Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 28 de febrero de 2010 Num: 782

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Chile: crónica desde los márgenes accidentados
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Juan Domingo Argüelles

Sobre la inspiración poética

La inspiración es el momento de gracia en el que se nos da la revelación de una cosa. Nada se compara a la inspiración y es imposible que la disciplina, el afán y la tenacidad logren alcanzar la armonía, la belleza, el alto grado sublime que alcanza la inspiración en sus obras.

Doctos conocedores de la métrica, el ritmo, la historia poética, la hermenéutica, el lenguaje, etcétera, aunque se apliquen un siglo jamás conseguirán igualar algo como esto: “Y todos cuantos vagan,/ de ti me van mil gracias refiriendo,/ y todos más me llagan,/ y déjame muriendo/ un no sé qué que quedan balbuciendo.”

Aunque muchos digan que la inspiración es trabajar todos los días, ¿qué es lo que hace que unas palabras cotidianas dispuestas de un determinado modo se transformen en una frase única, en un verso incomparable dentro de un poema singular?

Nadie lo sabe y nadie lo ha podido explicar. La inspiración es un fenómeno intangible y sólo mediante su fuerza se logran los momentos irrepetibles lo mismo del arte que de la existencia cotidiana. En cuanto a la poesía, Paul Valéry, que desconfiaba un tanto de la inspiración, dijo, de todos modos, que “el primer verso lo facilitan los dioses” y que “los demás los hace el poeta”.

Para algunos la inspiración es trabajo y para otros es la ocasión del genio, el rapto alucinado de la razón que produce obras incomparables. En Corriente alterna, Octavio Paz afirma que “mientras escribe, mientras somete a prueba sus ideas y sus palabras, el poeta no sabe exactamente qué es lo que va a ocurrir”; por ello, la poesía es un “conocimiento experimental”, y aun así un dios o un demonio (que algunos llaman musa) interviene para precipitar una revelación o una visión, y luego, en un instante, el genio donador desaparece, se esfuma, pero deja su huella en algo que sucede aunque no se le busque.

Un toque de inspiración modifica la rutina; otro más, cambia nuestra situación de hastío o hartazgo por una condición de alegría que no nos brinda nunca el empeño obstinado. La inspiración es un estímulo espontáneo, pero hay que merecerlo.

El golpe de la inspiración es una reunión de condiciones especiales del azar. Llega sin que lo llamemos, lo sentimos de pronto en el espíritu y sabemos entonces que hay algo distinto que no había hasta hace poco en nosotros. Y, como todo efecto pasional, el golpe de la inspiración escapa al juicio de la inteligencia. Su irracionalidad es, sin embargo, más reveladora que muchos tests de racionalidad.

Ser inteligente es una virtud, pero existen muchas inteligencias sin ninguna sensibilidad que pueden conducir al defecto mayor del pensamiento: la erudición por la erudición misma, y en muchos eruditos muchas veces no sólo no hay emoción sino que tampoco hay entendimiento. Aun el espíritu sin el soporte de la propia experiencia real es puro balbuceo.

Muchas grandes obras maestras son obras imperfectas y a veces incluso truncas, inacabadas; son maestras porque son vitales y porque su magisterio lo ejercen en las potencias más entrañables de los seres humanos. Los mejores críticos literarios, los que teóricamente saben más de la composición poética y saben cómo expresarlo, resul tan seres incapaces de realizar un buen poema. Los más agudos críticos de arte, aquellos que nos explican el sentido de un lienzo, fracasan inevitablemente si intentan pintar o esculpir. Todos los que conocen académicamente las cualidades de una manifestación del espíritu, están condenados a fracasar si desconocen sus más entrañables misterios y si nunca han sido tocados por el soplo de la inspiración.

La inteligencia sin pasión es patética, y es la que encontramos más frecuentemente. Las personas inteligentes abundan más de lo que suponemos, pero si dan la impresión de ser obtusas es precisamente por la falta de emoción que imprimen a su vida. La única pasión de los inteligentes tontos es ser inteligentes en sí. Nada les irrita más que lo imprevisto, que el azar, que el sentimiento espontáneo.

La inspiración es una de las fuentes de la alegría más gozosa del ser humano. Sin ella el mundo sería plano y sin gracia. Las mejores cosas, en todos los ámbitos de la existencia, son excepcionales. En un instante, la inspiración cambia el rumbo del aburrimiento y nos deja una huella imborrable como ésta: “Abril es el mes más cruel.” Después de leer La tierra baldía, de Eliot, esta imagen fúnebre y su música nos acompañarán toda la vida.