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Nicaragua y los mirlos blancos de la democracia
U

no. Tras un breve receso por motivos de salud, retomo este espacio en uno de los pocos medios impresos que cumple con el deber-ser del periodismo responsable: el derecho a la información contextualizada, otorgando voz a todas las voces todas.

Dos. Durante mi convalecencia, apenas revisé las noticias. Y creo que en algún momento tomé la pastilla equivocada: en lugar de la revolución empecé a soñar con Zeus, aquel gran aristócrata del Olimpo que manipulaba y enfrentaba a los pueblos, haciéndoles creer que no tomaba partido.

Tres. En la Ilíada, por ejemplo, un poeta ciego de incierta existencia narró oralmente y de oídas, las fantásticas peripecias de la guerra de Troya… 450 años después de que, posiblemente, haya ocurrido. Y 750 años más tarde, Virgilio se inspiró en ella para, así como en el texto atribuido a Homero, dotar de origen mítico a la Roma imperial de Augusto, quien había acabado con la república (la Eneida, I adc).

Cuatro. Le cuento, además, que durante mi receso vi en Netflix Drácula versus Mehmet II (Gary Shore, 2018). Filme dramatizado, con el aporte de historiadores húngaros, rumanos, turcos y serbios, donde el verdadero Drácula aparece como lo que fue: un príncipe protonacionalista de Valaquia (Rumania actual), en lucha contra la expansión del imperio otomano (Vlad Tepes III, 1431-76).

Cinco. ¿Y con eso, qué’ Los historiadores podrán seguir investigando la realidad. Pero ninguno traerá paz a mi alma desde el día en que, con 10 añitos, vi el Drácula protagonizado por Christopher Lee, sintiendo un miedo parecido al de los mirlos blancos que en abril de 2018, intentaron derrocar al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega ( Nicaragua: guerra contra el pueblo, Marcio Vargas, 2019).

Seis. ¿Cómo se cuentan las historias? De la Grecia antigua, ni hablar: gran imaginación, escasa literatura escrita. Y para las de finales de la Edad Media hay documentos, aunque sólo académicos autorizados y con guantes especiales, pueden consultarlos. En cambio, las de hoy son más fáciles de conocer y difundir.

Siete. ¡Qué paradoja! ¿Será por el avance de la tecnología que en nuestros días circulan más falsedades y mentiras que en los tiempos de Homero? Una paradoja algo baladí. Porque siempre será más atractivo creer que la guerra de Troya fue a causa de un príncipe que enamoró y secuestró a la esposa del fiero rey de Esparta, a reparar en el interés estratégico de los griegos en los Dardanelos.

Ocho. Ídem con Drácula y la novela homónima de Bram Stoker (1897). Pobre Bram. De niño, su trastornada mamá le contaba historias escalofriantes, de cuando los ingleses mataron de hambre a 600 mil católicos irlandeses, obligándolos a devorar cadáveres. Cristiano devoto, Drácula tenía la manía de empalar a sus enemigos. Y de su lado, el puritano demócrata Olivier Cromwell (1599-1653) escribió a los obispos católicos de Irlanda: Sois parte del Anticristo, y en breve tendréis, todos, sangre que beber.

Nueve. Ahora bien… ¿a quién le vamos? Porque en Rumania y Gran Bretaña, Drácula y Cromwell son enaltecidos, oficialmente, como héroes nacionales.

Diez. Así, durante la convalecencia me puse algo etimológico. Término que, según la RAE, indaga en el origen de ciertas palabras, la razón de su existencia, de su significado, y de su forma. Por ejemplo, la palabra apostilla quiere decir acotación que comenta, interpreta o completa un texto.

Once. Ajustado a la definición, advertí que la expresión dictadura-de-Nicaragua era incompleta. De ahí la importancia del documental de Marcio Vargas, quien muestra el rol de Washington en la ­des­es­tabilización del país centroamericano. Algo que hasta 2007 era menos evidente, ya que gobierno, Iglesia y partidos de oposición guardaban relaciones más o menos civilizadas.

Doce. Sin embargo, tras el irresistible ascenso de Donald Trump (2017), la USAID, el Departamento de Estado y la CIA, echaron a volar los mirlos blancos de la democracia, convirtiendo a Ortega en una suerte de Drácula cromwelliano. ¡Uf! ¿Ya no quedan creadores en ­Hollywood?

Trece. Financiadas por el imperio otom… (perdón, yanqui), las manifestaciones pacíficas con armas de fuego, simpatizantes del sandinismo quemados en vivo, incendios, violaciones, y obispos y sacerdotes llamando a la violencia, fueron sofocadas. Y el caudillo literario de Masatepe, contó esta historia a su modo, en una novela ajustada a los estándares de la democracia según Alfaguara y El País de Madrid, y torpemente prohibida por Ortega.

Catorce. Con todo, el caudillo literario lleva su parte de razón. ¿O acaso Borges, su alter ego, no decía que la democracia es un invento de la estadística?

Quince. El doctor me dice: “Párale PP… se te va a subir el azúcar”.

–Tiene razón, doc… Sólo me falta apuntar el link del documental Nicaragua: guerra contra el pueblo: https://rb.gy/gf3hpc.