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Incendios forestales

Trabajan en prevención y restauración

Buscan mitigar efectos en Michoacán, NL y Coahuila

Ya se preparan autoridades para la nueva temporada ante las condiciones de calor extremo y lluvia escasa

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▲ En Coahuila, ya hay puestosde vigilancia estratégicos, como en Arteaga, donde el año pasado se registró una conflagración (imagen).Foto Cuartoscuro
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▲ En marzo de 2022 se usó un helicóptero para verter agua contra un incendio en Tepoztlán, Morelos.Foto Cuartoscuro
Corresponsales
Periódico La Jornada
Lunes 6 de marzo de 2023, p. 4

En 2022, entre Coahuila y Nuevo León se presentaron severos incendios que afectaron la Sierra de Santiago, en el parque nacional Cumbres de Monterrey, con vegetación que cuando es dañada por el fuego puede tardar hasta un siglo en recuperarse si no se hacen acciones de restauración, advirtió Marco Aurelio González Tagle, especialista de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).

En los tres últimos años miles de hectáreas han sido afectadas por incendios en el parque nacional, considerado como gran fábrica de agua, consideró el ecologista y activista ambiental Raúl Rubio Cano. La Sierra Madre Oriental, en Nuevo León y su colindancia con Coahuila, es el gran acuífero que surge con los escurrimientos de la cuenca del bajo río Bravo, misma que desde hace unos cuatro años está secándose en sus orígenes, en las montañas Rocallosas en Estados Unidos, indicó.

A ello hay que agregar que en fines de semana llegan miles de pobladores metropolitanos con sus motos, cuatrimotos y otros vehículos; dejan toneladas de basura y prenden fogatas, causantes de incendios, algunos de ellos de grandes dimensiones en los últimos años en Cumbres. Ante lo cual el gobierno estatal prohibió por siete meses el uso de vehículos recreativos en parajes con riesgo de siniestros.

Con los incendios forestales también la fauna sale afectada. En esta región hay especies amenazadas, como el oso negro americano, pumas, gatos monteses, reptiles, mapaches, zarigüeyas, zorrillos, venados y pecaríes; en la sierra de Santiago hay 104 especies amenazadas, 42 en peligro de extinción y cinco consideradas como probablemente extintas.

Para Rosario Álvarez, directora de Pronatura Noreste, es imprescindible que una vez apagado el fuego se localice a dónde huyeron las poblaciones animales sobrevivientes. Estamos buscando dónde están haciendo los nidos. Muchos de ellos fueron totalmente devastados, hay que encontrarlos para volverlos a proteger.

Como parte de los trabajos para recuperar ese bosque incendiado, especialistas trabajan en la remoción del material quemado para formar terrazas y evitar el deslave del suelo. En algunos lugares ya tienen las plántulas, ya están crecidas. Estamos esperando que se haga todo el trabajo de suelo para poder hacerlo y volver a ir a hacer la colecta en otras áreas, dijo Susana Favela, investigadora de la UANL.

En Coahuila, ante las condiciones climáticas que vienen, con calor extremo y lluvia escasa, autoridades estatales y federales se preparan para una nueva etapa de siniestros que arriesgan sobre todo el bosque del sureste del estado.

Las brigadas forestales y rurales están concentradas en puestos de vigilancia estratégicos, como son las comunidades de Mesa de las Tablas, Los Lirios y San Antonio de las Alazanas, en Arteaga, así como en localidades de las serranías de Múzquiz, Zaragoza y Ocampo.

En Michoacán, los incendios forestales, la sobrexplotación forestal, el cambio de uso de suelo y la tala clandestina han provocado que las regiones purépechas hayan perdido más de 60 por ciento de sus zonas arboladas, a decir de las autoridades ambientales del estado.

Tan sólo los incendios entre 2013 y 2022 destruyeron más de 90 mil hectáreas. Parte de ellas eran arbolado y renuevo. Sin embargo, la comunidad de San Juan Nuevo no sólo ha logrado reducir al máximo los siniestros, sino que apoya a pueblos vecinos a controlar el fuego en las zonas arboladas en temporada de estiaje.

El director técnico forestal de San Juan Nuevo, Gregorio Anguiano Echeverría, comentó a La Jornada que la comunidad posee aproximadamente 11 mil 500 hectáreas de bosque y, de manera permanente, de los mil 254 comuneros que hay, 25 vigilan el bosque para detectar el fuego o cualquier otra emergencia.

En temporada de incendios forestales contamos con dos brigadas de ocho compañeros y una torre de vigilancia de 50 metros de altura en el cerro Pario, de los más altos donde hay mejor visibilidad: pero sobre todo contamos con 850 comuneros voluntarios que de manera escalonada hacen recorridos los siete días de la semana, apuntó.

Esa ha sido la fórmula para que en la comunidad no haya muchos siniestros en la zona arbolada. En promedio al año hay unos 10 conatos de incendio y sólo entre 4 y 6 hectáreas son destruidas por el fuego. Admitió que hay algunas personas del mismo municipio de San Juan Nuevo que provocan incendios para cambio de uso de suelo, sobre todo para el cultivo de aguacate, aunque son pequeñas superficies de cuatro a cinco hectáreas.