Coloquio Internacional sobre Simone de Beauvoir en París
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Persisten la opresión y alienación de las mujeres que denunció Simone de Beauvoir

"Un escándalo", que no exista en Francia una calle con su nombre: Claudine Monteil, historiadora

Juan de Avila

París, mayo 1999. A cincuenta años de su primera edición, El segundo sexo se mantiene como una lectura en debate; su influencia marcó a los movimientos feministas de todo el mundo y la actualidad de sus tesis sobre la maternidad y la sexualidad siguen provocando polémicas.
Al menos, éstas fueron algunas de las conclusiones a que llegaron mujeres provenientes de unos treinta países, que se dieron cita en París en enero de este año, para conmemorar el medio siglo de la aparición del libro que, "escrito por una mujer sobre las mujeres, ha suscitado más debates apasionados".
Sylvie Chaperon, organizadora del coloquio, e historiadora de la universidad de Toulouse, explica en entrevista con Triple Jornada que una de las cosas más importantes que se mostró durante esos cinco días de debates, que incluyeron unas 130 ponencias, fue que Simone de Beauvoir no está olvidada, El segundo sexo no ha sido rebasado y sigue reeditándose y traduciéndose y, aunque algunas de sus tesis han sido reelaboradas, "la obra mantiene su actualidad porque es una obra enciclopédica en la cual la autora revisa todo el saber de la época: la historia, la antropología, la psicología y el marxismo".
El coloquio, patrocinado por la revista Nouvelles Questions Feministes (NQF), su directora Christine Delphy, y el Festival de Films de Femmes de Creteil, contó con ponencias de investigadoras, escritoras y compañeras de lucha de Simone de Beauvoir durante los años 70.
La feminista francesa Francoise Armengaud calificó el libro de "genial, un espacio de lucidez y madurez, un espejo a veces cruel que conserva toda su agudeza y actualidad". Un objeto enciclopédico, innovador y evolutivo, que cuestiona primero la suerte de las mujeres, después su condición, la opresión que padecen y más tarde las relaciones sociales entre mujeres y hombres.
Destacó que situaciones como la "opresión y la alienación", descritas y denunciadas por de Beauvoir, no sólo perduran sino incluso se puede constatar que el pensamiento mismo de las mujeres "está en retroceso y el feminismo pierde velocidad" y que, en países como Irán o Afganistán, "hay regresiones terribles". Para Armengaud decir que "El segundo sexo es obsoleto, viejo o pasado de moda, es decir que el feminismo ha sido rebasado y que no tiene razón de ser, (y esto es) hacer creer a las jóvenes que no se puede tener todo y que exigir otros derechos que no tienen sería pedir demasiado".
Respecto al tema de la maternidad en el libro, Sylvie Chaperon señala que durante el coloquio se logró en buena parte recontextualizar la obra en su época. Las críticas a la idea de que la maternidad es alienante sirvieron, dijo, para mostrar que lo que pretendía Simone de Beauvoir era denunciar y criticar la maternidad como existía en 1949, en un país donde no se tenía el derecho a la contracepción ni al aborto. Lo que ella criticaba, agrega la organizadora del encuentro, no era la maternidad como tal, sino la obligación de la maternidad, el que las mujeres no tuvieran elección y la maternidad fuera su único futuro posible.
La estadounidense Ann Cothran, en su ponencia "El segundo sexo y el lesbianismo", recordó que de Beauvoir consagró un capítulo completo al tema del lesbianismo, 26 páginas, "pocas comparadas con la totalidad de la obra, pero muchas si se las sitúa en el contexto de la época". Agregó que es el primer estudio "serio y realmente revolucionario publicado sobre el tema, pues Beauvoir afirma que no hay predestinación lesbica "sino una rebelión que busca vivir como ser humana completa".
Sylvie Chaperon, agregó que, al mismo tiempo que Simone de Beauvoir mostró que la homosexualidad no es un desorden o enfermedad, no vio que la heterosexualidad es una arma de dominación. "Ella tenía una visión de la sexualidad muy apolítica, como una simple decisión". En ese aspecto, dijo "el libro tiene muchos estereotipos".
Frente a la crítica de las ponentes orientales sobre la base occidental del libro, Sylvie Chaperon responde que El segundo sexo no pretendió universalizar a las mujeres, (sino que) se basa en la experiencia de su autora y en Francia. Para discutir sobre la condición de las mujeres ella parte de su experiencia, habla de lo privado, desde lo personal. Ese es el aporte de enfoque que de Beauvoir le hace a las mujeres, sean japonesas o estadounidenses.
Aunque muchas mujeres se han acercado al feminismo por medio de El segundo sexo, agrega la investigadora de los movimientos feministas en Francia, "Simone de Beauvoir era una filósofa, una intelectual y El segundo sexo era más un ensayo filosófico que feminista. Ella sólo se declara feminista a principios de los 70.
Aunque Simone de Beauvoir estaba a favor de que las mujeres pudieran acceder a todos los dominios masculinos, que no hubieran territorios o especializaciones para uno u otro sexo, su obra abrió el campo del pensamiento filosófico feminista y dio pie para el debate actual que se centra más entre el feminismo de la igualdad y el de la diferencia.
El coloquio también sirvió para recordar a la Beauvoir activista, no sólo a la filósofa. La historiadora Claudine Monteil recordó que Simone de Beauvoir puso su nombre y prestigio para la firma, en 1971, del "Manifiesto de las 343", donde intelectuales y artistas francesas reivindicaban su derecho al aborto. Fue en casa de Simone de Beauvoir donde años más tarde nacería el Movimiento para la Liberación de la Mujer.
No obstante sus aportes teóricos y prácticos, agregó, es un escándalo que en ningún lugar de Francia exista una calle con su nombre y para cualquier acto público de homenaje siempre se la ligue con su compañero Jean Paul Sartre.