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Las heridas de Haití

El cineasta presenta un trabajo con las primeras imágenes tras el sismo del 12 de enero

Ningún gobernante haitiano tomó en serio las advertencias de una catástrofe natural: Antonin
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 27 de abril de 2010, p. 27

Puerto Príncipe, 26 de abril. Al cineasta Arnold Antonin le cruzó una sola idea por la cabeza cuando el 12 de enero por la tarde empezó a sentir las sacudidas del sismo. ¡Llegó! La catástrofe anunciada. La advertencia desoída. Él no sólo había tomado en serio las evidencias científicas que eran del conocimiento de los gobernantes de este país desde hacía tiempo sobre las altas probabilidades de un terremoto de esta magnitud, sino desde hacía años alentaba la movilización de varios frentes de la sociedad civil para exigir la promoción de una cultura de prevención en la sociedad y sus gobernantes.

En 2004, Jean Bertrand Aristide, el entonces presidente, recibió un estudio técnico elaborado por el ingeniero geólogo Claude Prepetit en el que le advertía que, debido a las condiciones de las dos fallas geológicas activas que recorren el subsuelo de la isla por el norte y por el sur, era previsible un sismo de intensidad considerable en un plazo de entre dos y diez años. Otros sismológicos extranjeros respaldaron esta previsión; incluso aportaron más elementos.

Aun antes, desde 1996, Prepetit había iniciado la publicación de artículos en el periódico Le Nouvelliste e insistía en este riesgo. “Como las autoridades no pusieron atención –cuenta el científico–, inicié una campaña a nivel básico, sobre todo en las escuelas, tratando de sensibilizar a niños y a jóvenes sobre la cultura de la prevención, sobre la necesidad de corregir el crecimiento anárquico y normar las construcciones antisísmicas en las dos principales ciudades (Puerto Príncipe, por donde corre la falla sur, y Cabo Haitiano, que tiene en su subsuelo la falla norte).”

Antonin agrega: Nunca en la historia, ni siquiera después de los tres desastres consecutivos que hubo en 2004 y 2008 en Gonaives, por los huracanes, se ha hecho un simulacro para preparar a la población ante una catástrofe natural. Ningún gobernante nos tomó en serio.

Pero sí lo hizo un sector de la sociedad civil. El movimiento ecologista Moun pu un Aiyti Bel (Gente por un Haití Bello) y el Foro Libre, que es un espacio de reflexión sobre diversas problemáticas, debatieron, documentaron y denunciaron. Su preocupación se materializó con el desplome de una escuela en el barrio Nerettes en 2008, con saldo de cerca de 30 alumnos muertos. La causa fue la mala calidad de la construcción. En julio de 2009 la exigencia de una política preventiva incluso salió a las calles. Una marcha partió del monumento del libertador Jaques Dessalines con el lema: No al suicidio colectivo.

Pero, lamenta el dirigente de este movimiento, nos tomaron a la ligera, como siempre. La consecuencia no pudo haber sido peor.

Apocalipsis Now

Hace unos días, el prolífico documentalista (Antonin ha realizado más de 30 películas y documentales, entre otros ¿El presidente tiene sida?, Art Naif y la represión, GNB contra Atila entre otras) presentó por primera vez su trabajo más reciente, que se llama precisamente Crónica de un desastre anunciado: Apocalipsis Now. Muchos en el auditorio veían por primera vez las horribles imágenes que dieron la vuelta al mundo, ya que los haitianos no tuvieron ni luz ni televisión los primeros días de la emergencia. La penumbra de la sala se llenó de sobresaltos con las tomas impactantes del camarógrafo Kharmeliaud Moise, quien pocos segundos después del desplome de todo un mundo a su alrededor salió a grabar a las calles enloquecidas.

