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¿Creer al personaje, o no?
P

or supuesto que hay que tomar en serio al personaje que fue capaz de meter en jaulas a los migrantes, separó a las familias, a los niños y muchos siguen sin encontrar a sus padres. Amenazó al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con aplicar aranceles que llegarían hasta 25 por ciento por considerar que su iniciativa en política migratoria atentaba contra los intereses de EU. Se trata de un personaje peligroso que utiliza a los migrantes como la punta de lanza de su política demagógica, mentirosa y racista. Dirige la ofensiva hacia un conjunto laboral al que le asigna ser causante de todos los problemas que vive una importante cantidad de estadunidenses y desvía la atención del verdadero culpable el sistema capitalista, al tiempo que refuerza la quimera del sueño americano.

Como señala el premio Nobel Aungus Deaton, se trata de un sistema que enriquece a las empresas y a los ricos a costa de los trabajadores, agrava la desigualdad de riqueza y oportunidades. Los salarios reales se han estancado desde 1980, 10 por ciento de las familias ricas de Estados Unidos posee ahora 76 por ciento y 50 por ciento más pobre sólo posee uno por ciento. Señala que el país enfrenta la llamada muerte por desesperación que explica el aumento de la mortalidad entre los hombres blancos, de mediana edad por adicciones a drogas, alcoholismo, suicidios. La esperanza de vida ha bajado por la lamentable industria sanitaria que mata a un número asombroso de pacientes. Y el sistema educativo es una industria que endeuda profundamente a los estudiantes que requieren un título universitario para alcanzar cierto estatus.

La victoria de Donald Trump significa que los estratos desplazados por la precariedad económica al no sentirse representados por los demócratas cambiaron su votación, como fue el caso por demás extraordinario de los latinos, la cifra más alta recibida por un candidato presidencial republicano en medio siglo (La Jornada, 6/11/24) sólo explicable en el contexto de una sociedad en permanente contienda para la cual los migrantes representan competencia, por tanto, hay que deportarlos, poner en marcha políticas proteccionistas y levantar un muro altísimo. Cuando en realidad la precariedad en todos los sentidos es producto de un sistema capitalista depredador.

En el caso de México, hay que considerar que el país ha cambiado y tiene ahora mayores fortalezas que cuando AMLO tuvo que enfrentar las amenazas del mismo personaje, si no cambiaba su propuesta migratoria, la que supuestamente afectaba al país vecino. Un dato importante es que la migración ha tenido una disminución de 75 por ciento, como se mostró en la conferencia de la presidenta Claudia Sheinbaum. En parte resultado de los programas sociales que se dirigen precisamente a la población más vulnerable, lo que ha permitido poner en marcha la propuesta de Naciones Unidas en relación con el derecho al desarrollo. Si bien falta mucho camino por recorrer, lo interesante es que los planes y programas del gobierno actual seguirán por ese camino y permitirá ir revirtiendo la tendencia de la migración forzada y convertirla en una opción.

Sin embargo, viene la revisión, según Trump la renegociación, del T-MEC, y es importante reconsiderar varias cuestiones que en gran parte han obstaculizado el desarrollo del país.

En primer lugar, porque el papel de México, fijado por los socios como no competidor, sino complementario, lo han convertido en un país eminentemente maquilador y así lo quieren mantener con la relocalización. Se trata de un modelo que no genera desarrollo, porque no responde a las necesidades del mercado interno, sino de los intereses de las trasnacionales. La industria maquiladora está desconectada del resto de la economía y al obligar a importar los insumos, se ha destruido la posibilidad de desarrollo de las pymes mexicanas, parte sustancial de cualquier economía. Por otro lado, las reformas constitucionales de Salinas de Gortari dieron entrada a las inversiones extranjeras quitándoles cualquier tope, de forma que ya no hay sector por estratégico que sea al que no pudieran acceder. Se quitaron todas las restricciones al sector bancario, ahora la mayoría son extranjeros y alcanzan beneficios obscenos, mismos que nunca tendrían en sus países matrices. Pero lo más doloroso fue la contrarreforma al artículo 27 constitucional que terminó con el reparto agrario, se liberalizaron las tierras que pasaron a manos privadas y extranjeras, desplazando comunidades, permitiendo onerosas concesiones mineras, violencia, etcétera. Otro punto que requiere revisarse es haber aceptado el convenio Ciadi (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) que el ex secretario de Economía Ildefonso Guajardo aceptó y con ello dejó atado de manos al país a los intereses de las grandes trasnacionales (Manuel Pérez-Rocha).