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Carmen Toscano fue pionera de las directoras de AL en Cannes; hoy brillan por su ausencia
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▲ De izquierda a derecha, Izabel Goulart, Katherine Langford, Bella Hadid, Aja Naomi King y Jessica Wang, a su llegada, ayer, a la proyección L’amour ouf.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Viernes 24 de mayo de 2024, p. 8

Cannes. En los albores del Festival Internacional de Cine de Cannes, que comenzó sus ediciones en 1946, la mexicana Carmen Toscano y la venezolana Margot Benacerraf estuvieron entre las primeras cineastas en formar parte de la competencia, en un certamen en el que actualmente las directoras latinoamericanas brillan por su ausencia.

Las dos primeras ediciones de la muestra, que echó a andar tras la Segunda Guerra Mundial, contaron con directoras en la competencia, entre ellas la portuguesa Bárbara Virginia y la francesa Nicole Vedrès. Pero en esos años no había un verdadero concurso y la premiación se regía más bien por criterios diplomáticos que intentaban contentar a todos los países.

Fue a partir de mediados de la década de 1950 que la muestra fue adoptando un formato que se acerca más al actual, con un palmarés más exigente y un jurado internacional.

Labor titánica

Carmen Toscano (1910-1988), hija del pionero del cine en México Salvador Toscano, presentó en Cannes en 1954 Memorias de un mexicano, un documental con imágenes filmadas por su padre y más cineastas sobre la Revolución Mexicana y otros hechos históricos.

Toscano hizo una labor titánica porque, aunque a lo mejor no filmó demasiado, tuvo que editar y tener un ojo y una visión para revisar el material que había filmado su padre, explicó a Afp Patricia Torres San Martín, investigadora docente en cine y género de la Universidad de Guadalajara.

Es uno de los mayores aportes de una mujer creadora mexicana a un movimiento tan importante sociopolítico como la Revolución Mexicana, señaló.

El filme fue declarado monumento histórico de México en 1967.

El hecho de ser la hija de Salvador Toscano, le ayudó pero al mismo tiempo la ensombreció, agregó la experta. Con el predominio de la cultura patriarcal, el trabajo de la cineasta, que también era escritora, quedó muy rezagado y no tuvo el reconocimiento que se merecía.

En 1959, la selección de Cannes incluyó una nueva generación de directores, con obras más audaces, indica la web del festival. Entre ellas: Los 400 golpes, de François Truffaut; Orfeo negro, de Marcel Camus; Nazarín, de Luis Buñuel, y Araya, de Benacerraf.

La venezolana, que ya había participado en Cannes con su corto Reverón, en 1953, presentó un poético docuficción en blanco y negro sobre la vida de los trabajadores en unas salinas en el noreste de su país.

La joven cineasta, que había estudiado en Francia, llega con su película bajo el brazo, una mujer sin respaldo de nadie, recordó Alexandra Cariani, directora de la Fundación Margot Benacerraf.

Araya ganó el premio Fipresci, de la crítica internacional, ex aequo con Hiroshima mon amour, de Alain Resnais.

Pese a que luego fue a otros festivales, como Locarno y Moscú, la película no se estrenó en Venezuela hasta 1977.

La cineasta, de 97 años, no fue sólo pionera en el cine, sino fue del grupo de la nueva ola latinoamericana y no la mencionan en ningún lado, ni los hombres le han dado ningún valor porque ella era la única mujer, afirmó Milvia Villamizar, responsable del acervo de la Fundación Margot Benacerraf.

Toscano y Benacerraf abrieron la senda de las directoras latinoamericanas en la competencia por la Palma de Oro en Cannes, el mayor festival de cine del mundo. Pero hasta ahora, han sido muy pocas las que han podido seguir suestela.