Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 6 de septiembre de 2009 Num: 757

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Poema de los treinta años
RODOLFO USIGLI

El Viaje Adolescente
RODOLFO USIGLI

Riesgo inminente
ROLANDO GÓMEZ

Figuras de un apocalipsis en las ruinas de Nueva York
THOMAS MERTON

El 9/11 ocho años después: la herida abierta
NAIEF YEHYA

El hambre en Nueva York
EDITH VILLANUEVA SILES

Columnas:
Galería
RAÚL OLVERA MIJARES

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Luis Tovar
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Evasiones varias (II Y ÚLTIMA)

Que lo diga Perogrullo: si para elegir qué película voy a ver hoy abro el periódico que ofrece diecinueve opciones en la cartelera comercial, mi espectro resulta seis tantos menos rico que si en mis manos tuviera el diario que mostraba veinticinco títulos en exhibición, y será nueve tantos más pobre que si hubiera elegido de aquél que consignaba veinticinco filmes. Ergo, la selección que haga tendrá un sesgo, un menoscabo del que nadie se hace responsable y, peor aún, del que se supone que a nadie cabe acusar, entre otras cosas porque la cartelera incluida en los diarios es considerada como un servicio al lector, algo así como una cortesía que, como tal, bien podría no existir, un poco como si el editor responsable dijera: “Bueno, yo no estoy obligado a darte esa información, lo hago nomás de pura buena onda que soy, de modo que si no te gusta o no te sirve no es mi problema; total, vete al cine a ver qué están pasando, ellos sí tienen la obligación de poner todos los títulos a la vista.” De botepronto, un argumento de esta índole puede parecer plausible, pero quedaría por resolver un problema gordo: con esa lógica, cualquier sección de un diario debería ser considerada como si su utilidad, su objetividad, su su completud, su pertinencia y su inclusión misma fuesen graciosos actos de generosidad.

Hay obviedades capaces de ocultar perversiones. En este caso, la perogrullesca obviedad citada en primera instancia –entre menos me ofrezcan, peor escojo–, sumada a la obviedad segunda –el único obligado a escoger bien soy yo, que quiero ir al cine–, prohijan más de una actitud perversa: no sólo la consistente en el cinismo implícito en lo que el hipotético editor diría si se le reclamara su cartelera chafa, sino también otra emanada directamente de aquélla, bien sea que exista o no un reclamo: que Alguien o Algunos, no se sabe nunca quiénes y mucho menos por qué, en los hechos están ejerciendo funciones confusas de (pseudo)crítico cinematográfico, cuando no de censurador... Habida cuenta de la súbita legión de colegas rodeado de la cual Uno suele verse últimamente, lo primero apenas importa, pero lo segundo sí que es grave.


Escena de ¿Qué pasó ayer?

Otra insidia de obviedades como las anteriores consiste en que, cuando a Uno le da por señalarlas, no falta quien lo tache de exagerado, rollero, alarmista e inclusive paranoico: “¿Te cae que eso piensas?”, preguntan; “¿no será sencillamente que se les pasó incluir tal o cual película, sin ninguna mala intención, o que no tenían todos los datos y prefirieron no incluirla?” Cuestionamientos a los que este juntapalabras responde: puede que así sea, pero entonces ¿cómo entender que jamás de los jamases dejen fuera incontestables joyas de la cinematografía como ese cúmulo de originalidad, simpatía, inteligencia y finura titulado ¿Qué pasó ayer?, mismo en el cual el cinéfilo tiene la oportunidad de enriquecerse culturalmente a más no poder tan sólo siendo testigo de lo que un grupito de hombres recios, listos, perspicaces y sensibles como posgraduados de Cambridge, sanos y atléticos como de anuncio de Nike, experimentan en esa meca del humanismo cuyas luces destellan incesantemente a medio desierto en el estado estadunidense de Nevada? Ya en serio, ¿cómo entender que los títulos omitidos en la cartelera de un miércoles cualquiera de un diario equis, resulten ser siempre películas que no van acompañadas de una promoción apabullante, verbigracia Los bastardos o Corazón del tiempo?

Evasiones varias: la de quienes deberían, por simple profesionalismo, confeccionar una cartelera cinematográfica completa –ni que fuera tan difícil, caray–; la de quienes, empachados de obviedad, van y miran lo que buenamente Alguien les pone a tiro, sin averiguar si había alguna otra cosa distinta al estreno de temporada, ofrecido hoy con idénticas grandilocuencia y megalomanía que las empleadas hace un verano y hace dos y hace tres, y que mañana será una-simple-y-prescindible-película-más, es decir, lo que siempre fue. Evasión, finalmente, de todo aquel que sigue aportándole al meganegocio de Unoscuantos la indispensable cuota de ingenuidad consistente en decir que ir al cine sirve sólo para “pasar el rato”, para “entretenerse”, lubricante sin el cual no entrarían con tan triste facilidad a la cabeza de Muchagente memeces como la referida líneas arriba, apologías militaristas como G.I. Joe o exaltaciones del afán dinerista y el culto al “éxito” disfrazadas de reconciliaciones paterno-filiales como Mi papá y nuestro mundo fantástico.