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Frenesí difusivo
D

e un corto tiempo acá, la intensidad y, sobre todo, la diferente temática que se transmite aumentó su variedad y fuerza. El espacio público trasiega con asuntos de muy diversa índole como, ciertamente, en épocas casi normales. La diferencia estriba en que, en esta etapa, las circunstancias han cambiado. Tanto la guerra en Europa, como la mayor cercanía a la sucesión presidencial o la dañina y creciente inflación ya conviven de manera nerviosa. La sociedad ha ido procesando la información desatada con cierta parsimonia. Pero lo que le ha dado un toque de frenesí es la aparición, hasta ahora desconocida, de un grupo de hackers denominado Guacamayas.

Penetrar en los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) es la novedad. La curiosidad colectiva por enterarse, aunque sea a trasmano, de lo que siempre se ha sospechado se oculta en esos archivos misteriosos del Ejército, le da un toque de aventura a los sucesos de esta temporada. Airear temas que pueden fluctuar entre graves o intrascendentes no debe ser causa de crisis o escándalos. Hay, en estos trasteos, algo nebuloso que va siendo pulido o, más aún, precisado. Aquello que ha ido quedando como molesto sustrato de la normalidad cotidiana puede salir, de pronto, a flote e integrarse al flujo que fija la actualidad. Con franca seguridad mucho de lo registrado en los cajones del Ejército pasarán ante la atención pública como lo hacen muchos otros. Pero habrá ciertamente algunos que habrán de generar protestas, alarmas o serán atendidos durante semanas hasta que se integren al curso diario de la vida pública. La conciencia ciudadana no se afectará con tales revelaciones. Seguirá su proceso de maduración con la atingencia de siempre. La Sedena aprenderá a resguardar ciertos tópicos en el secreto debido. Aunque, también, habrá probado de aquí en adelante que muchas, quizá la mayoría de sus funciones, no tienen razón de quedar al margen del conocimiento ciudadano.

Hay, sin embargo, algo que está afectando el curso de los sucesos diarios. Y en particular se refiere a lo que acontece en esta guerra de Occidente contra Rusia. Como todo conflicto entre naciones, bloques o potencias, la verdad es un terreno sujeto a manipulaciones que ocultan o, al menos, difuminan, su contenido real. ¿Quién, de los actores dio inicio al conflicto? ¿En qué momento empezaron los balazos? ¿Cuáles fueron las razones (si las hubo) que forzaron los combates? ¿Cuáles son los actuales puntos neurálgicos que nos informen con claridad? ¿De qué lado deberá estar la participación de este país? ¿Cómo resguardarse de las operaciones de propaganda? ¿Dónde y cómo encontrar los elementos que permitan una visión ajustada de lo que sucede? Éstas y otras más son las preguntas que es necesario responder para situarse, con dignidad individual, en este momento de tensiones peligrosas y luchas de poder.

Sorprende la escasa difusión en los medios nacionales de los últimos acontecimientos respecto del curso adoptado por los rusos respecto a las regiones fronterizas entre los combatientes. Los referendos, o las consultas si se quiere, efectuados en días pasados abrieron un nuevo frente de batalla. De inmediato, tanto el principal involucrado (Estados Unidos) y seguido por la Unión Europea, negaron toda validez a tales consultas. Era previsible que las votaciones fueran abrumadoras en favor de la anexión, a la Federación Rusa, de las dos regiones (Jersón y Zaporiyia) y las otras dos repúblicas (Donetsk y Lugansk) que son teatro del conflicto con Ucrania. Largas y sangrientas escaramuzas condicionan ahí las voluntades. Desde el lejano 2014, cuando se dio el golpe de Estado en Ucrania y dieron inicio las agresiones contra los pobladores de origen, cultura y habla rusa en el llamado Donbás. Ocho largos años de destrucción y saña se sucedieron ahí. Las milicias, apoyadas por Rusia, resistieron hasta el punto de no poder continuar. Fue el momento de la intervención que desató una lucha por el dominio o la continuidad del orden establecido. Orden protestado por la emergencia de otras potencias, particularmente China y Rusia. El nivel de las acciones y decisiones bien puede elevarse aún más. De aquí en adelante esa frontera en lucha será parte integral de Rusia y eso cambiará todo el asunto.

En otras colaboraciones he tratado el espinoso tema de las sanciones impuestas a Rusia que han repercutido, con inesperada severidad, en los autores de ellas. La misma inflación mucho debe a tales maneras de castigar al llamado invasor y a las respuestas del penalizado. Ahora lo importante es situar, con la debida información, lo que puede seguir a la incorporación de los territorios y su casi necesario incremento del conflicto.