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En el mercadito hay hasta clases de baile

Migrantes ofrecen comida y otros productos en bazar en la Condesa

Acuden de Venezuela, Cuba, El Salvador y Afganistán, entre otros países

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▲ Esmeralda Herrera, sicóloga, quien hace ocho años llegó con sus tres hijos tras huir de la delincuencia en El Salvador.Foto Jessica Xantomila
 
Periódico La Jornada
Sábado 21 de enero de 2023, p. 11

Con el fin de que migrantes, solicitantes de asilo y refugiados puedan vincularse a un trabajo formal, impulsar su inclusión social y que los habitantes de las ciudades que los reciben vean de manera positiva su llegada y sus aportes tanto culturales como económicos, las organizaciones internacionales para las Migraciones (OIM) y del Trabajo (OIT), así como el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), entre otras, realizaron ayer un bazar con productos y servicios que ofrecen estas personas.

Al llamado Mercadito, en la colonia Condesa, entre los pocos espacios de este tipo que se organizan en la Ciudad de México, acudieron 25 personas de naciones como Venezuela, Cuba, El Salvador, Honduras, Colombia y Afganistán, y ofrecieron desde comida típica de sus lugares de origen y artesanías hasta clases de salsa, accesorios para perforaciones y tatuajes.

Ahí llegaron Fabiola Reyna y su hijo Santiago Díaz, ambos colombianos, quienes desde el 6 de julio de 2022 se encuentran en México. Compartió que se vieron obligados a dejar su país debido a cuestiones de seguridad, pues por un tiempo ella trabajó en las fuerzas armadas y su ex esposo es militar.

Reyna señaló que actualmente ya cuentan con la residencia por refugio por un año en México. Agregó que si bien tanto ella como su hijo lograron obtener, a través de la Intrare (Incubadora de Trabajo para Refugiados y Retornados), un empleo en una empresa nacional, en su caso ya no continuó debido a que tiene problemas de salud.

Por esa razón, dijo que ahora se dedica a tejer pulseras, habilidad que desarrolló en Colombia, y en la Ciudad de México poco a poco se hizo de los materiales como dijes para venderlos a través de personas conocidas y en Instagram se le puede encontrar como pulseras-decorazón.

Otra de las que acudieron al bazar fue Esmeralda Herrera, salvadoreña, para vender comida típica de su país. Platicó que desde hace ocho años llegó con sus tres hijos, escapando de la delincuencia de las pandillas que hay en su nación de origen. Mencionó que aunque tiene la residencia permanente y cuenta con estudios universitarios en sicología, así como con experien-cia en cuestiones migratorias, ya que en su país se dedicaba a revisar la documentación de viajeros de una aerolínea, conseguir un empleo no ha sido fácil.

Siempre que voy a un lugar el argumento es que no soy mexicana, entonces ha tenido trabajos informales en negocios y ahora por eso se ha dedicado a vender comida salvadoreña.

Desde que comenzó la pandemia vendo pupusas, empanadas de plátanos, tamales de elote, lo tradicional de El Salvador, y entrego a domicilio, porque tampoco tengo un local, compartió.

David Vázquez igualmente participó en el Mercadito; es originario de Honduras y este mes cumplió dos años de estar en México. Ya obtuve mi condición de refugiado en diciembre, señaló.

Actualmente trabaja en la revista Mi Valedor, en el área administrativa, pero lo que verdaderamente desea es terminar sus estudios. Este año quiero empezar con lo del bachillerato para llegar a la universidad, a la carrera de derecho internacional o la de piloto.