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Mar de historias

Juego de cartas

Q

uerida Julieta:

¡Sorpresa! Anoche llegó de visita mi prima Leonor. Me dijo que había venido por aquí a entregarle unos documentos a su contadora y aprovechó para saludarme. Al principio la sentí un poco nerviosa, cohibida. Pensé que se debía a los años que llevábamos sin vernos pero de todos modos le pregunté el motivo de su incomodidad. Me respondió que necesitaba dejarme claro que no había tenido nada que ver con lo sucedido. Para ella también había resultado una sorpresa. La vi tan mortificada que mejor cambié de tema y me puse a hablarle de aquella comida que me organizaron cuando cumplí cincuenta años. Me acuerdo que estuvimos en un restorán precioso: Las Tinajas, lástima que ya no exista, según me han dicho.

La visita fue corta, pero al final Leonor me pareció tranquila, contenta y hasta fue cariñosa. Antes de irse prometió llamarme para que vayamos a comer. Quiere que sigamos hablando del problema, pero no supe si se refería a cosas de la oficina o a algo que hubiera pasado durante la comida. Tú estuviste allí. Tal vez recuerdes algo, entonces dímelo. Si en verdad tuvimos algún conflicto y yo lo provoqué, estoy dispuesta a disculparme con Leonor.

No quiero presionarte pero sí te pido que, en cuanto tengas un tiempecito, me des tu punto de vista. Aunque ya no trabajemos juntas y nos veamos muy poco, sigo confiando mucho en ti. En espera de tus noticias, te mando un fuerte abrazo.

II

Delia querida:

Tardé un poco en contestarte porque he tenido problemas con mi departamento. La dueña dice que no me lo pediría si no fuera porque su hija Olga necesita cambiarse lo más pronto posible. Tuvo problemas graves con el marido. Él no acepta salirse del departamento por nada del mundo y ella prefiere dejárselo con tal de no seguir viviendo a su lado y con temor de que vaya a hacerle algo malo a sus hijos. En fin, no tiene caso que te meta en ese problema, mejor respondo a lo que me preguntaste.

Sí, es cierto que estuve en aquella reunión, pero no fue comida, fue cena. La organizaste tú y nos invitaste a todas las del departamento contable. Le pedí a mi vecina Normita que fuera conmigo porque cuando las presenté se cayeron muy bien y creí que les daría gusto verse. Además le pedí que me acompañara porque ella tiene coche y no habría problemas para encontrar un taxi a la hora de regresarme a mi casa. Ya entonces me daba mucho temor salir en la noche; ahora, con todo lo que está sucediendo, ni siquiera me atrevo a asomar las narices a la puerta después de que oscurece.

Fue una reunión muy bonita y te veías muy contenta, aunque preocupada porque Leonor no llegaba. A fin de cuentas, no se presentó. Te lo recuerdo para que dejes de quebrarte la cabeza pensando que hubo problemas entre ustedes.

Ella tuvo una dificultad, pero no contigo, sino con Efraín. Eso fue lo que me dijo al día siguiente cuando la llamé porque, aunque no dije nada para no inquietarte más, me tenía en ascuas su ausencia después de que me había dicho que por nada del mundo iba a faltar a la celebración.

Por otra parte, no entiendo que se haya distanciado de ti durante tanto tiempo. Yo en tu caso sí la llamaría para aclarar las cosas; pero te doy un consejo: si quieres continuar la amistad con ella, adelante; si no, deja todo como está. Por el momento creo que van bien, de otra manera Leonor no habría ido a visitarte.

Me despido porque ya me están llamando, pero si no te escribo no pienses que se debe a que estoy disgustada. Por favor, ya quítate de la cabeza el maldito complejo de culpa. Lo tienes, no lo niegues, la prueba es que piensas que ofendiste a Leonor cuando ni siquiera estuvo presente en la cena. Si no me crees pregúntale a Aurorita Cruz. El otro día me la encontré en la entrada del cine. Me dejó su correo, te lo paso, pero no para que nada más lo apuntes, sino para que la llames. Besos. Julieta.

III

Muy querida Aurorita:

Dirás que nunca te escribo y ahora que lo hago es para pedirte un favor. ¿Recuerdas que estuviste en la cena que me organizaron en la oficina por mi ascenso? Tengo una duda: ¿Leonor asistió? Julieta dice que no. Yo digo que sí y al parecer tuvimos una desavenencia, pero no recuerdo por qué.

Aunque esa situación se haya dado hace mucho tiempo, me preocupa, en especial si fui la causante del problema. No sé si estarás de acuerdo conmigo, pero creo que al paso de los años uno ya no quiere dejar cabos sueltos ni cuentas pendientes, sobre todo cuando está involucrado alguien de la familia: Leonor es mi prima. ¿Lo sabías?

Antes de despedirme voy a decirte algo que te va a dar gusto: Julieta me comentó que te había encontrado en la puerta del cine y que estabas maravillosamente bien. No lo dudo: siempre te cuidaste muchísimo y ¡qué bueno! Ojalá que pronto podamos platicar, pero en persona porque a mí esto de las comunicaciones a distancia como que todavía no me gusta.

Espero no haberte quitado mucho tiempo con mi carta, pero ya te expliqué cuál es el motivo de mi preocupación. Abrazos para ti y muchos saludos para tu familia. Delia.

IV

Querida Delia:

La verdad sí me sorprendió recibir tu mensaje. Empiezo por decirte que agradezco mucho tu confianza al contarme el problema con Leonor. Estuve haciendo memoria y sí, tal como piensas, ella asistió a la cena, pero no discutió contigo ni con nadie; lo único malo fue que se despidió muy temprano porque tenía que verse con alguien, supongo que un pretendiente, de otro modo no se habría salido tan pronto de la cena que te ofrecimos el día que te separaste de la empresa.

Nunca te lo he dicho, pero seguramente lo sabes: a todos nos pareció una injusticia tremenda que te despidieran después de tantos años de haber trabajado allí y créeme que si a alguien le dio tristeza tu salida fue a Leonor. Me consta que dudó mucho en aceptar tu puesto, pero tuvo que hacerlo. Supongo que es lo que necesitaba decirte la noche en que te visitó. Imagino que te lo contará el día en que vuelvan a encontrarse.

Cuídate mucho y ya no te me pierdas. Tu amiga que te quiere, Aurora.