De saber aprovechar las coyunturas históricas
os consejos que recibe la presidenta de México para el sexenio 2024-2030 pueden ser infinitos y, entre ellos, algunos contradictorios: su criterio debe ampliarse para evaluarlos, porque no existe la verdad universal en ninguna parte, pero las verdades relativas pueden compararse y esto sólo sucede al amparo de un criterio central y el peso de los criterios que lo envuelven y jalan cada uno de su lado. Y no necesariamente por intereses mezquinos, pueden contrapesar convicciones, prácticas, influencias, que en una sociedad libre y productiva son su riqueza, pero que, en tiempos de crisis, jalan de varios lados y pueden ganar los razonamientos por el número de adictos de una u otra posición en el debate o bien (entre muchas posibilidades) por el peso de la realidad observable independientemente de los prejuicios.
Nosotras aspiramos a tener una mirada desprejuiciada y generosa para con el objeto final del cambio recomendado en sinnúmero de colaboraciones en este y otros espacios.
¿Qué tienen que ver las sequías y las inundaciones, la falta de tierra cultivable y las hectáreas no cultivadas, las desertificadas o empantanadas, las empinadas casi inaccesibles, hacia las cimas o hacia los abismos…? Pues, en todo caso, se relacionan con prácticas y conocimientos ancestrales que lograron compensar los inconvenientes con su propia tecnología, que partía no de cálculos sobre el papel, en complicadas ecuaciones, sino de la observación del terreno de su fauna y flora, del ciclo de lluvias y sequías, en fin: de la observancia de la vida real y sus ciclos.
Es sorprendente cómo la observación de la realidad ha aportado a la especie humana mucho más que la perfección de las ecuaciones y cálculos científicos, pues, podría afirmarse, que la humanidad se autocreó en tanto que humana
, gracias al aumento de las facultades de observación, reflexión e invención de soluciones en el área cerebral y táctil del cuerpo en su conjunto. Pero, si bien lo humano fue creando instrumentos, herramientas, conductores simuladores, para acortar el tiempo del esfuerzo de los humanos, hasta crear incluso una imitación de sí mismos con el fin de acelerar los resultados de las pruebas y acortar los tiempos de la vida necesaria, hasta casi poder prescindir de ésta, gracias a la creación y reproducción continuada de los elementos vitales en cada generación. Así, un mareo en una de las volutas de la invención, pareció haber llegado al tope del espacio necesario para la reproducción de lo humano, de tal modo que en una ecuación equis, las brillantes mentes descubrieron que nuestro planeta Tierra está sobrepoblado y, como ya habían probado expandirnos en otros planetas y todavía no lo logramos (como género creador) se decidió la alternativa de que, siendo demasiados, hay que prescindir de algo así como la mitad de la población mundial.
Por otro lado, ha inventado la ecuación del valor donde todo es mercancía y el valor de cada una tiene su equivalente en materiales perennes acumulables. La ciencia de los siglos XIX, XX y XXI nos ha revelado que sobramos muchos en este planeta y los científicos imponderables crearon varios métodos para equilibrar el peso de la humanidad realmente existente con la que debería existir según cálculos científicos de alto nivel y nula ética. Desde las incursiones en tierras ajenas con el exterminio de pueblos originarios (inservibles) hasta la fantasía de hacer estallar la Tierra cuando los científicos encuentren la manera de embarcar al pueblo elegido para después acaba con nuestro planeta y lo que quede de seres vivos en él, estamos presas y presos de una fantasía inimaginable, porque no queremos comprender qué significan las guerras y el desvío de recursos para la vida (como la alimentación y la salud) hacia la proliferación de ejércitos formales (nacionales) e informales (como los cautivos del negocio y consumo de las drogas).
Quien no quiera ver que no vea, pero las peronas que tenemos el privilegio de la vista y la capacidad de comprender estamos obligadas a actuar.
La riqueza de una humanidad como la contemporánea, y pese a sus integrantes enfermos y destructivos, debemos actuar, luchar hasta la muerte por defender la vida. Y la vida, en México, implica una alimentación reproducible sin desgastar y envenenar los suelos propios en nombre de la economía
, la ciencia y la tecnología modernas
. Un paso atrás de las convicciones que comparten la sobrevaloración de las tecnologías destructivas o la alternativa de desarrollar otras tecnologías para combatirlas sería un gran paso de la inteligencia de cada quien que así piense, actúe y se alinee a su historia contemporánea.