jornada


letraese

Número 167
Jueves 3 de junio
de 2010



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

Danos, Señor, nuestro
Efavirenz pirata

-¿Y entonces, qué es esa medicina que tomé, doctor?-El médico frunce el entrecejo, levanta los hombros, se rasca la nuca con rabia y me responde en seco: “No sé”. Callado, lúgubre, prescribe un montón de pruebas de laboratorio y me pide que vaya lo más rápido posible a sacarme sangre y revisar carga viral, conteo de CD4, bioemetría general; pipí y caca, etc.

Llego a casa y vuelvo a revisar el frasco de Stocrin. Todo parece normal en él: tipografía, sellos, tapa, tamaño, forma, holograma. Hasta el pinche precio es igual. Excepto su contenido. Los comprimidos que he tomado por años son de color amarillo, grandes y ovalados, con el número 225 excavado en su superficie. Los que estuve ingiriendo por mes y medio son de tono perla, pequeños, redondos, de sabor dulce, sin número grabado. Completamente diferentes. Apócrifos. ¿Qué diablos sucedió?

Siento náuseas. Un escalofrío me recorre la espalda. Mi mujer está hecha un huevecito tembloroso en el sillón y no para de moquear. “Tranquila, mi amor, vamos a esperar los resultados del laboratorio”. Ni yo me creo la farsa de esta tranquilidad que trato de fingirle. En el frasco del medicamento viene el número de servicio al cliente de Merck, Sharp & Dohme (MSD), la empresa fabricante. Llamo al 018004687253. Una voz de caballero me escucha con atención, lo oigo tipografiar en su computadora los datos que le voy proporcionando. Al final me dice que ya envió el reporte y que alguien del “área correspondiente” se comunicará conmigo. Veinticuatro horas después llama una dama y me dice que “lamentablemente” la descripción del fármaco que les he proporcionado no corresponde “en absoluto” a su producto en el mercado mexicano. Jódete joto.

La mujer de MSD me pide que le envíe todos los frascos de Stocrin 600 mg.que tengo en mi poder, ella me los repondrá de inmediato y sin costo. “Señorita, necesito saber qué estuve tomando todo este tiempo, necesito correr la voz, somos muchos en la misma situación”. Ella dice que por supuesto se me informará apenas tengan los resultados de sus pesquisas, que no mueva nada, que espere. Al día siguiente llega a mi puerta una camioneta de UPS y hago el canje. Abro los frascos, su contenido en cantidad y apariencia corresponden al medicamento original. Han pasado casi dos meses. Ni por email ni por teléfono ni a través del hospital ni médico me han notificado nada. ¿Qué mierda tragué?, ¿puros dulcitos?, ¿alguna terapia para esquizofrénicos?, ¿me crecerán las chichis?, ¿me quedaré ciego? Answers!

Lo mismo que sabe mi abuelita que ahora está en un sagrado pedestal junto al señor diosito, es lo que los enfermos sabemos sobre esta misteriosa y peligrosa emergencia: nothing. Nadie nos dice nada. Ni MSD, ni Cofepris, ni Censida, ni SS, ni la puta madre del cabrón que a costa del caos que es el sida en México ya se embolsó varios millones. Les apuesto mi carga viral: seguro el infeliz se paseará en la Conferencia de sida en Viena, a ver a quien agarra de su próximo pendejo.


S U B I R