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Filomeno y los periodistas
U

n periodista que dejó un legado de honestidad y valentía fue Filomeno Mata, quien merecidamente tiene una calle en el Centro Histórico que lleva su nombre. Es una breve vía que guarda la memoria de su imprenta y oficinas, donde dio tantas batallas con la palabra escrita. Aquí publicaba El Diario del Hogar, que combatió ferozmente a la dictadura de Porfirio Díaz, lo que lo llevó en varias ocasiones a la cárcel.

Significativamente, en este lugar se levanta un señorial edificio que es la sede del Club de Periodistas, que recientemente cumplió 70 años de realizar la entrega del Premio Nacional de Periodismo, reconocimiento muy apreciado en el gremio porque lo otorgan los colegas.

Cada año se celebra la ceremonia en el hermoso patio de la sede, en el marco de un desayuno al que acuden periodistas y personas de los medios de todo el país y extranjeros.

Recordemos un poco de su historia: en la década de los 50 de la pasada centuria, un grupo de periodistas integraron el Club Mexicano de Periodistas AC (CMP) con la idea de agrupar y fortalecer al periodismo mexicano y acoger a miembros de todas las corrientes, tendencias, géneros y fuentes.

Tras ocupar varias sedes, al final logró tener un lugar propio. Mediante un decreto presidencial del 26 de noviembre de 1961, expedido por Adolfo López Mateos, le fue cedido un edificio en el Centro Histórico.

La elegante construcción data de la época del eclecticismo, que prevaleció a fines del siglo XIX y principios del XX. En la mezcla de estilos prevalece el neoclásico, que se aprecia en el patio principal, que tiene un piso ajedrezado en piedra blanca y negra, y en las columnas de cantera que sostienen dos pisos de pasillos con balaustradas, que dan paso a los salones y oficinas.

El CPM, como suele suceder con las asociaciones gremiales, padeció altas y bajas hasta los años 90, en que estuvo a punto de perder la sede. Se juntaron una serie de problemas internos y externos, el más grave: que el gobierno federal trató de enajenar el inmueble con el pretexto de un gran proyecto a favor del Banco de México.

Se logró salvarlo gracias a la tenaz defensa del entonces presidente del CPM, don Antonio Sáenz de Miera, Celeste Sáenz de Miera, Mouris Salloum George –actual director– y un pequeño grupo de abogados, periodistas, amigos y simpatizantes de la causa. Por la vía legal se logró la salvaguarda de un patrimonio legalmente constituido y oficialmente legado por un presidente de la República.

Actualmente, el empeño y entrega de Celeste Sáenz de Miera y Mouris Salloum, la directiva y un reducido grupo de periodistas y profesionistas de diversas ramas, han logrado convertir al CPM en una institución plural, abierta a todas las expresiones de la sociedad.

En estos tiempos tan oscuros para el desempeño de esa misión fundamental que desarrollan los periodistas, organizaciones como ésta son esenciales. En la reciente entrega del Premio 2022, Celeste Sáenz de Miera destacó la necesidad de mejorar todos los mecanismos gubernamentales para la defensa de los periodistas en México, detallando que, desgraciadamente, hoy el crimen organizado lleva a cabo mediante acciones violentas la censura en su nivel más primitivo.

Llamó a una tregua a esta polarización disgregante... Ojalá que sus palabras –que hablan por el gremio– sean escuchadas.

No hay que olvidar que el recinto es un espacio público para las artes, docencia, política, diplomacia, y toda clase de organizaciones empresariales o sociales que requieren de una lugar para la manifestación de sus ideas, productos, actividades o festejos. El donativo es modesto y ayuda al costoso mantenimiento del histórico y bello inmueble.

En la esquina de la callecita Filomeno Mata con 5 de Mayo está el café La Pagoda. Sabroso y asequíble ofrece en su amplia carta paquetes económicos y menú del día. Hay desayunos con el tradicional café lechero y suculento pan dulce.

Entre sus especialidades destacan el caldo xóchitl con quesillo, costilla de res a la ranchera, enchiladas potosinas y chiles relleno de tres quesos en salsa roja. Hay una gran barra con taburetes para los que tienen prisa o gabinetes y mesas para los grupos grandes.

El servicio es increíblemente rápido y amable. Un plus para los desvelados es que cierran a las 4 de la madrugada. Si es tempranero, a las 7 am ya están nuevamente abiertos para comenzar el día con un rico tamal y un chocolatito espumoso.