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Ver día anteriorDomingo 21 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la Mitad del Foro

Sufragio selectivo-sí reelección

E

l Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación abrió las compuertas al caos anarquizante. Aberración, diría un jurista puntilloso y atento a la tradición de Justiniano, a la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo. Y el fallo de marras va y viene de la visión paternalista y patrimonial del poder y, por inconstante, interviene en la vida interna de los partidos. Y, para colmo, deja al elector ante un juego de birlibirloque, por medio del cual si vota a favor del candidato del PRD cuyo nombre y efigie aparecen en la boleta, el sufragio se anotará a la cuenta de otro candidato cuyo nombre y efigie no están ahí. Hoy Iztapalapa, mañana la infeliz república de la economía que se reduce, el desempleo y la pobreza que se multiplican.

La disputa por el poder tiene razones que la sinrazón entiende. De la sala del juicio a la pérdida del mismo. Con la razón a su favor, Andrés Manuel López Obrador tiró pa’l monte y adelantó el sufragio ahorrándose las dudas hamletianas de los promotores del voto anulado: consulta directa a las masas, y el artilugio de votar a favor del candidato del PT que ahí mismo se comprometió a renunciar en cuanto alcanzara la mayoría del sufragio, de manera que Marcelo Ebrard, el jefe de gobierno del DF, designara sustituta a la señora Brugada, la de foto y nombre en la boleta, y cargo asegurado por la voz del presidente legítimo, que es la voz del pueblo.

De lo barroco a lo churrigueresco. Suicidio de la izquierda y retorno al mando unipersonal incontestable; ahora, sin el estigma de poderes metaconstitucionales de donador de bienes. Por eso se multiplican los ponentes en el simposio del voto anulado como expresión del desprecio deslegitimador del sistema plural de partidos y de los políticos camaleónicos. Ah, la desilusión amarga de la democracia sin adjetivos que trajo consigo la alternancia para empantanar la reforma del Estado y evitarnos el trance del cambio de régimen. El voto útil entronizó a Vicente Fox y se pudrieron las instituciones desmanteladas por los tecnócratas de la cleptocracia aristocratizante. Ahí sí hubo democratización efectiva, redistribución del botín hacedor de comaladas sexenales de millonarios, según la atinada frase de Emilio Portes Gil.

Las cuentas de ponentes y disidentes de la anulación del voto son lo de menos. El voto es expresión de la voluntad ciudadana. También lo es no votar o anular el voto. Pero votar es algo más, es el mandato del ciudadano, quien no únicamente elige representantes sino los hace sus mandatarios. No los que mandan, sino los obligados a atender el mandato de sus electores. Sólidas razones esgrimen los que proponen anular el voto para expresar rechazo a todos los partidos y a todos sus candidatos. Sólidas y válidas. Aunque según las cuentas pudiera resultar ejercicio ocioso o peor aún, en beneficio de los partidos con grandes aparatos electorales, consolidación del tripartidismo de facto, mientras desaparece de la escena el PRD.

Sea cual fuere el resultado final, lo inquietante está en las motivaciones de los gestores del voto anulado y los miles que han manifestado su acuerdo con el método del desdén. Ante los cuestionamientos de quienes aseguran que el número potencial de votos anulados no alteraría la realidad, que resultaría contraria a la vocación democratizadora que se atribuyen, ya que se calcula en dos millones el número de votos anulados, por deficiencia o por voluntad, que serían penosa expresión de voluntad minoritaria, frente a veintinueve o treinta millones de votos depositados en las urnas y contados como sufragios efectivos por el personal ciudadano en las casillas. A mí esos números no me quitan el sueño. Me molesta que los del método del desdén digan que esos dos millones de votantes son de los más educados y los de alto nivel social y económico.

Resulta muy positivo que el buen éxito de la campaña se haya gestado en el uso del Internet, instrumento moderno si los hay, medio libre del control del poder del dinero y del poder constituido, capaz de movilizar a los jóvenes y a los descontentos con el estado de la política y de la cosa pública. Pero hay huellas de su origen en entidades al servicio de esos poderes, particularmente del Centro Fox, donde anida el huevo de la serpiente. Y que los obispos que exigen poder ser votados, se suban a la campaña de repudio a los partidos para exigir que se otorgue el registro a un partido católico y democrático, como los hay, dicen, en todo el mundo.

Cada quien hace de su voto lo que quiere: útil, anulado, nulo, o mandato expreso para hacer frente a los males que aquejan a la República y amenazan ahondar el abismo de la desigualdad que divide a los mexicanos en una ostentosa minoría de ricos y una mayoría empobrecida, empantanada, víctima del mal gobierno, de la incompetencia insultante, de una economía que decrece, del desempleo y el hambre que crecen; de un estado de sitio ficticio para hacer frente a la violencia en la guerra contra el crimen organizado; estado de excepción al que se han propuesto dar sustento legal por medio de las reformas propuestas por el Poder Ejecutivo al Poder Legislativo. El 5 de julio, el voto de los ciudadanos elegirá a los integrantes de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Esa legislatura tendrá que aprobar o rechazar las reformas que darían facultades expresas al presidente de la República para declarar el estado de excepción, sin consultar al Poder Legislativo.

Las elecciones de medio sexenio son mucho más que el presunto plebiscito sobre el desempeño de Felipe Calderón Hinojosa. El mundo cambió mientras nosotros dábamos vueltas a la noria. La crisis vino de fuera, dicen los aferrados al fetiche del mercado y el déficit cero. Es mundial, es universal, señores del placer inenarrable con la globalidad del flujo de capitales y el mercado financiero libres de toda regulación. La quiebra de General Motors es la del paradigma del siglo americano. Así como la izquierda pensante se preguntó qué hacer después de la caída del Muro de Berlín, hay que pensar qué hacer después del desplome de Wall Street.

Gorbachov perdió el poder y ganó la historia, sentenció François Mitterrand después de la disolución de la Unión Soviética. Hace unos días reivindicaba Gorbachov, en artículo periodístico, la victoria de la perestroika: hizo imposible el retorno al sistema del pasado; Rusia padeció una primera fase de capitalismo primitivo, de cleptocracia, pero no hay vuelta atrás; lo mismo hay que decir del cambio conducido por Barack Obama, después del fracaso del neoconservadurismo bushiano y la locura del mercado que se corregiría a sí mismo. La derecha gana las elecciones en Europa, porque gobierna la izquierda y los electores le cobran la cuenta.

No hay retorno al dogma en el que todavía buscan refugio Carstens & Carstens y José Ángel Gurría. No ha tocado fondo la crisis, va para largo. Y así como Estados Unidos tendrá que llevar la mayor parte de la carga, porque fue el que más se benefició con la economía casino, a los de acá de este lado les van a pasar la cuenta los votantes.

Por el subejercicio del gasto público, la lentitud para invertir lo comprometido para hacer frente a la recesión, el desempleo y el hambre. La complicidad y la impunidad en el crimen de la guardería de Hermosillo, el de la mina de Pasta de Conchos, el de los jóvenes muertos en el operativo policiaco del antro News Divine. Lo que fue en su guardia.