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Bajo la lupa

Biden proclama defensa de Taiwán frente a China… y la prensa de la Casa Blanca lo desmiente

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▲ A cinco meses de las elecciones intermedias, 56 por ciento de los ciudadanos repudia la gestión de Joe Biden. Ayer el presidente de Estados Unidos ofreció un discurso a la generación 2022 de la Universidad de Delaware, en Newark.Foto Ap
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Biden no le queda ninguna carta doméstica –inflación, migración, inseguridad, la pésimamente manejada pandemia y ¡hasta la inconcebible carencia de fórmulas alimentarias para los bebés!– para recuperar su popularidad vapuleada, salvo la guerra en Ucrania y ahora otra guerra en Taiwán, cuando el tracking poll del día de Rasmussen exhibe un atroz repudio ciudadano de 56 por ciento a su fatídica gestión –a un poco más de cinco meses de las cruciales elecciones intermedias que no pintan nada bien para su partido, a no ser que sepan explotar macabramente el infanticidio de la escuela Uvalde en Texas–.

Mas allá de que Biden ahora saluda fantasmas (literal), cada vez es más notorio que el Deep State ha empezado a enmendarle la plana, de temor a una involuntaria o accidental guerra nuclear apocalíptica (https://bit.ly/3MN89nv). Hoy lo relevante no es la legendaria cuan perturbadora enésima falla cognoscitiva de Biden, de 78 años, sino la forma obscena en la que la propia jefa de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki –que abandona su puesto– haya rectificado las ominosas declaraciones de su supuesto jefe sobre Taiwán.

Hasta el rotativo británico The Guardian, muy cercano al megaespeculador globalista George Soros, se espantó de la confusión y falta de claridad de la perentoria declaración bélica de Biden para defender militarmente a Taiwán, lo cual parece socavar el teorema geopolítico de ambigüedad estratégica de Estados Unidos, lo que obligó a la Casa Blanca a retroceder, debido a las inflamatorias tensiones que creó con China” (https://bit.ly/38QrNAr). The Guardian alega que “uno de sus posibles significados sea que Estados Unidos ha abandonado su ambigüedad estratégica, lo cual lleva el sello de un presidente que ha hecho un hábito de hablar sin filtros diplomáticos”.

El grave problema radica en que China considera como su territorio a la isla renegada de Taiwán –35 mil 980 kilómetros cuadrados; 23.6 millones de habitantes y un PIB de 841 mil 209 millones de dólares–, que se ha convertido en líder de los microchips y se ha vuelto para China el tema más importante y sensible de su relación con Washington. Nunca, ni siquiera con Trump, Estados Unidos había prometido intervenir militarmente en un conflicto de China en Taiwán, aunque tampoco nunca prometió no inmiscuirse.

En esta deliberada vaguedad radica(ba) la confortable ambigüedad estratégica. New York Post (NYP), muy cercano a Trump, critica ferozmente la defensa de Taiwán por Biden que ha obligado a la Casa Blanca a retractarse tres veces en los recientes nueve meses (https://bit.ly/38JuALT). En referencia a los estrafalarios asertos de Biden y los inmediatos desmentidos de la Casa Blanca, NYP pregunta: ¿Quién tiene el mando aquí?

¿Dónde queda la supuestamente acreditada Política de una sola China que reconoce al gobierno de Beijing como la única autoridad legal y a Taiwán como parte de China?

CNBC, muy cercano al omnipotente complejo militar industrial de Estados Unidos, expuso la perentoria refutación de la cancillería china: Nadie debe subestimar la vigorosa determinación, férrea voluntad y fuerte capacidad de mil 400 millones de chinos para defender su soberanía nacional e integridad territorial (https://cnb.cx/3MPbcvE).

¿Sepultó Biden la Enmienda de Relaciones con Taiwán de 1979 (https://bit.ly/3LHuYId), que no obliga a la defensa militar de Estados Unidos en caso de una invasión china, pero que le asegura los recursos para su defensa? La declaración de Biden la hizo durante una conferencia de prensa conjunta con el primer nipón Fumio Kishida cuando su pirueta de 180 grados sobre Taiwán rebasa lo inenarrable, ya que al mismo tiempo declaró estar considerando la suavización de las tarifas –que tendría el beneficio de disminuir la indomable inflación– a las importaciones de China que fueron impuestas por su antecesor.

Lo que más llama la atención es que se había anunciado que Jen Psaki –más cercana a Obama que a Biden– abandonaría su importante cargo el 13 de mayo pasado: una semana antes de su tercer desmentido a Biden. ¿Operativo del Deep State?

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