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HUGO GUTIÉRREZ VEGA
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JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ
¿Qué sería de nosotros sin Miguel?
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Las voces y el viento
LUIS GARCÍA MONTERO
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MARTÍN LÓPEZ-VEGA
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Miguel Hernández en sus tres heridas
FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA
Llegó con tres heridas...
MIGUEL HERNÁNDEZ
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JOCHY HERRERA
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Hugo Gutiérrez Vega
LA “MANIPULACIÓN” DE LA OPINIÓN
(III DE X)
Los periódicos especializan a sus reporteros en el manejo del lenguaje arquetípico propio de los sectores de intereses concretos a los que me he venido refiriendo y, al mismo tiempo, acostumbran a dichos sectores al lenguaje y al “estilo” usado por sus reporteros. Este fenómeno empobrece los reflejos del público lector y, para evitarle cualquier forma de esfuerzo mental, le entrega la información totalmente elaborada, digerida, y muchas veces hasta defecada.
Sin embargo, el público lector demuestra sus exigencias de información de manera muy débil e incoherente. Acostumbrado, como lo está, a que el poder público no le informe, y habituado a no reflexionar sobre los problemas políticos y sociales, ya que ese trabajo es exclusivo de los miembros de la clase dominante, desahoga su frustración por medio de las pequeñas catarsis cotidianas que le proporcionan los chistes políticos, los insultos a los poderosos vertidos en el cenáculo de la mesa de café y los rumores sobre la vida privada de los miembros de la oligarquía, recogidos en las tertulias y en las reuniones de amigos. El boletín oficial, entregado al público a través de la televisión, no promueve la discusión de las noticias del día, ni presenta las distintas facetas que caracterizan los acontecimientos políticos. Se escucha la opinión oficial y se acepta sin discusión. Si resulta molesta, el receptor buscará desahogarse con un chiste o con un insulto en voz baja.
Las clases marginadas, que en nuestro medio constituyen una abrumadora mayoría, tienen demasiadas preocupaciones relacionadas con los problemas vitales inmediatos y no están en condiciones de participar en la espesa problemática de la llamada “opinión pública”.
Todo el complicado aparato informativo busca, para asegurar la dominación ideológica, producir en las masas los efectos causados por un cuidadoso proyecto de desinformación. Nunca el hombre había acumulado todos los días tal cantidad de información. Todo indica que, rodeado de aparatos trasmisores de noticias que lo bombardean en el seno de su hogar, en la soledad de su automóvil, en el bar, el restaurante y en casi todas las esquinas de las calles de su cuidad, está en condiciones de conocer todo lo que sucede en el mundo y de poseer las claves de interpretación que le clarificarán el contenido profundo de esos sucesos. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Este hombre saturado de informaciones, que escucha diariamente varios noticieros radiofónicos, que ve los programas informativos de la televisión y que tiene las manos llenas de periódicos matutinos, vespertinos y nocturnos, está muy lejos de ser parte integrante del proceso informativo a través de una participación real y efectiva en su programación general. Hund, dice que “el receptor de noticias participa en todo y, sin embargo, todo lo ignora”. Conoce los efectos, ignora las causas. Es el último eslabón de una cadena en la que no tiene intervención alguna. La noticia, antes de llegar a sus sentidos, ha sido objeto de toda clase de manipulaciones. Le llega como un reflejo de la realidad que ha sido condicionada por los amos de la manipulación.
En la sociedad capitalista es fácil descubrir el rostro de los manipuladores. El imperialismo estadunidense, los poderes estatales, las oligarquías económicas, las agencias internacionales y los directores de los medios informativos, participan en el proceso de selección, conformación y “orientación” de la noticia.
(Continuará)
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