Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 2 de mayo de 2010 Num: 791

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

No hay Juan sino Juanes
LUIS GARCÍA MONTERO

Nombrar con nombre imposible
DANIEL FREIDEMBERG

Los fantasmas con un sollozo mudo
EDUARDO HURTADO

Juan Gelman o “Los hielos de la furia”
VÍCTOR RODRÍGUEZ NÚÑEZ

Don Juan Gelman
ENZIA VERDUCHI

Juan Gelman: palabra de hombre
JOSÉ ÁNGEL LEYVA

Juan Gelman, su poética
JUAN MANUEL ROCA

Un poeta metido en el baile
JORGE BOCCANERA

Tres poemas inéditos de Juan Gelman

Juan Gelman: del poeta, de la tragedia y la esperanza
JUAN RAMÓN DE LA FUENTE

La Vibración del poema
RICARDO VENEGAS entrevista con MARIO CALDERÓN

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Poema
HJALMAR FLAX

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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con Mario calderón


Ilustración de Juan Gabriel Puga
 

La Vibración
del poema

Ricardo Venegas

Mario Calderón (Guanajuato, 1951) es un poeta de la generación de los cincuenta. Amén de su tarea creativa, es profesor del postgrado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. No es el único de su generación que ha incursionado en otros géneros (es autor de seis libros de poesía, tres de ensayo y tres de narrativa). Su libro de poemas Vibraciones de la creación (2004) es testimonio de búsqueda y hallazgo si atendemos a las palabras de Héctor Carreto cuando dice que, para Calderón, “Dios es un artista y su creación, el universo, es su obra de arte”

–¿ Cómo se relaciona su poesía con ese concepto?

–El término poesía, según Aristóteles, procede de poiesis, “creación”. Poesía es vida, la vibración de la creación, que aún no ha terminado, porque el mundo o la naturaleza, como toda obra de arte, se encuentra en estado subjetivo, evoluciona aún. Un poeta pretende, a través del lenguaje, atrapar la subjetividad de la vida y, de esa manera, la poesía se convierte en un modo de conocer: conocimiento mediante las sensaciones. En mis libros, tanto en poesía como en narrativa, entiendo el mundo como una obra de ficción que presenta una estructura precisa. Gracias al ejercicio de la literatura aprendí a leer esa estructura de la realidad en la vida cotidiana de tal modo que hoy puedo adivinar, decir a cualquier persona –sin conocerla– detalles acerca de su pasado, su presente y sucesos de su futuro incluso. Se trata de un procedimiento que desarrollé y he perfeccionado a lo largo de los años. Tengo, como evidencias de esta afirmación, constancias y videograbaciones de la Universidad Pedagógica Nacional, la Universidad Iberoamericana de Puebla y las Facultades de Psicología y Físico Matemáticas de la buap. Se trata de un método de lectura del entorno de los sujetos que tiene los mismos códigos del lenguaje literario. Sus claves son las siguientes: el entorno de un individuo corresponde a su medio social o general, lo que se encuentra a su lado derecho, personas u objetos, es lo más importante para él; lo que se localiza a su izquierda es de menor importancia. Lo que se halla adelante corresponde al futuro y las personas que se observan atrás equivalen a aquellas con las que se convivió en el pasado, porque nuestras acciones siguen reproduciéndose de manera dinámica en cualquier sitio donde nos encontremos. El espacio es lo plástico del tiempo y aproximadamente el lugar que ocupa una persona corresponde a un año o un ciclo. De esta manera, podemos contar hacia atrás o hacia adelante del sujeto analizado para saber hace cuánto tiempo sucedió (o sucederá) tal o cual experiencia. Para leer el entorno y, en general, la realidad como novela, existen fundamentalmente tres lenguajes: el simbólico (una piedra puede ser símbolo de obstáculo, un hoyo en el piso símbolo de crisis), el pictórico o pictográfico, que consta de imágenes, y las personas del entorno y sus acciones, que forman parte de un lenguaje denotativo. Considero que en esta novela del mundo, que es en realidad la historia de la humanidad, hay relación del nombre y apellido de una persona –cuando el significado es claro– con su carácter o con sus acciones, quizá porque al ser nombrado se le programa de manera inconsciente. La evidencia puede observarse en la madurez del individuo cuando ya se ha producido una obra. El ejemplo clásico es Thomas Alva Edison, que tiene el siguiente significado: Tomás (doble, mellizo en arameo), Alva, alba (luz, claridad en latín), Edison (tesoro guardado en germánico). El significado completo es “luz melliza, tesoro guardado o encerrado) y tal vez el mayor descubrimiento de este científico sea la lámpara eléctrica. Esta teoría ha sido incluida recientemente en una antología de poesía mexicana, acompañando el nombre de los antologados. El libro se llama El oro ensortijado. Poesía viva de México, de Mario Bojórquez, Alí Calderón, Álvaro Solís y Jorge Mendoza, publicado por Eón y la Universidad de Texas.

–¿Y qué puede decir de su manera de escribir poesía? Dice Héctor Carreto que usted es el más original de su generación.

–Construyo mi poesía considerando lo anterior. Trato de extraer del lenguaje sus distintas posibilidades significativas, ponerlo en crisis o, más bien, ir más allá de su manejo convencional. Es decir, busco una poesía que se construya desde el riesgo, que experimente verdaderamente con el lenguaje, pero no de manera ingenua, como se ha venido haciendo en México, en un refrito de la vanguardia, sino buscando siempre en las palabras sus dos rostros: el que corresponde al plano del consciente y, por otra parte, el de lo inconsciente. Es así que muchas veces escribo una poesía que establece una doble historia, paralelismos entre la realidad exterior e interior del hombre, por ejemplo. En realidad lo que me interesa es atrapar la subjetividad y conseguir así lo extra, la polisemia, que es lo que hace literario a un texto.

–¿Cómo convive con los poetas de su generación?

–Bien, conozco personalmente a pocos, pero he leído con atención a la mayoría. En la preparatoria conocí a Héctor Carreto y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM fuimos compañeros de generación con Vicente Quirarte y José Francisco Conde. Más tarde conocí a Arturo Trejo, Eduardo Langagne, Efraín Bartolomé, Baudelio Camarillo, Margarito Cuéllar . En 1980 fundamos la editorial Liberta-Sumaria con Rolando Rosas, Carlos Oliva y otros.

–¿Cómo ha formado su propia tradición esta generación?

–Su diversidad indica una gran riqueza. Estos poetas tienen sus modelos en diversos sitios: en Paz, en Pound y Eliot, en la poesía epigramática y conversacional de Cardenal y Pacheco. Tres poetas mexicanos sirven como guías claras: Alí Chumacero, Rubén Bonifaz y Eduardo Lizalde. De estos tres poetas, creo, se ha desprendido, de algún modo, una tendencia poética muy vital en nuestros días.