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Cambio climático: un 2023 nada bueno
A

nte los graves problemas de todo tipo que desde hace dos semanas causa la tormenta invernal Elliot en Estados Unidos, Canadá y el norte de México, cabe recordar una de las tantas estúpidas declaraciones del entonces presidente Donald Trump. Cuando a fines de enero de 2019 pronosticaron temperaturas de hasta 40 grados bajo cero en la región del medio oeste del país, el mandatario se preguntó: ¿Dónde demonios está el calentamiento global? En el maravilloso medio oeste, las temperaturas con el efecto del viento están alcanzando menos 60 grados Farenheit, el mayor frío jamás registrado. En los próximos días se espera más frío aún. La gente no puede estar fuera ni siquiera unos minutos. ¿Qué demonios está pasando con el calentamiento global? Por favor, vuelve pronto, ¡te necesitamos!, escribió Trump.

No fue la única ocasión en que, ante un fuerte descenso de las temperaturas, Trump cuestionó las conclusiones científicas sobre el cambio climático. En diciembre de 2017, el presidente dijo que a Estados Unidos le sentaría muy bien un poco de calentamiento global para combatir las bajas temperaturas que se esperaban para ese fin de año. En el este, podría ser la noche de Fin de Año más fría de las registradas. Quizás podríamos utilizar un poco de ese viejo calentamiento global que nuestro país, pero no otros, iba a pagar billones de dólares para combatir. ¡Abríguense!, tuiteó entonces.

Esos billones estaban vinculados a los acuerdos establecidos por la comunidad internacional en diversas reuniones. Y destacadamente en la Cumbre de París de 2015. Por orden de Trump, su país se retiró de dichos acuerdos, alegando que Estados Unidos no era el único culpable del supuesto calentamiento global. Y por tanto, no debía pagar por lo que otros hacían mal. Agreguemos que en una entrevista publicada en The Washington Post en noviembre de 2018, Trump aseguró no ser un creyente en el cambio climático; añadió que no ve los efectos que los informes científicos recogen sobre este fenómeno. Uno de los problemas de mucha gente como yo mismo, es que tenemos niveles muy altos de inteligencia, pero no somos necesariamente tan creyentes, señaló Trump.

Con estas palabras, Trump contradecía por segunda vez un informe de su propio gobierno que estimaba que las consecuencias del cambio climático podrían costarle a Estados Unidos cientos de miles de millones dólares. Y le están costando luego de que Elliot dejó su cauda de muerte, desquició la extracción de gas y petróleo, incalculables daños en las actividades agropecuarias (avicultura, ganadería, porcicultura, siembras), al igual que en el transporte aéreo y terrestre de personas y mercancías. Son cerca de 50 mil los vuelos cancelados o con severos retrasos. Por varios días Estados Unidos quedó aislado del resto del planeta por vía aérea porque fue imposible la salida y la llegada de los vuelos internacionales.

Elliot dejó daños por cientos de miles de millones de dólares. Más de lo que se negó a cubrir el señor Trump con el fin de evitar el aumento de las temperaturas globales. Con el agravante de que se esperan numerosos problemas por el deshielo de los bancos de nieve acumulados en los estados del este y centro del país, donde residen los partidarios más radicales del ex presidente.

En México también causó problemas en los estados fronterizos y en el tráfico áereo hacia y desde el vecino país. Pero son menores comparados con los que en 2022 nos dejaron las olas de calor y la sequía. En el sector agropecuario las pérdidas fueron millonarias. El ganado murió de sed en varias entidades del norte y centro del país; se perdieron siembras que son fundamentales en la canasta familiar, lo que elevó el precio de numerosos productos. Y, como suele ocurrir cada año con mayor frecuencia, millones de hogares no tuvieron agua suficiente para cubrir sus necesidades básicas. El caso más relevante: Monterrey y su área metropolitana.

Pese a que cada año se anuncia que serán más elevadas las temperaturas, que escaseará el agua en los centros urbanos y habrá sequía en el agro, no aparecen las medidas adecuadas para resolver estos problemas. Tendremos entonces un 2023 nada bueno.