Opinión
Ver día anteriorDomingo 7 de agosto de 2022Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Despertar en la IV República

Ilusión y desilusión de la democracia

R

ecomiendo a mis lectores evitar la idealización de la democracia y como antídoto leer la comedia de Bernard Shaw El carro de las manzanas. En esencia, Shaw plantea la contradicción aparente entre la monarquía y el sistema parlamentario, construyendo un rey imaginario mucho más inteligente que sus adversarios, políticos profesionales que encabezan un gobierno inglés también imaginario. Los miembros del gobierno quieren reducir al rey a una figura estrictamente decorativa, pero el rey tiene un gran instinto político y se niega a ser un pelele. Finalmente vence a sus adversarios.

La democracia, como todo sistema de gobierno, es imperfecta, como lo ha dicho Churchill, pero sus grandes imperfecciones son menores que los otros sistemas alternativos. Tiene mecanismos internos que compensan sus fallos.

La intención de Shaw es muy sana, quiere impedir que idealicemos de más al sistema democrático que finalmente es obra de hombres y por lo tanto imperfecto. La excesiva idealización de la democracia lleva inevitablemente a una amarga decepción.

Pero los peores enemigos de la democracia no son la demagogia, los abusos ni la corrupción de los dirigentes. Como señala Shaw, los grandes enemigos de la democracia son lo que llamamos factores reales de poder. Aquellas organizaciones propias del sistema capitalista que influyen o presionan a los gobiernos para obtener ventajas y privilegios indebidos. Shaw los caracteriza como grandes empresas, entre ellas Roturas S. A., una firma dedicada a dañar la riqueza pública y que obtiene sus ganancias reparándola. Shaw no tiene ninguna compasión por el sistema capitalista al que señala como corruptor de la democracia.

La obra de Shaw es de 1930, previa a que se revelara que el sistema soviético (que Shaw idealizaba) era mucho peor que la democracia burguesa. El gran triunfo de la democracia ha sido generar, a través de la lucha de los partidos, un igualitarismo. Lentamente en un puñado de países se ha generado una sociedad de clase media, un Estado de bienestar donde se garantiza para toda la población educación, vivienda, salud y seguridad.

Esta democracia ha prosperado en unas cuantas naciones del norte de Europa, pero tiende a convertirse en un modelo y en una esperanza. Ese es el verdadero sentido de una democracia, el que logre un bienestar generalizado para su población. Una meta posible, pero aún distante para la mayoría de países.