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¿Dónde están los murales del gran palacio de Zacuala?
S

ucedió hace 63 años. Lo supe hace 20, finalmente ahora puedo restablecer públicamente un hecho desconcertante que se encerró en la memoria de Laurette Séjourné durante los 43 años que pasaron hasta que me lo narró. Qué mejor momento que ahora, cuando se realizará el coloquio Asedios a Laurette Séjourné, los días 22 y 23, excelente iniciativa organizada por cuatro mujeres destacadas en campos del acervo histórico y cultural. En este asedio creo que es vital y honesto recuperar y, ojalá, dar una respuesta real a la pregunta que durante tantos años la angustió: ¿dónde están los murales del magnífico palacio de Zacuala?

En 2002, mirando las novedades del FCE, encontré su precioso libro: Un palacio en la ciudad de los dioses: Teotihuacán. Compré dos ejemplares, uno para Laurette. Al dárselo, su expresión se transformó en una mirada intensa de asombro y confusión a la vez: Pero, ¿cómo es posible?, repitió varias veces. Después vino la explicación, este libro es la única prueba existente de la magnitud de los murales que encontramos en Zacuala; eran asombrosos, no sólo por las figuras, la intensidad del color, sino la cantidad que había. Mira, aquí están un plano y la perspectiva que logró plasmar Abelito. Todo eso ha desaparecido. Me dijeron que era necesario levantarlo del sitio porque no había dinero para protegerlos, que estarían en las bodegas. Yo estuve de acuerdo y me centré en escribir el libro con el material dibujado, que se publicó en 1959. Entonces sucedió algo inaudito, la edición fue desaparecida en seguida, todos los libros comprados en bloque, no quedó ninguno en librerías ni en FCE. Yo no entendía nada, pero me asusté mucho. Tiempo después fui a las bodegas y no había casi nada, muy poco. Nunca supe dónde estaba la mayoría de los murales. ¿Cómo es posible que ahora de pronto vuelvan a publicar el libro? ¡Seguramente no saben nada de todo esto! En ese momento sólo atiné a decirle que Martí Soler trabajaba nuevamente en el FCE y que podría explicárselo. Me pidió que le comprara 10 ejemplares en seguida. Al año siguiente murió.

Las excavaciones en el sitio duraron de 1955 a 1958. Busqué en los Anales del INAH de esas fechas y encontré referencias a los trabajos de Tetitla desde 1951 y posteriormente en Tepantitla y Atetelco (Carlos Margain) desde 1951. Para Zacualpan Agustín Villagra relata la historia de un trueque insólito con el dueño de los terrenos el general Ignacio Beteta. Pero en ninguno de estos Anales hay una referencia a los trabajos en Zacuala. Laurette trabajó con Josefina O. de Coll y su hija Atlántida, que tenía 15 años entonces, recuerda que hubo el apoyo de alguna institución estadunidense.

Corrían los tiempos de Eusebio Dávalos Hurtado como director del INAH, de Ruiz Cortinez (1952-58) y López Mateos (1959-64) en la Presidencia. ¿Por qué estaba asustada Laurette? Ruiz Cortinez se estrenó con la masacre de la Alameda, donde al menos 200 ciudadanos fueron masacrados, otros llevados al Campo Militar Nº1 y el general Henríquez asesinado, hechos que la historia registró como el inicio de la guerra sucia, también persiguió implacablemente a los sindicalistas y campesinos; acciones que mantuvo López Mateos, en 1959 la brutal represión a los ferrocarrileros y maestros, el inolvidable asesinato de Rubén Jaramillo y toda su familia en 1962, por mencionar solo algunos hechos. ¡Cómo no estar asustada! Al mismo tiempo inició la campaña de desacreditación al trabajo de Laurette tildándolo de poco profesional, sin método y muchos calificativos más. En 1965 echaron del FCE a Arnaldo Orfila acusado de denigrar al pueblo mexicano.

Lo que Laurette llamó la única prueba de la magnitud del descubrimiento, efectivamente aparece en el libro. En el plano arquitectónico se señala que los números frente al muro indican la cantidad de figuras en cada uno: 156 figuras en total, número sorprendente, si consideramos que en Tetitla, sitio cercano protegido y resguardado, podemos ver unas 10 figuras. La soberbia perspectiva del palacio a todo color lograda por Abel Mendoza nos deja entender por qué este descubrimiento permitió a Laurette sustentar su mirada e interpretación sobre el significado del sentido fecundante del Cielo y la Tierra y por qué Teotihuacán sería el embrión de las culturas posteriores.

Monserrat Salinas Rodrigo (de la Fuente, vol I; Bone, 1989; Coggins 1996; Cardona 2007; Benson 1988) señala que hubo exportación y venta de murales entre 1960-64, San Francisco, Washington, Harvard, Holanda. Colecciones públicas y privadas aparecen señaladas. En México colecciones privadas, como la Fundación Amparo, además del Instituto de Cultura Mexiquense, del museo de sitio en Teotihuacán, alguna más en Antropología (Del Villar, 1996; Garcia Moll 1995; de la Fuente 1995) aparecen otras páginas en Internet (https://bit.ly/3R51nei), por ejemplo. Haciendo una sumatoria de lo que se menciona, creo que llegaríamos a 10 por ciento de las figuras señaladas en el plano. Entonces: ¿dónde están las 156 figuras murales de Zacuala? Un traslado de esa envergadura debería haber quedado registrado en detalle en el INAH. ¿Quién lo hizo? ¿Cuántas figuras y dónde están?

* Investigadora de la UPN. Autora de El Inee