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75 festival de cannes
¿Lo mejor para el final?
D

espués de otro día malo de la competencia, del cual preferí no escribir, llegó la sorpresa de disfrutar dos estupendos títulos casi al final del festival. Cuando muchos ya se han regresado a su casa.

Es bien sabida la limpia trayectoria del japonés Hirokazu Kore-eda, previo ganador de la Palma de Oro con Un asunto de familia (2018). Su más reciente realización, Broker, se sitúa en y fue producida por Corea del Sur. En esencia, trata de cómo un par de bribones –uno de ellos lo interpreta el popular Song Kang-ho– se hacen de bebés abandonados, para venderlos al mejor postor. En este caso particular, la madre (Ji-eun Lee) de uno de esos bebés regresa para participar en la venta. Con la adición casual de un niño huérfano, el quinteto recorre diversas ciudades del país y se convierte, sin querer, en una afectuosa unidad familiar. Mientras, un par de mujeres policías los sigue para atraparlos infraganti.

Según puede deducirse, Kore-eda vuelve así al tema central de su filmografía: los nexos familiares y cómo pueden darse en las situaciones más improbables. De forma similar a lo que ocurría en Un asunto de familia, los personajes van revelando sus verdaderas personalidades a lo largo del relato, con momentos emotivos típicos del director. Aunque esta road movie toma sus desviaciones, la destreza de Kore-eda consigue enroscar los diferentes elementos en un todo coherente y un final feliz bien merecido. Para mí gusto, yo le daría su segunda Palma de Oro.

La otra concursante satisfactoria fue Close ( Cercano), segundo largometraje del belga Lukas Dhont, quien hace cuatro años sorprendió en Cannes con Girl, el sensible relato sobre una adolescente trans. En esta ocasión describe la amistad entre dos adolescentes que son uña y mugre. Cuando se vuelven objetos de burla en la escuela, uno de ellos, Léo (Eden Dambrine) busca distanciarse de Remi (Gustav De Waele), quien resiente esa reacción.

La mayor parte de la película se resuelve en la manera cómo Léo enfrenta el duelo, sin poder aceptarlo en un principio. El muchacho sigue su rutina diaria asistiendo a la escuela, trabajando en el negocio floricultor de su familia, entrenando en su equipo escolar de hockey sobre hielo. Pero es evidente que la culpa lo carcome. La catarsis se dará en un encuentro final con la madre (Emilie Dequenne) de su amigo. Si bien la anécdota es mínima, Dhont reitera su talento para ilustrar el dilema de su protagonista con fuerza emocional.

No podía faltar el pelo en la sopa. La tercera película de la competencia en cruel exhibición fue Pacifiction ( Pacificción), nueva demostración de que el catalán Albert Serra es el cineasta más pedante del mundo. La verdad, el hombre no necesita el elogio ajeno, pues él se ha dedicado a vanagloriarse a sí mismo, afirmando, por ejemplo, que la historia del cine lo pondrá en su verdadero lugar, por encima de Scorsese, Coppola y Spielberg. Ahí nomás. Confieso no haber visto más que un tercio de las casi tres horas de Pacifiction, pero eso fue suficiente.

Twitter: @walyder