Yessica Kika Chávez no teme parecer arrogante. Para ella todo es cuestión de actitud, de eso dependen los triunfos sobre la lona, así como lograr un trato digno de los promotores y conseguir buenos salarios.

Puedo parecer arrogante por eso, dice sin titubeos Kika, a dos semanas de que dispute el título minimosca del Consejo Mundial de Boxeo ante Ibeth La Roca Zamora.

Puedo parecerlo, porque estoy segura de que soy capaz de pasar encima de ella, indica.

Yessica habla de manera frontal de sí misma y sin falsa modestia. Por eso se ufana de ser una peleadora bien pagada en un deporte donde las mujeres suelen recibir salarios muy por debajo de lo que gana un hombre.

Nadie me regaló nada, todo lo conseguí con trabajo, ataja Kika ante las acusaciones de La Roca en el sentido de que es una peleadora a la que su empresa le ha fabricado la carrera. La televisión no me hizo.

Ese trabajo es el que asegura le permite negociar bien con los promotores y patrocinadores. Eso y que su mánager es uno de los más importantes de México: Ignacio Beristáin.

“Nacho les mete presión en las negociaciones”, dice con orgullo por pertenecer a la escuela del mánager responsable de varios campeones del mundo. Tiene una jerarquía que pesa, por eso sus peleadores tienen fama de ganar buenos sueldos.

Esa seguridad es la que le permite declarar que para seguir en ascenso en su carrera no necesita a Ibeth Zamora.

No la necesito, dice tajante. Lo único que quiero es su cinturón y ahora tiene la mala suerte de que yo voy a quitárselo.

En cambio, está convencida de que La Roca se beneficiará, pues gracias a este combate –afirma– la campeona ganará la mejor bolsa de su carrera.

Sólo por enfrentarme recibirá su mejor sueldo, dice Kika. Ella se queja de que pese a ser la campeona no le hacen caso, pues eso es un problema de actitud, de no saber plantarse ante una empresa para exigir un buen trato.