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Ebrard y los espejitos españoles // Albares, peón de trasnacionales // Pausa bilateral se mantiene

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▲ José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, y el canciller Marcelo Ebrard durante la reunión de la Comisión Binacional México-España realizada el jueves.Foto SRE
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on la sonrisa de lado a lado, Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, anunció el relanzamiento de las relaciones bilaterales México-España, pausadas desde febrero pasado por instrucciones del presidente López Obrador. A la diestra del canciller nacional, igualmente emocionado, su homólogo José Manuel Albares –descarado peón de las trasnacionales gachupinas– aseguró que tales relaciones tienen una salud excelente, con voluntad de relanzar y reforzar este vínculo, dado el compromiso estratégico mutuo.

Así es: felices y por la libre, Ebrard y Albares despausaron –valga el término– la relación bilateral a nivel gobierno, pero todo indica que al primero se le olvidó un pequeño detalle: consultar y obtener autorización de su jefe, que despacha en Palacio Nacional, a quien la citada celebración no le causó mayor gracia.

El pretexto del citado relanzamiento fue la reunión de la Comisión Binacional México-España, en la que hemos convenido comunes acciones y reactivado toda la red de cooperación que tenemos ambos países; fue un éxito; nos va a permitir avanzar rápido, a buen paso en la relación bilateral en favor de nuestros pueblos, según afirmó Ebrard en conferencia de prensa. A López Obrador (Marcelo dixit) le dio mucho gusto que se llevara a cabo el encuentro, el cual evidentemente autorizó.

Pero algo falló, porque en la mañanera de ayer un colega preguntó: ¿qué tendría que pasar para superar la pausa? (anunciada en febrero pasado), y López Obrador respondió “que haya una autocrítica; no les vamos a pedir que nos devuelvan todo lo que se llevaron (los españoles), nada más que reconozcan que hubo abusos, masacres, que se reprimió a los pueblos originarios … Es pedir perdón para la no repetición de estos abusos. Y la corrupción, que no vengan a promoverla, a fomentarla, que no se lleven a los presidentes de empleados de sus empresas, que respeten la dignidad del pueblo y de la nación mexicana”.

¿“Hubo algún ofrecimiento para que hablara usted con el canciller español?, reviró el colega, y la respuesta fue concreta: no me ha informado Marcelo, pero qué bueno, porque no se trata de rupturas, es una pausa. Entonces, ¿será que la corcholata Ebrard busca apoyos hasta por debajo de las piedras?

Entonces, la pausa se mantiene con todo y la felicidad de Ebrard y Albares. Por cierto, cuando en febrero pasado el presidente mexicano anunció dicha pausa, el ministro español rechazó tajantemente las descalificaciones de López Obrador contra España y las empresas españolas, es decir, los abusos cometidos por empresas de esa nacionalidad que han afectado al pueblo de México, así como los jugosos negocios que se hicieron por influyentismo, por acuerdos cupulares de políticos de España y políticos de México en los sexenios de Fox, Calderón y Peña Nieto, la actitud o el comportamiento de consorcios como Repsol, Iberdrola y OHL.

En ese momento, el mandatario mexicano detalló: “no es ruptura de relaciones; es nada más decir no se permite robar, no somos tierra de conquista y que no se confunda al pueblo español, que respetamos y admiramos tanto, con estas empresas y con sus políticos protectores del más alto nivel. Dicen los internacionalistas conservadores, ‘expertos’ en política exterior, ¿qué es eso de pausar? ¿No lo entendieron? Claro que sí. Es: a ver, vámonos dándonos tiempo. Nos conviene, a los pueblos, a los gobiernos, para entender de que hay una nueva realidad, que hubo un cambio en México. Ya no les puedo mandar un telegrama, porque ya eso es obsoleto, pero es decirles: ya no”.

¿Algo más? Sí: en los últimos tiempos durante el periodo neoliberal empresas españolas, apoyadas por el poder político tanto de España como de México, abusaron de nuestro país y de nuestro pueblo, nos vieron como tierra de conquista; se dio promiscuidad económica-política en la cúpula de los gobiernos como en tres sexenios seguidos, y nuestro país llevaba la peor parte, lo saqueaban.

Palabras más o menos, eso es lo que ayer repitió el presidente López Obrador, aunque al parecer Ebrard no estaba enterado. ¿Será que los espejitos sólo atraen a la citada corcholata?

Las rebanadas del pastel

Como Pedro Castillo era un dictador y los golpistas son muy demócratas, éstos ordenaron a las Fuerzas Armadas reprimir y masacrar a los peruanos, mientras el gobierno espurio decretó el estado de excepción y el Congreso se niega a adelantar las elecciones presidenciales, porque ganaría la izquierda, otra vez … ¡Vamos Argentina!