A la panameña Silvia Carrera, cacica general de la
Comarca de Ngäbe Buglé, alto ejemplo de dignidad humana
Durante milenios de silencio, sumisión y sombra,
ella es la que muele y amasa el maíz
y trae el agua
y da ternura
y da la vida.
Sin embargo, nadie la toma en cuenta;
es apenas una piedra en el sendero,
una hoja en el follaje,
una estrella sin nombre en la ancha noche.
Pero todo ha cambiado:
ahora mira el alba, las cumbres, el verano
y su palabra nace y crece
como planta con la lluvia,
y señala el camino
y orienta los pasos de su pueblo.
Hasta ayer era casi nada
—una especie de cosa
o de objeto mantenido en la oscuridad—,
mas hoy su silencio es voz
clara, firme y honda,
como las tardes
y las rocas
y los ríos de su comarca.
Ella es la Jefa Grande, la Cacica,
que los une a todos y los guía, en la paz y en la lucha.
Por eso, en su persona
—en su palabra—
se unen dos virtudes:
la magia de la mujer y la fuerza de la tierra. |