La Bienal FEMSA cumple tres décadas en 2024, motivo por el cual organizó una exposición que servirá de preámbulo a la celebración. Titulada 30 años en el mundo del arte: Una revisión de la Bienal FEMSA, la muestra está concebida como una narrativa histórica de sus ediciones anteriores y se presenta en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, en León.

Para los fines de la exhibición, su curador Daniel Garza Usabiaga trabajó con la colección de arte FEMSA, que consta de más de mil 300 obras, con el objeto de mostrar en qué medida el concurso ha evolucionado, mientras a la par se exhiben la mayoría de las obras ganadoras, aunque también piezas que no fueron premiadas. La exposición está conformada por más de 80 obras, de la autoría de 54 artistas, y abarca un periodo que se extiende desde 1991 hasta 2020.

En la primera bienal, originalmente de pintura y escultura, se otorgaron premios principales en estas dos disciplinas. Sin embargo, también se adquirió la instalación Escuelas del arte (1992), de Adolfo Patiño, aunque esta disciplina no gozaba de una categoría dentro de la convocatoria. Varios artistas habían enviado obra tridimensional que era más instalación que escultura. En la segunda edición, la instalación ya figuraba en la convocatoria, dijo Garza Usabiaga a La Jornada.

La muestra refleja cómo la bienal ha respondido y se ha adaptado a cuestiones prácticas y nuevos discursos, aunque también a cambios de propuestas curatoriales y de formato. Es decir, la idea de presentar una exposición curada a la par del certamen, hasta llegar a una bienal curada con un programa de artistas invitados, exposiciones, un programa editorial, otro educativo, además de una dinámica itinerante. La edición 13 se realizó en Zacatecas, mientras la 14 se efectuó en Michoacán en plena pandemia.

–¿Qué caracteriza a la Bienal FEMSA?

–La mayor parte de las bienales se han mantenido como concursos. Esto, por lo general, limita la participación de los artistas que pueden encajar en la convocatoria. Actualmente, la bienal es por invitación y son proyectos comisionados, aparte de su plataforma itinerante

Cambiar de ciudad, agregó Garza Usabiaga, repercute en su conceptualización, ya que involucra al contexto local.

–¿Cómo les ha funcionado la plataforma itinerante en cuanto a atraer un público estable?

–Para mí, uno de los aciertos consiste en crear una red de intercambios y colaboración entre artistas, gestores y galeristas que muchas veces perdura más allá de la bienal.

Además, es una oportunidad para colaborar con las instituciones, los espacios y las obras de arte público que hay en las distintas ciudades, a fin de darles una nueva lectura y renovar su percepción. En ciudades como Guanajuato y Zacatecas, donde hay una infraestructura determinada por el turismo, que llegue una bienal de arte y las estudie más allá de estas dinámicas, también es un aporte relevante.

Para Mariana Munguía, directora de la 15 Bienal FEMSA, ésta se concibe más que una exposición, como un programa. Hay diferentes componentes en sus áreas que también buscan fomentar colecciones y tender puentes. Es una oportunidad de conectar con un mayor número de audiencias porque estamos colaborando con muchas instituciones en Guanajuato, además de colectivos y artistas independientes.