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Economía moral

Uso del tiempo y pobreza, 3ª entrega // Primer cálculo de pobreza de tiempo

E

n el libro, escrito con Enrique Hernández Laos, Pobreza y distribución del ingreso en México (PDY, Siglo XXI editores, 1999), fue la primera vez que pude aplicar la metodología del MMIP de manera casi completa usando la base de datos de la ENIGH1989 que, a diferencia del Censo de Población 1990, sí captó las horas de trabajo extradoméstico (TrED). Eso me permitió, en el capítulo 1 y en el anexo metodológico (AM) explicar la metodología a la que llegué (entonces) para medir la pobreza de tiempo (PT). Ahora puedo percibir que lo hecho reflejaba algunas faltas de claridad en mi concepción de la PT. En primer lugar, la seguía considerando (igual que en 1992 y 1994; véase entrega del 24/02/23) como parte de la dimensión de NBI (necesidades básicas insatisfechas), como una necesidad (N), y no como una fuente de bienestar (FB) que es lo correcto. Así señalé: “Un recorrido por los factores determinantes de la satisfacción de los rubros de NBI muestra que estos factores, dejando a un lado los ingresos corrientes que se abordan por el método del ingreso, pueden agruparse en: a) inversión privada en activos básicos (patrimonio del hogar); b) derechos de acceso a servicios que involucran gastos públicos (corrientes o de inversión); c) El tiempo actual disponible para recreación y educación; d) tiempo disponible y derechos de acceso a servicios educativos en el pasado (que determinan el nivel educativo de los adultos de hoy). Al igual que en Pobreza y estratificación social (PES), conformé dos subíndices de NBI: uno para los dos rubros expresables en términos monetarios (a y b) y otro para los de tiempo (c y d). Reiterando lo dicho en PES, añadí: la mayor parte de la inasistencia escolar en AL se explica porque los niños en edad escolar deben trabajar para añadir algo al magro ingreso familiar. En esto casos, la inasistencia escolar es un indicador de pobreza. Igualmente, cuando el T disponible para recreación está por debajo de la norma debido a sobrejornadas de trabajo (emprendidas tratando de alcanzar el ingreso mínimo), refleja pobreza. Esta manera de identificar la PT evita confundirla con preferencias libremente elegidas y pone al descubierto aspectos ocultos de la pobreza. Una familia con ingresos por arriba de la LP (línea de pobreza) debido al sobretrabajo, no sería identificada como pobre en método de LP, y en el de NBI lo sería sólo en la medida en que se reflejara en inasistencia escolar. De aquí derivé la conclusión que habría de regir por muchos años: integrar la dimensión de LP con la de pobreza de tiempo disponible, y después combinar la otra parte de NBI con esta dimensión de ingresos-tiempo para obtener el MMIP. Esto lo formalicé en el AM con la ecuación LYTJ = LY/ET, donde LYT es el indicador de logro de ingresos tiempo, LY es el de ingresos y ET es el índice de exceso de trabajo que es igual a ETj =(1+TTrEDj)/(kj*48), donde TTrEDj es el T de trabajo extradoméstico, y kj* el número de jornadas disponibles en el hogar j para TrED. Para calcular k* se excluyen, entre los de 15 a 69 años, a quienes suelen trabajar pero no lo hicieron en la semana de referencia, los estudiantes, los jubilados e incapacitados. También se excluyeron las jornadas semanales (JS) requeridas para el TrD en hogares (H) sin servicio doméstico contratado: 1 JS para los hogares (H) de 4y+ miembros, y 0.4 para los de 2 y 3. En los unipersonales no se aplicó esta exclusión. ET se usó como corrector. Como se aprecia en la primera ecuación, ET actúa como una especie de deflactor, de manera que LYT es el indicador de logro de ingresos sin incurrir en sobretrabajo. Es un ingreso corregido por sobretrabajo antes de compararlo con la LP; la corrección por subtrabajo sólo aplica a quienes no son pobres de ingresos, porque el desempleo, en esa situación, se considera involuntario.

En esta primera aplicación empírica de la PT se minimizó su presencia como tercera dimensión del MMIP. En los numerosos tabulados del capítulo 5 del libro no se incluye la estratificación resultante en tiempo, sólo las de ingresos, ingresos-tiempo y NBI. Lo que sí se presenta es la estratificación de LP sin T, donde se aprecia que mientras la incidencia de pobreza por ingresos fue de 56.6 por ciento, la de ingresos tiempo fue de 58.9. Todo el aumento observado fue en el estrato indigentes. “Sin embargo, los cambios más fuertes se presentan en la estructura relativa de los estratos no pobres. El de SRI (satisfacción de requerimientos de ingresos) baja de 23.3 por ciento a 16.7 y la clase alta aumenta de 4.4 por ciento hasta 7.9. En los tabulados se presenta el valor medio de ET para cada estrato del MMIP, lo cual no nos permite conocer la incidencia de la PT en el país. El texto intenta justificar esta presencia (aunque no la ausencia de la incidencia): “El análisis del valor medio de ET por estrato puede esclarecer el papel desempeñado por el T en la dimensión LPT. La mayor parte de los estratos tienen un ET que está ligeramente arriba de 0.9, lo que significa, en promedio subtrabajo. Esto puede deberse a la norma adoptada de JS de 48 horas cuando hay indicios que la frecuencia más alta se mueve hacia las 40 horas. Pero hay dos estratos en los que esto no ocurre. El estrato SRI tiene una media de 1.04 que denota un leve sobretrabajo. Esto ayuda a explicar el descenso brusco que la proporción de población en este estrato experimenta al corregir con ET los ingresos… parecería que una cantidad importante de PT (incurrida para evitar la de ingresos) se ubica en este estrato, que es el que más trabaja de todos… Otro estrato que se sale de la media general, de manera abrupta, es la clase alta, cuya ET es de sólo 0.58 a nivel nacional, 0.61 en el urbano y 0.48 en el rural. La razón podría radicar en la mayor presencia de servidores domésticos en estos hogares. Este bajísimo nivel de ET explica el fuerte aumento en la incidencia de la clase alta al incluir T, tanto en el medio urbano (de 6 a 9.9 por ciento) como en el rural (de 1.7 a 4.6 por ciento). ET no sólo modifica la estructura de la estratificación, sino que afecta también la intensidad (I) de la pobreza. El mayor número de pobres que se identifican con ingresos-tiempo tienen además una carencia de mayor I: de 0.45, la I pasa a 0.49. Es decir no sólo hay más pobres, sino que estos son más pobres. Para el conjunto de los no pobres (para quienes el valor de I es negativo) el cambio entre LP y LPT es de -0.19 a -0.28. Los cambios más notables se presentan –al igual que en incidencia– entre la clase alta que resulta así no sólo más numerosa, sino en condiciones de bienestar más elevadas. Su nivel de carencia negativa pasó de -0.50 a -0.89. El método LPT, que modifica al de LP, pone al descubierto desigualdades sociales que aquél desconoce y que muestran una sociedad más polarizada, incluso sin tomar en cuenta todavía los indicadores de NBI”.

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