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No más hegemonía ni imposición // Frenar migración, acción conjunta // América Latina, futuro común

E

l presidente López Obrador continúa su gira por Centroamérica y el Caribe. Durante su breve estancia en Guatemala subrayó que más allá de atender la migración, América debe avanzar hacia una integración económica y comercial sin exclusiones, en igualdad de naciones y sin excluir a nadie; basta de hegemonías, de la política impuesta por más de dos siglos, no sin subrayar que tras un periodo oscuro y decadente en el que México se ausentó de América Latina, hoy el gobierno tiene la convicción y el propósito de participar en la construcción de un futuro común para nuestra región, con pleno respeto a las soberanías y a las características propias de cada pueblo y de cada país.

En efecto, los gobiernos neoliberales olvidaron a la patria grande, porque servilmente se entregaron (y a México) a Estados Unidos y fungieron como sus cancerberos, sólo para violar todo principio de soberanía, conceder toda la riqueza nacional a los oligarcas nacionales y foráneos, y hundir, aún más, al pueblo. Se acabó, dice López Obrador, y es la hora de enfrentar conjuntamente los problemas comunes, que sólo pueden ser resueltos mediante la colaboración, el entendimiento y el respeto mutuo, con respeto a nuestras soberanías, bajo el principio de la independencia, de la autodeterminación de los pueblos y de la no intervención.

De la mano, las naciones latinoamericanas deben actuar conjuntamente, porque la raíz común de los principales problemas que nos aquejan es la misma: pobreza, desigualdad, postración del campo, desintegración social, marginación y negación histórica de derechos efectivos para las mayorías. Esas son las circunstancias que dan origen a la migración y a la delincuencia, a las adicciones y a la violencia. La otra cara de la moneda es el desarrollo y la paz social, que son frutos de la justicia y de una procuración de bienestar para las poblaciones.

De ahí que el gobierno mexicano haya llevado a la práctica ese concepto a las naciones más cercanas, más entrañables en lo cultural, geográfico, histórico y, repito, en lo afectivo. La fórmula que estamos aplicando en México para reactivar el campo, cuidar la naturaleza, crear empleos, rescatar a los jóvenes de la marginación laboral y educativa y crear, en fin, las condiciones de bienestar que demandan y merecen las mayorías de esta Mesoamérica contemporánea. Y la migración es la evidencia de la injusticia.

Reiteró su propuesta de erradicar las condiciones de pobreza, insatisfacción e inseguridad que la originan, para que nadie tenga que abandonar su hogar, su familia y su tierra por hambre o por violencia al verse obligado a vivir los peligros del trayecto en México, ni la discriminación y la persecución policial al norte del Río Bravo. Que sólo emigren quienes desean hacerlo por motivaciones más amables, que la migración sea optativa, no forzosa. Nuestro principal compromiso con los migrantes mexicanos en Estados Unidos es construir un país al que puedan y quieran regresar y que no expulse a ninguno de sus habitantes; esta es la misma propuesta que estamos haciendo de manera respetuosa para nuestros hermanos de Guatemala, de Honduras, de El Salvador.

Pero más allá del fenómeno migratorio, López Obrador subrayó la urgencia de que América toda avance hacia una integración económica y comercial sin exclusiones, al margen de diferencias ideológicas y, como lo ha expresado varias veces el presidente Biden, en pie de igualdad entre nuestras naciones. Que nadie excluya a nadie. Basta de las hegemonías, de la política que se ha impuesto por más de dos siglos en nuestra América. Necesitamos unidad, respeto a la soberanía de todos los países.

De Guatemala, López Obrador viajó a El Salvador (con cuyo gobierno acordó ampliar los programas sociales, como Sembrando Vida), en donde reiteró su mensaje de desarrollo, integración y erradicación de la injusticia y la violencia, dejando en claro que Estados Unidos debe ser corresponsable para contribuir a reducir el número de migrantes que abandonan sus países por problemas económicos y de inseguridad, siempre con absoluto respeto a la soberanía de las naciones.

Las rebanadas del pastel

Lamentable, lo sucedido ayer en el Hotel Saratoga de La Habana. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, descartó un atentado con bomba y atribuyó la explosión a una fuga de gas. Sin embargo, como se las gastan a 90 millas, habrá que estar atento… Enorme abrazo para mi Chícharo adorado: bienvenido al segundo piso.