Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 8 de noviembre de 2009 Num: 766

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Los testigos declararon
ORLANDO ORTÍZ

Tres poemas
SARANDOS PAVLEAS

Berlín, ciudad abierta
ESTHER ANDRADI

La calle era una fiesta
YURI GÁRATE

Ossis, Wessis y döner kebab
CUINI AMELIO ORTIZ

La ciudad que más cerca queda de Berlín
LUIS FAYAD

Todo pasaba tan rápido
LUIS PULIDO RITTER

Hombre mirando al este
MARIO VÁZQUEZ

9/XI/1989: Berlín se me hizo cuento
RICARDO BADA

Lo Increible había pasado
TELMA SAVIETTO

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Naief Yehya
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El tercer período de Bush

POST-ALGO

Queda claro que el tiempo en que la derecha y la izquierda poseían ideologías antagónicas ha quedado en el pasado. Esto es probablemente a lo que se refieren quienes hablan de una era postpolítica. Sin embargo, no existe un tiempo sin política; lo que hay es una era despojada de las certezas políticas que dieron sentido a la relaciones de poder a partir de la Revolución francesa. Como escribe Franco Bifo Berardi en su Rapsodia precaria. Semiocapitalismo y las patologías de la generación post-alpha: “Los partidos de la izquierda que en el curso del siglo XX han traicionado y dispersado los ideales y expectativas de la clase trabajadora para evitar desaparecer del todo, están hoy desesperadamente buscando recoger el mismo hilo con las nuevas generaciones. Pero los herederos del leninismo y de la socialdemocracia ya no son capaces de interpretar los signos que vienen de la nueva realidad social y oscilan entre una posición ‘reformista' de subordinación al hipercapitalismo liberal y una posición de ‘resistencia' que vuelve a proponer viejas ideologías en forma defensiva y residual.”

PERESTROIKA

En una era semejante los movimientos sociales parecen huérfanos, las causas que tradicionalmente recogía la izquierda ahora están abandonadas a su suerte, apoyadas con eslóganes gastados y traicionadas a la menor oportunidad. El caso de Estados Unidos es siempre aparte, ya que se trata de una nación sin izquierda real, a pesar de que la llegada de Obama al poder prometía la posibilidad de dar marcha atrás a las brutales políticas de la era Bush (terminar las guerras sin fin, castigar los excesos de las fuerzas armadas y organizaciones de inteligencia), volver a la mesa de negociaciones con los Estados que la Casa blanca designaba como hostiles y crear un sistema de salud justo e incluyente, entre otras metas. Estos modestos ideales hoy se encuentran despedazados, convertidos en reliquias políticas y curiosidades de un momento histórico en que pudimos ilusionarnos con una Perestroika estadunidense.

EL TERCER PERÍODO

Las consecuencias no podría ser más ominosas y catastróficas; el gobierno estadunidense puede seguir espiando a sus ciudadanos sin el menor pudor; Guantánamo es aún una mancha grotesca dentro de la ya de por sí repugnante historia de las guerras de conquista y supremacía; Irak ha sido convertido en botín para fundamentalistas, mercenarios, jefes tribales sin escrúpulos y demás rapiña y Afganistán, el proyecto que Obama adoptó como suyo, está fuera de control, adquiriendo por fin la proporción de una auténtica guerra (ya que ha dejado de ser una lenta operación paternalista genocida). A esto hay que sumarle el frente de guerra abierto en Pakistán (el 24 de octubre un avión drone mató a veintisiete personas en su delirante cacería de talibanes a control remoto) y su falta de determinación para detener a sus propios halcones y a los israelíes, quienes quieren imponer una “solución” armada al “conflicto” iraní. Mientras tanto, Bush sonríe y come pretzels, ahora sí con mucho cuidado de no atragantarse, frente al televisor, con la satisfacción de la misión cumplida y de que alguien está a cargo de su tercer período.

INCAPACIDAD

Los terribles atentados con explosivos en Bagdad el 25 de octubre pasado, donde murieron alrededor de 170 personas, parecen señales de un reinicio de la guerra civil que nunca terminó del todo, pero que perdió intensidad cuando Estados Unidos optó por pretender que la situación en Irak estaba resuelta. Por un lado parece obvio que se trata de un golpe interno ya que los camiones bomba pudieron penetrar los retenes de seguridad de la zona sin contratiempo. Esto tiene la función de presionar y desprestigiar al gobierno de Maliki, un fundamentalista reinventado como nacionalista, quien tiene esperanzas de reelegirse en las elecciones de enero. Una organización asociada con Al Qaeda se adjudicó el atentado, pero nadie los ha tomado realmente en serio, ya que cualquier observador intuye que este acto fue obra de alguna de las partes que realmente tienen ambiciones y la capacidad de tomar el poder, como los sunitas (quienes están hartos de la arrogancia de Maliki). Mientras tanto, Obama y su gobierno pretenden que no está pasando nada. Lo que resulta aterrador y pone en evidencia la muerte de la ideología y la “incapacidad de interpretar los signos que vienen de la nueva realidad social”, como señala Bifo, es que Obama no puede contemplar soluciones políticas para este desastre y sólo considera dos opciones: la militar o la inacción.