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Wolfgang Scholz da a conocer The Void, libro que revisa su obra, regida por el vacío
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▲ Isabel Beteta y Citlali Quintero en un fotograma del video Laberinto interno, que aborda la sensación artificial del tiempo y su relación con el espacio.Foto cortesía del artista
 
Periódico La Jornada
Martes 6 de septiembre de 2022, p. 5

El concepto de vacío (void, en inglés) significa, para mí, la posibilidad de atravesar la muerte, expresó el pintor, fotógrafo y director de cine alemán Wolfgang H. Scholz (Dresde, 1958) en la presentación de The Void (Editorial Turner, 2019), libro que recorre de manera retrospectiva buena parte de su producción, aunque no toda, a partir de los años 70 del siglo pasado.

El título de la monografía viene del término budista para el quinto elemento: el vacío. Desde 2010, Scholz ha trabajado con maestros japoneses de butoh, con el fin de crear piezas escénicas de multimedia y obras fotográficas en torno al tema.

En la presentación, efectuada en el Museo Universitario del Chopo, Scholz dijo que encontrar la idea del quinto elemento le ofreció una manera nueva de pensar, así como la oportunidad de otro ritmo, algo que es indefinible, ya que no es realidad, ni es manejable.

Para Irving Domínguez, autor de varios textos del libro, Scholz, quien vive entre la Ciudad de México y Múnich desde hace más de 20 años, resultará para muchos un artista nuevo. El crítico de arte aseguró que el término hombre del Renacimiento aplica muy bien al alemán: En una época en que los artistas incursionan en dos o tres disciplinas, Wolfgang puede navegar por todos los mares.

The Void contiene una selección de su producción en cine y en video, su trabajo en colaboración con creadores escénicos –específicamente coreógrafos– y fotografía.

Como parte de la presentación se proyectó el video homónimo, realizado en 2018 por Scholz, interpretado por las bailarinas Isabel Beteta y Malú Macareno. Beteta se refirió a la idea filosófica de Scholz respecto de cómo te lleva o saca del vacío: hay ciertos símbolos que se repiten en la obra de Wolfgang y le dan coherencia; uno de ellos es el laberinto. Llegar a un lugar que no conoces y pensar cómo rayos vas a salir de allí. En el caso del libro, está representado por Tepito. Trabajó más de dos años en el barrio bravo para preparar una exposición en la galería José María Velasco.

Hay códigos para entender la obra de Scholz; por ejemplo, las fotografías de rostro dividido. Caras izquierdas-derechas, proyecto en proceso que empezó en 1986, consiste en una extensa serie de fotografías de rostros día y noche, como se les conoce en sicología. Muestran lo que vemos y lo que no de una persona. Cómo lees al otro, pero también al mundo. Es llegar al vacío de la comprensión, apuntó Beteta.

La bailarina y coreógrafa hizo hincapié en la imagen de la portada: Es como asomarte a un pozo en el que se encuentra el maestro Katsura Kan como modelo. Para mí, el círculo oscuro es un símbolo muy evidente del vacío.

Según Domínguez, el eje del vacío en la obra de Scholz es el momento de balance que casi raya en el silencio. Eso, sin embargo, es momentáneo, porque un problema de la creación es que el artista se siente insatisfecho con lo que hace. La obra es, entonces, fugaz y transitoria, ya que, como el artista es hipercrítico, ve lo que hizo y quiere cambiarle algo.

Claudia Reyes, nueva directora de Turner México, refirió que el libro invita al lector a descubrirlo de diferentes maneras, según éste vaya identificando los códigos.