Al final de la función vino el debate, que pronto se convirtió en una lluvia de propuestas ciudadanas, todas ellas críticas a las directrices que sigue el plan oficial de la Comisión Interina de Reconstrucción Nacional. Este órgano, presidido por el presidente René Préval y el ex mandatario estadunidense Bill Clinton, cuenta, con la anuencia del Poder Legislativo, con poderes plenipotenciarios por el próximo año y medio.

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Viviendas construidas sobre la ladera de Camape Vert, en Puerto Príncipe, se precipitaron hacia la barranca en el terremotoFoto Alfredo Domínguez

Para cerrar el debate, Antonin declara: La batalla por la reconstrucción ha comenzado. Más tarde, en entrevista, expresa su esperanza de que en reacción a la imposición de esto que llama un virtual estado de excepción, pueda surgir un nuevo movimiento de la sociedad civil.

En nombre de los muertos, un cambio real

–¿De qué depende que se pueda construir una alternativa?

–De la clase política tradicional desde luego no. Ni siquiera los partidos de oposición tuvieron el peso suficiente para impedir que el Congreso aprobara los plenos poderes para Préval. Él controla muy bien estos órganos del poder, como un Maquiavelo del tercer mundo, con la corrupción. Después de la revolución de 1904 éste ha sido el país de la contrarrevolución permanente.

–¿Cuáles son las posibilidades de crecimiento de la sociedad civil?

–Primero hay que advertir que existe la tendencia que tiene el pueblo haitiano de instalarse en lo habitual, en el fatalismo. En la lucha por la sobrevivencia hay muy poco tiempo para reflexionar. Ése es un gran obstáculo.

“El segundo obstáculo es la gran miseria de masas, que favorece también la falta de toma de conciencia. Aquí los viejos políticos no trabajan con la base, con el pueblo, los trabajadores, los campesinos. Por eso la esperanza está en los jóvenes.

“Inmediatamente después del terremoto pensé que surgiría una actitud nacional de todas las clases sociales –media, burguesía, trabajadores y hasta los no trabajadores, porque hay una gran lumpenización del país–, que compartirían una nueva mística. Esperaba que en nombre de los muertos la gente se hubiera movilizado por un cambio real. Ésta fue una desgracia pero fue una gran oportunidad para arrancar sobre bases nuevas, morales, ecológicas, aquí en donde la naturaleza es considerada como una enemiga. Pero Haití es el país de las oportunidades perdidas. Ese puede ser tema de mi próxima película.”

–¿Este movimiento no puede exigir una explicación de en qué se va a gastar todo ese dinero?

–Ha habido muchos esfuerzos; se han creado muchos grupos de la sociedad civil, urbanistas, arquitectos, ingenieros, jesuitas, sindicatos, ecologistas. Hemos discutido, hemos hecho propuestas al gobierno. El 19 de marzo nos citaron a una reunión solamente para poder decir que consultaron a la sociedad civil. En realidad sólo querían que estampáramos nuestra firma en un documento que no habíamos visto antes. Una de nuestras propuestas para evitar que la reconstrucción sea sujeta a todas las fluctuaciones de la vida política en un año electoral, para que no sea rehén del clientelismo, la corrupción, era crear una entidad nacional autónoma, con una duración que vaya más allá del mandato de los gobiernos, que fuera una columna vertebral que permita consolidar los ministerios, las instituciones. Lo vieron como una amenaza, como un poder paralelo al Estado. No se aceptó. Aquí hay gente preparada, técnicos y políticos, geofísicos, hombres de leyes, economistas, sociólogos, historiadores, representantes de la sociedad civil, trabajadores, campesinos, del interior y la diáspora, para gestionar la reconstrucción. Ellos tendrían que ser los que decidan cuáles son los proyectos válidos, que no permitan el contratismo que sólo favorece a la oligarquía local, la corrupción, a las familias de los gobernantes.

–¿Cree que esa oportunidad se perdió definitivamente?

–No, todavía tengo esperanza. Si no, caería en depresión profunda.