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Ni-ni, la mitad de los venezolanos; ni están con el presidente ni con la oposición: sondeo

Apagones, carestía y delincuencia, piedras en el zapato de Hugo Chávez

La popularidad del mandatario ha decrecido, pero los desencantados no emigran hacia la disidencia

La debilidad oficial es que el cargo del jefe de Estado no estará en juego en comicios de septiembre

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El presidente venezolano conduce su propio vehículo para llegar a la ceremonia de inauguración de un acueducto en la ciudad de CaracasFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Domingo 7 de febrero de 2010, p. 22

Caracas, 6 de febrero. Es la primera vez, que se recuerde, que chavistas y antichavistas están de acuerdo. Al menos en la agenda: la crisis eléctrica, el aumento de precios tras la devaluación del bolívar y la inseguridad pública serán los ejes de una campaña electoral que arrancó ¿en enero? No, que no ha parado nunca, porque Hugo Chávez y sus opositores, se miden todos los años en las urnas, sea en elecciones regulares o en referendos.

La semana que termina, el presidente venezolano le ha entrado al toro en dos de los temas, al anunciar, por un lado, la creación de un fondo eléctrico y recibir a sendas delegaciones de países amigos que colaborarán con Venezuela en la solución de su crisis energética. La otra pata de su estrategia fue el anuncio de un programa especial de seguridad pública, para combatir la delincuencia en los estados y municipios que registran los mayores índices de delito.

Para la oposición, ambos anuncios indican que Chávez sabe que no las tiene todas consigo. La encuestadora Datanálisis ha ofrecido recientemente los resultados de un estudio que indica que más de la mitad de los venezolanos se define como ni-ni, es decir, que ni están con Chávez ni con la oposición. Aunque sus directivos son abiertamente opositores, Datanálisis cuenta con cierta credibilidad entre los chavistas, entre otras cosas porque acertó en el porcentaje con el cual ganaría Hugo Chávez la elección de 2006.

Los estudios más recientes de esa firma indican que la popularidad de Chávez ha bajado aunque, para desgracia de la oposición, quienes se desencantan del presidente no necesariamente caen en los brazos del antichavismo.

Frente a datos como los anteriores, este día la multiestatal Telesur difunde un estudio del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD), efectuado en enero, según el cual 58.3 por ciento de los ciudadanos aprueba la gestión de Chávez. Esa cifra confirma que Venezuela es, electoralmente hablando, el país del 60-40.

Desde 1998 tenemos un país partido en dos. Chávez alcanzó su punto más alto en 2006, cuando ganó con casi 64 por ciento de los votos, y la oposición tuvo su techo en el referendo constitucional de 2007, con 50 por ciento, dice, para ponerlo simple, el encuestador Germán Campos, en entrevista con este periódico.

Campos, claro, advierte que no estamos frente a un simple juego aritmético, entre otras razones porque el triunfo opositor de 2007 se debió en gran medida al descontento de una amplia franja de chavistas que no salió a votar una reforma que le parecía un engendro sin pies ni cabeza. No ganamos nosotros, perdió Chávez, decía ese año Felipe Mújica, del opositor Movimiento al Socialismo.

Una de las principales debilidades del chavismo de frente a los comicios de septiembre es que el cargo de Chávez no está en juego. Ya en 2008 varios de los hombres fuertes del chavismo fueron derrotados en las elecciones regionales, lo que le permitió a la oposición hacerse de las gubernaturas de los departamentos más poblados del país.

Esas victorias, sumadas a la crisis eléctrica que ha traído apagones y cortes programados, a la violencia delincuencial y a la devaluación de la moneda (el bolívar fuerte pasó, en el cambio oficial, de 2.15 a 4.30 por dólar, sin contar el mercado paralelo donde se cotiza en 6.20) han hecho que la oposición eche las campanas volar y algunos de sus dirigentes anuncien anticipadamente su triunfo.

El camino es todavía largo y tiene muchos asegunes. La encuesta de Datanálisis indica que 20 por ciento de los venezolanos se identifica con el partido de Chávez, el Socialista Unido de Venezuela, en tanto que otras fuerzas aliadas del chavismo tienen porcentajes menores. En contraste, la oposición de todos los colores y un montón de pequeñas fuerzas partidistas apenas suma 9 por ciento. La cifra mayor, 59.6 por ciento, corresponde a quienes se consideran independientes.

Si se hace caso omiso de las cifras de Datanálisis, las que ofrece el IVAD, a través de Telesur, tampoco muestran un camino sembrado de rosas para el chavismo.

