas de Hollywood y las poquitas excepciones que se puedan colar. Ahorita en todo México deben estarse exhibiendo unas veinte o veintidós películas, de las cuales más de quince son de Hollywood; entonces el gran problema del cine mexicano actual y no solamente del mexicano, sino cualquier cinematografía nacional, en cualquier parte del mundo, es tener que competir, en condiciones muy desiguales con Hollywood.

–¿La película ha producido algo en taquilla?

–Va entrando algo de dinero; hicimos una apuesta a no gastarle mucho en publicidad y promoción, apostamos a que le gustara a la gente para que ésta misma la recomendara, y bueno, se está defendiendo. Esperemos que deje algo; sabemos que es muy poco porque también el reparto de dinero de taquilla es desfavorable para los productores. Pero no pensamos en esta película como negocio; esperamos que pueda haber alguna recuperación, pero pienso que lo principal es que se exhiba y, en ese sentido, este no es su único lugar de exhibición. Son importantes las cadenas de exhibición y los cines porque se trata de una película que donde mejor se ve y se puede disfrutar es en un cine, pero esta película tendrá otra distribución igualmente en territorio zapatista donde se verá bastante, y esperemos que en otros lugares.

–¿Se les pagó algo a los actores?

–Sí y no; no, porque una de las condiciones que puso la autoridad zapatista fue no llegar a seducir con el dinero, como hace el cine. Tuvimos que llegar a un acuerdo, donde pagábamos parejo a todos, no importa cuál fuera la ocupación (carpintero, animalero, actor estelar). La paga significaba más un reconocimiento al día perdido de cada quien en sus trabajos. Entonces se les daban, por ejemplo, cien pesos parejo a todos. Eso no quiere decir que su trabajo se haya reconocido con ese valor; la diferencia reside en que, dentro del presupuesto cinematográfico cada uno de ellos tenía un valor de acuerdo con su participación. Entonces toda esa diferencia de sueldos va directo a la Junta de Buen Gobierno y al final se hizo una gran aportación que los hace coproductores de la película.

–¿Crees que lograste satisfacer esa curiosidad que algunos tenemos de saber qué está pasando en Chiapas?

–Yo creo que de alguna manera sí, pues a pesar de que el problema del zapatismo y de Chiapas es muy grande y muy viejo, aquí apenas estamos mostrando un pueblo pequeño y de una zona muy específica y de unas condiciones muy específicas. Hay pueblos que la viven mucho más difícil, aquí no tanto, pero creo que se muestra mucho cómo están viviendo. El hecho mismo de que la película pueda haberse hecho, te demuestra en qué nivel están; o sea, que si los dejan en paz, si se les ayuda, si se les hace partícipes, resulta de verdad sorprendente lo que pueden ser capaces de hacer. Todos esos jóvenes que ves en la película no han vivido el alcoholismo, pues desde hace veinticinco años para ser zapatista tienes que dejar de beber; entonces el alcoholismo se erradicó completamente, y tú ves a estos chavos, tienen otro nivel de salud mental.

–Has obtenido reconocimientos por tus documentales, ¿cuáles son?

–Mi primer trabajo profesional después del CUEC fue justamente un documental sobre una comunidad indígena, fue un trabajo por encargo para el INI que en aquel momento tenía un archivo etnográfico grande, y me encargaron hacer un trabajo sobre los tepehuas. Fui y decidí enfocarlo hacia la tierra y los problemas relacionados. Estaban pidiendo una extensión del ejido; el pueblo se había formado durante el período de Lázaro Cárdenas en Veracruz, y había llegado a ser importante, y al crecer y al ellos tener hijos y nietos necesitaban más tierra, entonces ya estando en el lugar, filmando, al hablar con ellos surgió que la mejor forma de contar la historia de su pueblo era hacer una pequeña ficción. Y fue esta la primera vez que logré trabajar con indígenas, no sólo como documental, sino acercándome a la ficción.

–¿Cómo te sientes?

–A toda madre y muy contento de que lo logramos con este trabajo, que no fue fácil, pero fue muy divertido, y con llegar a este punto, porque todavía falta; falta regresar a la selva y llevarles toda una edición de DVD’s que estamos preparando; falta un poquito de camino.