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Grandes fortunas, motores del arte

D

espués de cada presentación de su ópera Akenatón, Philip Glass aparece en el escenario de la Ópera Metropolitana de Nueva York, Met, de la mano de la directora de la orquesta, Karen Kamensek. Según los principales medios, es la mayor ovación que el compositor ha recibido en su exitosa trayectoria.

La música de Glass (Baltimore, 1937) siempre ha sido difícil de encuadrar en la escena de los grandes teatros del mundo. Pero no ocurre así con su ópera Akenatón, que en tres actos resume la vida y las convicciones religiosas del faraón que rechazó la idea del politeísmo en Egipto. El que impuso que Atón, dios de la vida en la Tierra, representado por el Sol, se convirtiera en el único.

En 1984, Akenatón se estrenó en la New York City Opera sin gran éxito y recibir más de una agria crítica. Pero el estreno en 2016 en la English National Opera de Londres significó el reconocimiento definitivo de una obra fuera de lo común. Y se refrenda ahora que en una exquisita producción de Phelim McDemortt, la Met la programó en su temporada 2021-22. Es la más taquillera, novedosa y comentada de los años recientes.

Akenatón es la culminación de una trilogía de Glass que incluye Einstein on the Beach y Satyagraha, inspiradas en la vida de Einstein y Ghandi, respectivamente. Para elaborar el libreto que recrea la vida y la época del faraón y su esposa Nefertiti, se asoció entre otros con el legendario coreógrafo Jerome Robbins.

Nada fácil, llevar a escena una ópera que no sigue las estructuras narrativas convencionales. Pero el productor McDermott, junto con el coreógrafo Sean Gandini, hacen uso de unos malabaristas de circo que visualmente ilustran a los espectadores sobre las notas ascendentes y descendentes de la música. Además, combinan una pulcra sencillez con colores rojizos y naranjas que se complementan con los magníficos y ostentosos trajes de Kevin Pollard.

Al éxito de Akenatón contribuye de manera destacada la dirección musical de Karen Kamensek y las voces de la mezzosoprano Rihab Chaieb, el bajo Richard Bernestein, el tenor Aaron Blake, el contratenor Anthony Roth Constanzo y el coro de la Met cantando en diversos idiomas.

El costoso montaje de esta ópera fue posible gracias al apoyo de dos importantes fundaciones creadas por familias que gustan de las bellas artes, ejemplo que, lamentablemente, no siguen las grandes fortunas de México.