Sociedad y Justicia
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Las grandes urbes privilegian el desarrollo sobre el costo ambiental

Alerta experta sobre efectos sicológicos adversos por la pérdida de áreas verdes
 
Periódico La Jornada
Jueves 5 de marzo de 2009, p. 39

La pérdida de áreas verdes y zonas arboladas en las ciudades más pobladas del país está generando no sólo un severo impacto ambiental, también hay efectos sicológicos adversos y de calidad de vida para sus habitantes, advirtió Lorena Martínez González, especialista en el estudio del arbolado urbano.

Destacó que el cambio en el uso de suelo, la contaminación, las plagas y el vandalismo son las principales causas de la desaparición de miles de árboles en ciudades como el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey.

Egresada de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y actual directora de áreas verdes y servicios educativos del Parque Ecológico Xochitla, destacó que de acuerdo con normas internacionales, en las grandes urbes se deberían destinar en promedio nueve metros de área verde por habitante pero, desafortunadamente, el desarrollo urbano se privilegió por encima del costo ambiental.

Autora del libro Árboles y áreas verdes urbanas de la ciudad de México y su zona metropolitana, de reciente publicación, Martínez González afirmó que los predios con vegetación ofrecen importantes beneficios en dichas zonas, como regulación del microclima y de la temperatura, captación de bióxido de carbono, reducción de la velocidad del viento hasta en 50 por ciento, y en 90 por ciento el efecto de la radiación solar, además de disminuir la evaporación de la humedad del suelo y evitar tolvaneras.

Sin embargo, alertó que la presión para cambiar el uso de suelo –afecta principalmente las zonas verdes–, así como el envejecimiento del arbolado urbano, que en su mayoría data de 1908 a 1930, nos lleva a una situación de crisis en la que, por un lado, estamos perdiendo árboles porque ya son muy viejos, y por otro, los derribamos para tener mayor infraestructura urbana, sin que exista un equilibrio.

En ciudades como el Distrito Federal –agregó– la mayoría de los árboles datan del periodo en que Miguel Ángel de Quevedo inició una amplia campaña para detener la erosión del suelo, por lo que se plantaron miles, en su mayoría eucaliptos, acacias y pinos, con una vida promedio de 80 a 100 años, pero que al estar expuestos a condiciones climáticas y contaminantes extremas, se reducen sensiblemente.

Integrante de la Academia Nacional de Educación Ambiental, Martínez destacó el caso del eucalipto –de origen australiano–, que se ha convertido en uno de los que generan mayores problemas, debido a que es de rápido crecimiento, pero de estructura muy débil, por lo que es la especie que más caídas reporta por los fuertes vientos, lo que además representa un riesgo para la ciudadanía. Sin embargo, es uno de los más utilizados para la reforestación, sin considerar los beneficios de utilizar especies nativas, como el encino.