Si las elecciones fueran ahora (la encuesta se efectuó la segunda quincena de enero), 42.4 por ciento religiría a Chávez y 41.5 por ciento no lo haría (margen de error de entre 1.03 y 2.37).

En el mismo estudio se afirma que 49.5 de los ciudadanos no desea que la oposición obtenga la mayoría en el congreso (Asamblea Nacional) de 165 lugares. Pero 41.5 por ciento dice que sí.

Datos como el anterior llevan al encuestador Campos a afirmar que el próximo septiembre lo que está en juego no es la mayoría de la Asamblea Nacional, sino la mayoría calificada.

Desde la otra Venezuela, la de la oposición, el escritor Rafael Arráiz Lucca dice que Chávez no podrá ser el portaviones que lleve a su gente a la Asamblea Nacional, y si no consigue mayoría en ese órgano legislativo estará en problemas muy serios.

Chávez, según sus declaraciones públicas, lo sabe mejor que nadie. En las últimas semanas habla del tema a diario, como lo hizo hoy durante la inauguración de un acueducto: “No podemos permitir que ganen las elecciones de la Asamblea Nacional… la burguesía quiere ganar las elecciones pero no lo vamos a permitir. Perderán por knock out”.

Sin mayoría calificada en el congreso unicameral, estaría en riesgo el andamiaje jurídico de la revolución socialista y asuntos más inmediatos, como los nombramientos del fiscal y el procurador de la república, además del defensor del pueblo y los magistrados de la Corte Suprema.

Chávez necesita 110 diputados y, según los expertos, los números actuales le dan sólo unos 90.

Sin embargo, su reto inmediato, más que electoral, es técnico, por la crisis eléctrica que ha obligado al gobierno a racionar la energía eléctrica y a programar apagones en diversas partes del país.

La crisis se debe a la falta de mantenimiento en el sistema de generación y a la aguda sequía, que llevado a niveles críticos al embalse del Guri, en el sur del país, donde se genera cerca de 70 por ciento de la energía nacional.

Si se sigue la encuesta difundida por Telesur, la nación sudamericana del 60-40 se esfuma en la oscuridad. A la pregunta de si el gobierno chavista será capaz de resolver la crisis derivada, en parte, por la sequía (siete de cada 10 focos venezolanos se encienden gracias a las empresas hidroeléctricas), 47.2 por ciento cree que sí podrá, en tanto que 45.2 de los consultados dice que no.

Esta escalera (mecánica) está apagada en apoyo al programa de ahorro de 20 por ciento de la energía eléctrica, dice el letrero en un centro comercial ubicado cerca de la Plaza Altamira, lugar emblemático del antichavismo.

Bajar a pie una escalera eléctrica es lo menos que han padecido los caraqueños, aunque en esta ciudad los cortes del servicio eléctrico fueron eliminados y ahora el peso del ahorro lo cargan algunos departamentos del interior

Cubanos, argentinos, brasileños y estadunidenses participan en un equipo creado por el gobierno de Venezuela para solucionar la crisis. Rusos y chinos también han ofrecido ayuda, según asegura el ministro para la Energía Alí Rodríguez Araque.

Ramiro Valdés, en la mira

Sin embargo, la oposición política ha centrado sus ataques contra la presencia del funcionario Ramiro Valdés, que según las televisoras y diarios disidentes ha venido para encabezar la cacería de antichavistas. Un personaje siniestro, es el epíteto más suave que le han endilgado.

Rodríguez Araque ha explicado, en la televisión estatal, que los cubanos han venido a ofrecer su experiencia en materia de ahorro de electricidad, sustitución de aparatos de alto consumo y focos incandescentes, así como un esquema de generación que ha dividido al país (Cuba) en una especie de anillos que impide que si hay un problema en un lugar se vea afectado otro.

Eso no impide que, encampañado, Chávez dedique parte de su discurso de hoy, en cadena nacional de radio y televisión (la tercera de la semana), a Valdés y su relación con la isla caribeña: “A la burguesía le da piquiña cuando hablamos de Cuba. ¡Vamos a hablar de Cuba por todos lados! ¡Viva Cuba, viva Cuba, viva Cuba!”

Mientras el mandatario venezolano enfrenta así a sus críticos, su ministro Rodríguez Araque no solamente sugiere que superarán la crisis, sino que anuncia que para 2015 el país incrementará en 15 mil megavatios la capacidad de generación eléctrica, con una inversión aproximada de 15 millones de dólares. O sea, que a Chávez le sobrará luz. Habrá que ver si también votos.