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Soy un terco en mi pasión por Mahler

Este sábado, el director Enrique Diemecke conducirá a la Orquesta Escuela Carlos Chávez en el Cenart

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▲ Secuencia captada en el ensayo de Diemecke rumbo al concierto en el Cenart.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Viernes 26 de agosto de 2022, p. 3

El compositor Gustav Mahler suena al unísono de la vida del director de orquesta Enrique Diemecke: Me identifico mucho. No soy el genio que fue, pero quiero serlo en su forma de entregarse a la música; para él, era todo lo que existía, la vida y lo que no le alcanzaba, declara en entrevista durante su estancia en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), donde prepara, con la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh), el concierto que ofrecerán este sábado en la sala Blas Galindo.

Recién llegado de Argentina, el director de la Filarmónica de Buenos Aires conversa sobre enseñanza de la música, que fluye desde el cerebro y el corazón, en un mensaje que pulse, vibre y mande adrenalina para que todos sientan lo mismo, porque, si una persona no lo hace, entonces no es una orquesta, sino un grupo que se reunió a una hora. Cuando logramos tener esa vibración todos juntos, que nos toca el corazón, estamos del otro lado.

El también compositor agrega: Con la música, Mahler despierta la imaginación que va más allá de lo que se puede alcanzar en un escenario. Revela que llegó al compositor austriaco siendo un chico soñador; desde niño conocía el repertorio clásico, pero había una parte que deseaba explorar, y encontré un compositor que parte de un universo interno. Todas sus ideas o sentimientos están basados en lo que uno quisiera ser.

Al estudiar en Washington, con uno de sus profesores, un mahleriano apasionado, organizó un concierto en la catedral de esa ciudad con la Séptima Sinfonía, donde como concertino se integró a casi mil instrumentos y cantantes. Diemecke es notorio por su interpretación de todas las sinfonías de Mahler. Un libro biográfico escrito por José Ángel Leyva, que se presentará en el próximo Festival Internacional Cervantino, retoma precisamente la música del genio austriaco.

“He sido muy terco en mi pasión por este compositor, pero lo veo como una forma distinta a la mayoría de colegas míos... que la orquesta grande, las trompetas, los cornos, los timbales dobles. Eso no es, eso es alcanzar el sonido. Con la pandemia nos vimos restringidos en poder hacer cosas. Encontré la orquestación de Schoenenbourg para 15 músicos y pensé: ‘Mira, con 15 músicos puedes hacer lo mismo que con los 40 cornos, las trompetas, los cantantes por todos lados’. Porque está en la música, no en el instrumento apantallador.

Lo importante es que la música está en mi interior. Al estar encerrado nueve meses, estudié, medité la música dentro de mí... Daba vueltas como león enjaulado, cantando, moviendo los brazos. Empecé a sentir vibraciones inauditas. Así como cuando al principio dirigía y lloraba por la belleza que escuchaba y en la que lograba participar; lloro por eso, por la gran emoción y alegrías.

Mi instrumento

Diemecke (Ciudad de México, 1950), descrito por el calor, el pulso y la espontaneidad que caracteriza su dirección, dirigirá en su visita a México dos conciertos de la Orquesta Escuela Carlos Chávez, con el programa Oberturas y momentos sinfónicos estelares, integrado por obras maestras de destacados compositores que exhiben la fuerza, profundidad y diversidad de la música sinfónica a través del tiempo, describió la Secretaría de Cultura federal. También impartirá el Taller de dirección orquestal internacional para futuros directores.

A los muchachos de esta agrupación les dice: Soy alguien que ya trae la música en sí; es lo que puedo hacer mejor. Me toca reproducirla, del corazón bombear la información, crear la adrenalina, ya sea en un instrumento, el canto o el baile. La orquesta es el instrumento del director.

Al recibir a los jóvenes atrilistas en la sala Blas Galindo les relata la historia del holandés errante, condenado a navegar eternamente. Wagner se inspiró en su contacto con el aire y el agua al viajar hacia Riga, en la Prusia oriental. Vamos a aprender geografía e historia, advierte antes de iniciar el recorrido hacia un lugar mágico, con vikingos incluidos: Aquí vamos a volar en un buque que todavía tiene velas.

Antes, el músico de 67 años explica que la música es un lenguaje de muchos años atrás: Los autores que tocamos con orquestas sinfónicas forman parte de un repertorio que data de 300 años; lo escribieron a manera de notas, ritmos y silencios. El trabajo es acercar a los instrumentistas en formación al estilo que el compositor escribió; es la tradición que hay pasar a los jóvenes.

El programa va en un sentido de enseñanza, no solamente para los jóvenes de una orquesta con repertorio clásico y romántico, que es en el que está el grosor de la música sinfónica.

El concierto navegará por las oberturas Egmont, de Beethoven; Festival académico, de Brahms; Carnaval, de Dvorak; Las Hébridas, de Mendelssohn; El holandés errante, de Wagner; Peer Gynt (selecciones), de Grieg; Finlandia, de Sibelius, y el vals El lago de los cisnes, de Chaikovski. Las obras se interpretarán este sábado en el Cenart a las 13 horas. Un segundo concierto se ofrecerá en el Complejo Cultural Los Pinos, ambos a las 13:30 horas, con entrada gratuita.

Mexicano de nacimiento, Diemecke sabe del camino del errante: de joven vivió en Estados Unidos para su formación académica y, después de dedicarse 20 años a encabezar la Orquesta Sinfónica Nacional en las décadas de los 80 y 90, desde hace 17 años radica en Argentina, donde hasta hace poco se desempeñaba de director artístico del legendario Teatro Colón, posición que ahora ocupa Jorge Telerman, quien nombró al británico Jan Latham-Koening director musical, con la tarea de diseñar las temporadas 2023 y 2024.

Haber sido director en este teatro, uno de los más importantes del mundo, acústicamente clasificado número uno por expertos, me mostró que la música aglutina todo.

De buen ánimo, habla sobre lo que significa volver a México: Es donde crecí. Aquí aprendí a tocar el violín, abrí los ojos a la vida y formé un público. Rememora su paso por Bellas Artes, con la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional y con la Filarmónica de la Ciudad de México.

Es una satisfacción muy bonita ver que el mensaje de la música que me tocó transmitir tuvo su lugar en cada corazón y en cada mente de quienes lo escucharon. Vienen cambios, pero la música la tengo yo.