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Argentina acabó con el optimismo que hubo en chelerías y restaurantes
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▲ En una plaza de Coyoacán las muestras de decepción no se hicieron esperar tras la derrota.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de noviembre de 2022, p. 28

Las chelerías de Tepito, instaladas sobre el Eje 1 Norte, y restaurantes del Centro de Coyoacán estuvieron concurridos por familias y grupos de amigos que se reunieron desde el mediodía para ver el partido de futbol entre México y Argentina en el Mundial de Qatar.

Aficionados hacían sonar cornetas, matracas y manoplas de plástico, en su mayoría con camisetas del Tri, mientras gritaban ¡México-México! y optimistas entonaban el Cielito lindo.

Sin embargo, el júbilo se empezó a desplomar tras el primer gol albiceleste, en un disparo de Lionel Messi que no pudo atajar Guillermo Ochoa. Con el segundo tanto terminó la fiesta en los locales tepiteños, donde se vivió un silencio sepulcral, aunque sólo durante unos momentos, porque los aficionados reaccionaron con mentadas para Argentina y expresiones como “¡ya valió m…!”

Caras largas, desesperación, manos en los rostros y reclamos como el de “¡son bien pend… ahora no jugaron nada!”, ¡no le echaron ganas!, y acto seguido los asistentes se lanzaron en contra de los seleccionados nacionales.

Los que no pudieron pagar por un lugar en esos lugares, que parecían salones porque todos permanecieron sentados con las sillas en dirección hacia las pantallas, optaron por pararse junto a negocios cerrados y sacar de sus mochilas vasos de plástico y botellas para beber otra, del puro coraje, mientras algunos comerciantes se quejaron por las bajas ventas.

En Coyoacán, unas 200 personas se reunieron en el parque La Consolación, de la colonia Pedregal de Santa Úrsula, frente la pantalla instalada por la alcaldía, pero ante las constantes fallas en la transmisión –que el personal de la empresa contratada para montarla atribuyó al viento–, tras concluir el primer tiempo la mitad de los asistentes decidió irse.

Desde la segunda fila –la primera estuvo reservada para funcionarios de la alcaldía–, Rosa Lilia Márquez sacudía constantemente los dedos, luego explicó que era como un mantra, pues en las jugadas de los argentinos invocaba un ¡cébalo, cébalo! y para los del Tri era poner los dedos en cruz para que anotaran.

Con su hijo, nuera y nieto de 7 años se trasladó de Santo Domingo, a unos 15 minutos de allí, muy cerca del estadio Azteca –pese a lo cual es chiva de corazón–, para vivir el ambiente con decenas de aficionados.

Al mismo tiempo, pasillos del complejo comercial Oasis y calles del centro de Coyoacán estuvieron semivacías, excepcional para una tarde de sábado, pero restaurantes de los jardines Centenario e Hidalgo se llenaron de gente que apoyó al seleccionado nacional.