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Comienza temporada de El continente negro, obra de Marco Antonio de la Parra

Llevan a escena una metáfora freudiana sobre el misterio que son las mujeres

Entenderse con ellas en lo amoroso es la gran zozobra, dice el dramaturgo

Los desacuerdos surgen cuando el ego no está constituido incluyendo al amor, expresa la directora del montaje

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Escena de la obra que dirige Zaide Silvia Gutiérrez, anteayer en el teatro Orientación, durante la presentación del montaje a los representantes de los medios de comunicaciónFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Jueves 25 de junio de 2009, p. 4

Con la premisa fundamental de que el amor sigue siendo una utopía, quizá la última que queda, el dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, que celebra 30 años de trabajo, escribió la obra El continente negro, metáfora freudiana compartida por el autor para referirse al misterio que son las mujeres.

A su premisa De la Parra agrega la aceptación de que, ante la complejidad de las relaciones de pareja, sólo queda encogerse de hombros y reconocer que los hombres y las mujeres son así, aunque aclara que con un poco de pasión y paciencia ambos se pueden encontrar.

Dirigida por Zaide Silvia Gutiérrez, El continente negro comienza temporada hoy en el teatro Orientación, del Centro Cultural del Bosque, con funciones también viernes, sábado y domingo.

Luego de la representación del primer acto, conformado por varios fragmentos cortados a la manera del cine o la televisión –que apenas dejó ver la presentación de los personajes–, De la Parra y Gutiérrez ofrecieron una charla acompañados del titular de la Coordinación Nacional de Teatro, Juan Meliá, y de los cuatro actores del elenco: Ana Karina Guevara, Mariana Gajá, Ángel Cerlo e Irineo Álvarez.

Ellas no olvidan con facilidad

Marco Antonio de la Parra, también sicoanalista, recuerda que a mediados de los años 90 se dio cuenta de que no había trabajado en el sinuoso mundo de la mujer y se preguntó qué pasaría si se transformaba en la otra y se alejaba del discurso más directo de los hombres.

Entre sus posibles descubrimientos mencionó que el mundo de las mujeres está lleno de detalles y sutilezas, y que mientras los hombres prefieren olvidar, ellas no olvidan fácilmente porque en la memoria femenina las cosas del pasado están sucediendo de manera permanente en el presente.

Luego de hablar del perfeccionismo de la mujer en relación con el hombre, se le preguntó si no se caía en el riesgo de una apología o divinización del mundo femenino. El escritor dijo que en otras obras aborda sus aspectos oscuros y perversos, pero que las estadísticas demuestran cualidades como la eficiencia. No hay idealización, pero sí hay un misterio en la mujer, dijo.

Tras reconocer que hay algo en el amor que nunca se da, De la Parra, de quien se presentan en la ciudad de México otras obras, como Infieles, en el Foro Shakespeare, dijo que hombres y mujeres quizá puedan entenderse más o menos en planos como el político, pero que en lo amoroso es la gran zozobra.

Comentó que la estructura fragmentada de breves escenas –y del escenario mismo, dividido mediante micas transparentes– fue conformada con pedacitos de obra, de escenas no importantes que el editor de televisión tiraría a la basura, de lo que surgió una obra de errores, muy inspirada en Chéjov y Carver.

Derrumbe de un canon

Mientras para el dramaturgo El continente negro es una obra premeditadamente menor, de tonos muy suaves y elementos de comedia y tragedia, para Zaide Silvia Gutiérrez se trata de una comedia en el sentido aristotélico, que gira en torno a la precaria condición de las relaciones amorosas y cuyos personajes no van más allá de sus propias limitaciones.

Para la directora, los desacuerdos se dan cuando el ego no está constituido incluyendo al amor, y planteó que, al igual que los hombres, las mujeres muchas veces anteponemos el ego frente al amor.

El matrimonio y las relaciones de pareja, agregó Gutiérrez, muchas veces pretenden funcionar aún con un canon dominante en los años 50 del siglo XX, pero ese mundo se derrumbó hace mucho tiempo.

Seguimos caminando entre esas ruinas. Si queremos seguir adelante tenemos que limpiar los escombros para no llenarnos de polvo.