asta dónde debe llegar el compromiso de los intelectuales con la sociedad y su participación en un proceso revolucionario? ¿Basta con que el escritor cree para satisfacer su necesidad de expresarse, o sus obras deben estar al servicio de la sociedad? Cada lector responderá estas preguntas según su conciencia y filiación ideológica, pero durante la Gran Guerra Patria más de mil escritores soviéticos decidieron participar en la guerra contra el fascismo; de ellos, cerca de 400 no regresaron y 18 fueron condecorados con el título deHéroe de la Unión Soviética
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La amplia participación de escritores y artistas soviéticos en la guerra, así como la posterior conversión de algunos soldados en escritores, generó una vasta producción de obras sobre la lucha del pueblo soviético contra la invasión de la Alemania nazi. Gracias al esfuerzo de editoriales soviéticas como Ediciones en Lenguas Extranjeras de Moscú y Editorial Progreso, se publicaron en español más de un centenar de títulos sobre este tema.
Pero junto con el esfuerzo editorial soviético, en México el movimiento antifascista también impulsó proyectos editoriales que ayudaron a difundir de manera explícita los episodios de la Guerra Patria. Esta labor no tenía como fin principal el entretenimiento o la mera apreciación estética, sino que buscaba hacer de la edición una actividad de lucha antifascista, en concordancia con el deseo de los escritores de que sus obras fuesen vehículos de propaganda política que incitaran a la acción en medio de la guerra. Así, la edición de libros sobre los horrores del fascismo y sobre la heroica resistencia contra esta barbarie se convirtió en una práctica solidaria con la URSS.
La editorial Astro fue una de las casas editoras en México que publicó obras literarias sobre el heroísmo del pueblo soviético. Entre sus publicaciones destacan El pueblo es inmortal (1944) de Vasili Grossman, La epopeya de Stalingrado (1944), con participación de varios autores soviéticos, y Aquí el alba comienza (1944), novela de la periodista francesa Simone Téry, militante del Partido Comunista Francés y corresponsal del diario L’ Humanité.
Asimismo, la editorial Nuevo Mundo editó importantes obras con el apoyo de traductores exiliados españoles como Enrique Díez-Canedo, Wenceslao Roces y Juan Rejano. Entre ellas destacan El sitio de Sebastopol del autor Boris Voyetéjov (1943), Arcoíris (1944) de la escritora polaca Wanda Wasilievska –una novela que retrata con crudeza la violencia ejercida por los nazis sobre las poblaciones ocupadas, así como la resistencia antifascista de sus habitantes, en especial de los militantes comunistas–, y La séptima cruz (1943) de la escritora alemana Anna Seghers, una obra que aborda la temática de los campos de concentración nazis y la rebeldía de algunos prisioneros.
Esta editorial también publicó otros libros relacionados con la Segunda Guerra Mundial, incluyendo obras literarias, documentos y memorias provenientes de distintos escenarios de la contienda. Su catálogo constituye, sin duda, un valioso recurso para el estudio de la Segunda Guerra Mundial.
Por su parte, el Comité de Ayuda a Rusia en Guerra generó su propio sello editorial, por medio del cual difundió obras como Leningrado-Stalingrado: Dos epopeyas (1944), libro traducido por Wenceslao Roces que compendia una serie de narraciones sobre la defensa militar de estas dos ciudades soviéticas frente al fascismo. Los textos pertenecen a autores como Vasili Grossman, N. Tijónov, Vera Inber, entre otros. Esta misma editorial también publicó una edición del Nuevo Canto de amor a Stalingrado (1943) de Pablo Neruda.
En cuanto a la editorial El Libro Libre, vinculada al Movimiento Alemania Libre –fundado por militantes del Partido Comunista Alemán como Anna Seghers y Paul Merker, y que operó en México durante los años 40–, destaca un catálogo de 25 libros en español y alemán. Entre sus títulos más relevantes se encuentra La batalla de Rusia (1943), obra del agente checoslovaco Otto Katz, quien firmó con el seudónimo André Simone. En este libro se describe el desarrollo de la guerra en el frente soviético, así como las batallas y acontecimientos políticos más significativos ocurridos entre junio de 1941 y junio de 1943.
Otra obra antifascista publicada por esta editorial fue La caída de la República Alemana (1944) de Paul Merker. En ella, el autor analiza los acontecimientos políticos desde el desarrollo del capitalismo alemán en 1914, cuando el capital arrastró a la clase obrera a la guerra; aborda también la revolución espartaquista (1918-1919), la instauración de la república de Weimar, y denuncia cómo las acciones del gobierno socialdemócrata –al servicio del gran capital– contribuyeron a que el fascismo ascendiera al poder en Alemania y, posteriormente, instaurara una dictadura.
El libro más representativo de esta editorial de los exiliados alemanes fue El libro negro del terror nazi en Europa (1943), una obra magníficamente ilustrada con grabados y dibujos de miembros del Taller de Gráfica Popular (TGP), así como de artistas soviéticos y de otras nacionalidades. Además, incluye 164 fotografías que documentan la barbarie nazi. Los textos están conformados por testimonios y obras narrativas de escritores de diversos países que retratan los crímenes del nazismo en Rusia, Austria, Polonia, Checoslovaquia y otros países ocupados por las hordas nazis. El comité de redacción de esta obra estuvo integrado por Antonio Castro Leal, André Simone, el poeta español Juan Rejano y Anna Seghers; la ilustración del libro estuvo a cargo del arquitecto alemán Hannes Meyer.
El reconocimiento del heroísmo del pueblo soviético en las batallas de Stalingrado, Leningrado, Sebastopol y otras más fue ampliamente reflejado en estos libros, publicados en México como un acto de solidaridad con la Unión Soviética. Paralelamente, el pueblo mexicano, como expresión de internacionalismo proletario, brindó espacio a las organizaciones antifascistas de diversos países y permitió su actividad editorial como herramienta de propaganda política.
Si el Fondo de Cultura Económica (FCE) ha publicado obras como Los héroes de Panfílov y Un nuevo nombramiento de Alexander Bek, a ochenta años de la derrota del fascismo, ¿sería posible que esta u otra editorial reditaran alguna de las obras aquí mencionadas, o incluso las magníficas novelas de espionaje de Yury Dold-Mikhaylik, A solas con el enemigo y Entre los caballeros de espíritu negro?
Sin duda, la heroica resistencia del pueblo soviético, que enfrentó al fascismo con el sacrificio de más de 20 millones de vidas en defensa de la libertad de la humanidad, merece ser recordada y honrada. La literatura que refleja este glorioso episodio histórico debe preservarse y difundirse, asegurando su permanencia a través de nuevas ediciones que mantengan viva la memoria de tan significativa gesta.
* Historiador de la ENAH