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El escritor turco, Nobel de Literatura 2006, participó en el Hay Festival Alhambra

No invierto todas mis esperanzas en los presidentes de EU: Orhan Pamuk

Adelantó que en otoño presentará en Harvard un ensayo sobre el arte de hacer novela

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El escritor turco dijo que desde hace 57 años esperaba con emoción conocer la Alhambra, manifestación del esplendor de la cultura islámicaFoto Archivo
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de mayo de 2009, p. 6

A decir de Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006, “el arte de la novela reside en que tenga un centro que no sea fácilmente identificable.

Si queremos que una novela no se agote, que se vuelva a leer, debe tener algo escondido, sostuvo.

Tal reflexión del escritor turco fue a propósito de un ensayo que, según comentó, prepara sobre el arte de hacer novela, el cual presentará en Harvard el próximo otoño.

De manera paralela, adelantó que trabaja en una novela de ficción, la cual estará ambientada en su ciudad natal, Estambul.

Durante un encuentro con la prensa, previo a su participación en la tercera jornada del Hay Festival Alhambra, Pamuk se dijo muy emocionado por encontrarse en esta ciudad andaluza y poder visitar la Alhambra, la cual, afirmó, desde hace 57 años esperaba conocer.

Su fascinación por esta tierra se debe, indicó, a que su patrimonio es una manifestación del poder de la cultura islámica y encarna el cruce entre el Islam y Europa, que cobra forma visible en la arquitectura.

No en vano, el autor quiso en un principio ser arquitecto, pero abandonó la universidad después de tres años para dedicarse de pleno a la literatura. Esa etapa imprimió su huella: Allá donde voy me fijo en todos los detalles, desde el aeropuerto hasta la Alhambra.

Interconexión cultural, su constante

Cuando en 2006 Pamuk recibió el Nobel de Literatura, el jurado destacó que en la búsqueda melancólica de su ciudad natal descubrió nuevos símbolos para reflejar el choque y la interconexión de culturas. Una constante en su obra, que se traduce también en un profundo europeísmo.

Los turcos deseamos ser parte de Europa, afirmó. Personalmente, yo nunca perdería esa esperanza. Sin embargo, consideró que ambas partes parecen un poco cansadas del tema, aunque no pueda culparse a ninguna.

La Unión Europea está preocupada por su futuro y ya tiene bastante con eso, con definir su carácter. Turquía está preocupada por su democracia, el liberalismo y la libertad de expresión.

Además, no es tanto la crisis, sino la guerra en Irak, lo que ha tenido repercusiones negativas entre la Unión Europea y Turquía, la actuación de Europa es una operación que ha desprestigiado mucho a Estados Unidos entre la población turca. Por eso, aunque medio mundo parezca tener esperanzas puestas en el nuevo presidente estadunidense, Barack Obama, el escritor se mostró más escéptico.

Estoy encantado con su elección, subrayó, y recordó que entonces se encontraba en Nueva York, donde anualmente imparte un seminario en la Universidad de Columbia. Pero no invierto todas mis esperanzas en la humanidad en los presidentes de Estados Unidos, afirmó.

Entre los puntos abordados en el encuentro con los reporteros, Pamuk se refirió a su más reciente libro, El museo de la inocencia –que estará disponible en español en septiembre próximo, por lo menos en España–, al cual definió de forma somera como una caja de música, arquitectónica, pero no visual.

Neuman y Schubert

También participante en el festival Alhambra, el escritor argentino español Andrés Neuman, por su parte, confesó que él es un músico fracasado, proveniente de una familia de artistas sonoros profesionales.

Confesión que vino a cuentas porque su más reciente novela, El viajero del siglo, nace precisamente de ese enamoramiento: el que desde niño sintió por un lied de Schubert, Der Leiermann, que en su cuarto libro cobra vida como conmovedor organillero.

Ganadora de la más reciente versión del Premio Alfaguara, dicha novela, que saldrá a la venta el próximo 20 de mayo, está inspirada en el poemario de Wilhem Müller, Viaje de invierno, que Neuman tradujo al español.

Así, la idea original era narrar el encuentro entre el protagonista de los poemas, un viajero que parece haber estado en todas partes y hablar todas las lenguas, y el viejecillo que toca el organillo bajo la nevada de alguna ciudad alemana de 1827, según precisó el autor en una reunión con medios de comunicación.

Los detalles siempre son algo más, si no, no serían detalles, serían anécdotas, añadió. Por eso la fascinación por la música y la traducción son dos elementos muy presentes en El viajero del siglo y, en el caso de la última, se plantea una reflexión que supone una sorpresa argumental, que no quiso revelar.