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Apuntes postsoviéticos

¿Tregua o trampa?

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esulta imposible de saber qué impulsó al presidente Vladimir Putin a proponer un alto el fuego durante 36 horas con motivo de la Navidad ortodoxa. Sólo hay dos posibilidades: la profunda convicción religiosa que dice tener o el deseo de culpar a su colega ucranio, Volodymir Zelensky, de no querer negociar la paz bajo ninguna circunstancia.

Por la forma en que Putin anunció la propuesta, rechazada casi de inmediato por Zelensky, podemos concluir que parece más probable la segunda intención. Tan sólo el 14 de diciembre, el portavoz presidencial ruso, Dimitri Peskov, precisó que no estaba previsto declarar una tregua navideña y el principal promotor de ésta, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, quien nada declara sin tener luz verde del Kremlin, la víspera de la Nochebuena ortodoxa pidió a todas las partes involucradas establecerla, después de bendecir la guerra desde el primer día como una batalla del bien contra las fuerzas satánicas que, a su juicio, encarna el gobierno ucranio.

Poco antes del anuncio, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, telefoneó a Putin para pedirle una tregua navideña unilateral y después llamó a Zelensky para también tratar de convencerlo. Mientras la cancillería turca confiaba en poder informar, la noche del jueves y con la pompa que requiere un Erdogan necesitado de sumar votos para su relección este año, que los presidentes ruso y ucranio aceptaron la propuesta del mandatario turco, el titular del Kremlin lanzó su iniciativa supuestamente a petición del patriarca Kiril.

Al anticiparse con una propuesta simbólica –día y medio de cese– que en nada podría cambiar el curso del enfrentamiento, Putin puso a Zelensky en una situación incómoda porque hiciera lo que hiciera quedaría mal: aceptar su propuesta de Navidad ortodoxa equivaldría a insultar a la mitad de la población ucrania que profesa el catolicismo, bombardeada con intensidad el 24 y 25 de diciembre; rechazarla daría argumentos a quienes sostienen que el líder ucranio, manejado desde Washington y Bruselas, apuesta por seguir la guerra a cualquier precio.

Tal vez sea una excelente jugada de Putin como operación mediática para desacreditar a Zelensky, mientras la guerra sigue incrementando la devastación de Ucrania y el número de muertos en ambas partes.