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Aunque no es generacional, la novela recrea los años 50 del siglo XX; edita el sello Era

De niño, Manjarrez vio un mercuriano; de ese recuerdo surge Yo te conozco
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de abril de 2009, p. a13

Cuando Héctor Manjarrez tenía nueve o 10 años, vio un marciano en la cocina de su casa. Fue una noche que se levantó, como solía hacer, a prepararse un bocadillo suplementario: un pan tostado, untado con nata y azúcar, o una tortilla con mantequilla y frijoles. Se dirigía al refrigerador cuando vio levantarse las baldosas y salir debajo un hombrecito muy parecido a lo que hemos convenido en llamar marciano, aunque ahora está convencido de que era un mercuriano.

La historia de los Romanitos

Del recuerdo de ese encuentro del tercer tipo nace la novela Yo te conozco (Ediciones Era), en la cual Manjarrez recrea la década de los años 50 del siglo XX.

Dos hermanos protagonizan la historia: los Romanitos, llamados así por llevar, respectivamente, nombres de emperadores romanos: Julio César, el mayor, y Marco Antonio, el menor.

Un buen día, el padre de ambos se va y ellos se quedan reacomodando su vida al lado de su madre: Se tienen que adaptar a las nuevas circunstancias como, por ejemplo, ahora quién va a utilizar la silla que era de papá; ya no van a ir al Parque Delta a ver el beisbol, a maldecir a los Diablos Rojos o a los Tigres.

El día que Julio César ve al marciano, los problemas ético emocionales que le causó la separación de sus padres se le mezclan con dilemas como, a quién dar aviso: ¿A la Dirección General de Seguridad? ¿A la Policía Secreta? ¿A la FBI?

Para mí el hecho fue cierto; aunque científicamente sea demostrable que nunca vi un marciano, en mi memoria estaba el hecho.

La portada de la novela está ilustrada con un símbolo de la época: una imagen que representa a Laika, la perra que fue puesta en órbita a bordo del segundo satélite enviado al espacio por los rusos, el Sputnik 2 (1957). Era en el comienzo de la guerra espacial entre la entonces llamada URSS y Estados Unidos.

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Para mí el hecho fue cierto; aunque científicamente sea demostrable que nunca vi un marciano, en mi memoria estaba el hecho, reafirmó el autor en entrevistaFoto Cristina Rodríguez

Manjarrez no considera que se trate de una novela generacional, aunque sí recrea una época: Aquella en que el cine en blanco y negro estaba lleno de películas de marcianos, que llegaban en platillos voladores y venían a salvarnos, incluso de nosotros mismos. Era muy chistoso, porque todo mundo miraba hacia el cielo tratando de imaginar un objeto que daba vueltas alrededor de la Tierra. Era algo inconcebible.

Además, estaba la paranoia “por el choro que nos echaban los gringos de que los soviéticos nos estaban espiando todo el tiempo”.

No sólo era otro país, era otro mundo: Los 50 fueron como el fin de una época, cuando empezaron a aparecer las radios de transistores, la televisión, los magnetófonos; era el principio de la era tecnológica y el fin de la anterior.

Ejercicio de contrastes

Escribir Yo te conozco, le permitió a Héctor Manjarrez contrastar su propia niñez y juventud con esas etapas en la actualidad: Fue una buena experiencia, porque viví intensamente la niñez de mis hijas, quienes ahora tienen 38 y 19 años. La mía fue muy distinta, infinitamente más ingenua; éramos unos bobos, ignorantes, ingenuos; nos sorprendían cosas que ahora a nadie sorprenden, por ejemplo que pudiéramos traer un pequeño radio de transistores en la mano, ya no te digo un iPod; entonces no había casetes, poco después empezaron a salir y ahora ya casi no hay.

–¿Qué fue para su generación la televisión?

–Era una cosa que se veía en blanco y negro, a la que todo el tiempo le tenías que mover la antena para que se viera bien, y las perillas del horizontal y vertical. Eran aparatos nuevos que no sólo eran admirables, sino que estabas en contacto con ellos como si fueran fetiches.

–¿Fue el fetiche tecnológico de esa época?

–No, para mí fue la radio de transistores, donde podías oír tus rolas preferidas.