Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 28 de febrero de 2010 Num: 782

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Amor indocumentado
FEBRONIO ZATARAIN

Nocturnos
DIMITRIS PAPADITSAS

Pulsos vs. determinaciones
JORGE VARGAS BOHÓRQUEZ

Chile: crónica desde los márgenes accidentados
ROSSANA CASSIGOLI

Escribir con zapatos
ANA GARCÍA BERGUA

Incansables ochenta años
ADRIANA CORTÉS entrevista con MARGO GLANTZ

Teolinca Escobedo: arte y corazón
AMALIA RIVERA

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Hugo Gutiérrez Vega

LA INFORMACIÓN (VI DE X)

El Siglo de las luces contribuyó al crecimiento de la prensa con notables inventos: en 1821, W. Church patentó en Inglaterra la máquina de componer y fundir tipos; en 1848 The Times de Londres echó a andar la primera prensa rotativa. En ese mismo año, en Francia, la rotativa de Marinoni tiraba 6 mil ejemplares por hora. Al año siguiente, las máquinas de Applegarth y Cooper lograron tirar 7 mil ejemplares por hora. Mergenthaler dio a conocer, en 1876, el resultado de sus experimentos con una linotipia. Los adelantos en materia de grabado y fotografía sirvieron también a la prensa de masas, mientras que el perfeccionamiento de las comunicaciones del teléfono y la telegrafía sin hilos favorecieron el desarrollo de las modernas técnicas de transmisión de noticias. En 1847, el telégrafo eléctrico de origen estadunidense fue utilizado por varios periódicos. Las primeras agencias de noticias se sirvieron de estos complejos inventos para organizar sus maquinarias, y las grandes potencias, ricas en tecnología y en patentes, aseguraron muy pronto las formas de dominio sobre la información, condenando a la dependencia a los países atrasados.

El tercer problema a resolver por la prensa ya maquinizada era el alto costo de sus ejemplares. El aumento notable del número de ciudadanos alfabetizados en los países ricos, y el predominio de las ideas liberales en materia de libertad de prensa, hicieron que la demanda de periódicos tuviera un desmesurado crecimiento. Sin embargo, la mayor parte de los ciudadanos no podían adquirirlos. Inglaterra fue el primer país que se enfrentó a este problema. El Partido Laborista emprendió una campaña tendiente a abaratar el precio de los periódicos y algunos escritores pidieron a la Cámara de los Comunes la reducción de las cargas fiscales impuestas a la prensa. El gobierno inglés suprimió el impuesto sobre los anuncios comerciales en 1835; en 1851 abolió el del timbre y en 1861 el del papel. En Francia, Emile de Girardin, director de La Presse, abarató el precio de su periódico incrementando el número de anuncios. La Presse, en 1838, hizo descansar su economía sobre los anuncios; su venta pasó a ser un aspecto secundario de su vida financiera.

Burke había llamado a la prensa “el cuarto poder”. En 1848 la afirmación ya no era sólo un hallazgo de ingenio. The Times, dotado de una gigantesca máquina Appeleghart, tiraba 10 mil ejemplares por hora, controlaba la publicidad de las grandes industrias y empresas comerciales, y criticaba al poder público, basado en la suficiencia económica que le proporcionaban sus múltiples anuncios y sus ligas con los poderes financieros de la burguesía. Su director, Delane, amplió el número de corresponsales y utilizó los servicios de periodistas dotados de un olfato especial para captar los temas capaces de provocar escándalo en los medios políticos. Los artículos de Russell sobre la guerra de Crimea, obligaron a la reina Victoria a modificar su línea política y aceleraron la caída de Aberdeen y la llegada al poder de Palmerston. El cuarto poder, ligado a los intereses de una burguesía dispuesta a combatir la influencia de la Corona, a la que le reservaba el papel casi simbólico en lo que se refería al poder efectivo, era ya una presencia todopoderosa en la vida sociopolítica del imperio. Contra el monopolio organizado por The Times, se levantaron varios periódicos competidores que desencadenaron una encarnizada lucha en contra del despotismo del gran diario. La competencia, que llevó a los contendientes a echar mano de toda clase de recursos financieros, se inclinó, por mucho tiempo, a favor de The Times. Su actitud conservadora y su defensa de los valores tradicionales del imperio y de la caballerosidad británica, le ganaron la preferencia de la clase burguesa, que veía en él un sólido baluarte de las tradiciones inglesas.

(Continuará)

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