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Se apoderan de la ciudad para cantar, bailar, fotografiarse y besarse

Disfrutan jóvenes de la fiesta cervantina sin el acoso policiaco

Los uniformados ya no actuaron contra los que bebían en las calles

Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 26 de octubre de 2009, p. a12

Guanajuato Gto., 25 de octubre. Caminan por las calles de la ciudad, van en grupos: son los jóvenes que llegaron a divertirse al Festival Internacional Cervantino. Ellas lucen minifaldas, escotes y vestidos ajustados, mientras ellos piensan en beber hasta que su cuerpo y su bolsillo aguanten.

A diferencia del año pasado, en el segundo fin de semana de la fiesta cervantina el alcohol abundó por las sinuosas avenidas y túneles de Cuévano. Botella en mano, los adolescentes pasearon libremente en la ciudad, los policías sólo observaban de lejos; quedaron en el pasado las escenas en que rodeaban a los jóvenes para quitarles sus bebidas.

El viernes comenzó a sentirse la presencia de los jóvenes; era difícil llegar al teatro Juárez sin padecer empujones. En las escalinatas del recinto cultural, el ambiente era de fiesta, todos querían tomarse la clásica fotografía, los más aventados empezaban a gritar beso y uno que otro avispado hasta robaba ósculos a la amiga que estuviera a su lado.

Algunos chicos provenientes de Querétaro, Zacatecas, Guadalajara, Distrito Federal, León y otras partes del país, comenzaron a corear Cielito Lindo, otros gritaban porras, todo era algarabía frente al edificio del teatro Juárez.

Las estudiantinas aprovecharon la llegada de los jóvenes para vender los boletos de las callejoneadas, las que incluyen la visita obligada al callejón del Beso. El señor que cada año trae pelucas de colores hizo un buen negocio al rentarlas para la foto del recuerdo, mientras la señora de tacos de guisado atendía con alegría a sus clientes.

Foto
Mimos, payasos y grupos musicales pusieron el toque especial al encuentro culturalFoto Pablo Espinosa

Sin duda, el ambiente estuvo en la calle: mimos, payasos y grupos musicales pusieron el toque especial al Cervantino. Los rostros de felicidad por doquier. Las familias también disfrutaron de los espectáculos callejeros.

Todos en el encuentro cultural se sienten paparazzi: toman fotografías de los amigos que vienen con máscaras, de chicas con sus antifaces, del beso de la amiga con el chico vestido de minero, de la güerita con orejas de conejita o unos cuernos de diablita.

Si bien no son las multitudes de tiempos pasados, la juventud hace una fiesta del Cervantino y se apodera de las calles Sopeña, Cantarranas, 5 de Mayo y la avenida Juárez.

Alrededor de las 11 de la noche, la mayoría de los antros lucen llenos: en el bar Los Lobos es imposible entrar y en La Dama de las Camelias, lugar clásico de Guanajuato, resulta difícil bailar.

Las mujeres generalmente son las más animadas, bailan y cantan en la calle, y si no tienen pareja invitan a los chicos a bailar. Al calor de la noche y de las cervezas, todo era fiesta en la ciudad. En la madrugada se escuchaba a los jóvenes cantar el repertorio de José Alfredo Jiménez y quizá nunca olvidarán la fiesta cervantina que disfrutaron en libertad.