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Los distractores de siempre
P

ara nadie resultaría insólita la evidencia de que el juicio de un delincuente de cuello blanco esté acaparando la atención nacional. Tampoco resulta increíble que el autodenominado súper policía haya engaitado a los súper policías estadunidenses, quienes confiaron en el pillo-funcionario de alto nivel del gobierno del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Lo que motivó a los gobiernos anteriores a delinquir, a engañar y a simular, fue por la facilidad con la que han podido robar a manos llenas desde los puestos políticos de las altas esferas o desde el círculo de cómplices de las bajas esferas. Pero, además de la complicidad de la gente allegada a los puestos estratégicos del poder, está el alto nivel de la desinformación de la sociedad.

¿Por qué la gente ignora los asuntos de la clase política y sus vínculos y acciones ilegales con los partidos y sus dirigentes, negociando incluso hasta sus principios? ¿Por qué no nos enteramos de los avances de la ciencia a favor de la salud o de los daños intrínsecos de los tratamientos médicos? Tal vez porque son un negocio. Es de conocimiento generalizado que las farmacéuticas imponen tratamientos, no por la necesidad de la población, sino de la industria terapéutica. Y, siguiente pregunta ¿por qué no conocemos los oscuros juicios y amañadas sentencias que dicta el poder judicial?

Ya ha sido señalado en varias ocasiones en las conferencia matutinas del presidente López Obrador que la información deficiente o, de plano, oculta a propósito, es porque se ha pensado tradicionalmente que la política sólo es para los políticos… y, podemos añadir que se ha generalizado el pensamiento de que, la ciencia sólo la entienden los científicos. Y, en cuanto a la jurisprudencia (ciencia del derecho), sólo los jueces, magistrados y tribunales deben entender qué es justicia y qué no. Por tanto, toda sentencia debe ser aceptada. Así, ciegamente.

De tal forma, que los grandes distractores de la vida cotidiana han hecho su labor: apartar la atención de la sociedad sobre los asuntos verdaderamente importantes. Pero, no sólo eso, sino también, que la desinformación mutila, de alguna forma, la capacidad de análisis de las personas, con el pretexto de que las leyes no las entiende el pueblo.

Estamos viviendo uno de los episodios clásicos de la ejecución de un distractor. El juicio al ciudadano-delincuente Gerardo García Luna, es el principal asunto en la prensa en estos días; como lo dijo el periodista Jorge Rocha en el programa La Mañanera 360, el juicio al súper policía está por convertirse en un pago por evento.

De la misma forma, los avances de la ciencia son disimulados por los consorcios empresariales y por los institutos de investigación, incluso hasta por las instituciones universitarias.

Por ejemplo, sobre la fusión nuclear, un estudio que lleva años, sólo unos cuantos países han podido avanzar en ello. No quiere decir que en México no se conozcan las técnicas para buscar cómo mejorar la producción de energía limpia. Estamos diciendo que para los hallazgos de la ciencia extranjera la difusión es más amplia que para la nacional.

Por ejemplo, casi nadie sabe que existe el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares y menos los que conocen cuándo se formó, quiénes trabajan en ese lugar y qué es lo que investigan.

Si tomáramos como principio ético dar a conocer a la población, desde los primeros niveles de educación formal, lo que es la ciencia, lo que se logra con ésta y el beneficio que se puede obtener para conservar sanos a los seres vivos y al planeta, se entendería mucho más por qué debemos cuidar el ambiente.

Entenderíamos con claridad qué es la energía nuclear, qué son los contaminantes ambientales temporales, los generados por los seres humanos y cómo enfrentar fenómenos naturales o provocados, sin el temor por lo que dice la prensa amarillista. Y, sobre todo, se fortalecería la capacidad de análisis de la situación humana ante las eventualidades, tanto de naturaleza ambiental, como de acciones provocadas por los seres humanos.

En información reciente, se asegura que el futuro de la energía limpia podría cambiar el sistema de defensa de Estados Unidos. Y, la pregunta es ¿por qué se investiga sólo pensando en ese país?

En principio, es de conocimiento general en la ciencia mundial de la energía, que la fusión nuclear, aunque suenen raro estas dos palabras, es una posibilidad para obtener energía más limpia. Y, por cierto, esto no sólo se estudia en Estados Unidos.

Lo de mayor importancia es que el conocimiento general debe enfocarse en la disminución de los desechos nucleares. Este es un asunto pendiente. De ahí la desconfianza de la población que desconoce el proceso y la aplicación de este tipo de energía basada en un mineral llamado uranio.

Y, si bien el gobierno estadunidense le da prioridad a que este tipo de fusión nuclear tiene la característica de obtener ganancias netas de energía, sería trascendente encontrar la fórmula para guardar los residuos tóxicos de la manera más eficiente posible, como hemos mencionado en otros artículos.

Esto quiere decir que tenemos la posibilidad de producir energía menos costosa y más limpia, beneficiando en mayor grado al ambiente natural con un costo menor para el desgaste geológico.

Por lo anterior, creemos que sería beneficioso que el conocimiento acerca de la industria nuclear pudiera ser de dominio público.

Twitter: @AntonioGershens